martes, 29 de diciembre de 2015

¿Por qué los 29 se comen ñoquis?

La tradición se remonta al siglo VIII. Más allá de eso, es una excelente excusa para juntarse en familia y disfrutar de un maravilloso plato.Gnocchis o ñoquis... de papa, de verdura o calabaza, con fileto, manteca o bechamel, el plato se convirtió en un clásico de cada 29 y una excelente excusa para reunirse en familia cada fin de mes. Pero, ¿de dónde surge la tradición de comerlos en dicha fecha?
La historia de esta deliciosa tradición se remonta al siglo VIII. Según cuentan, un joven médico de nombre Pantaleón (hoy conocido por nosotros como "San Pantaleón"), solía peregrinar por Italia, curando a los enfermos y ayudando a los pobres.
En una de esas peregrinaciones, el médico le pidió a una familia muy humilde si sería tan amable de hacerle un lugar en su mesa e invitarlo a comer.
Para agradecer, les predijo "un año de pesca y cosechas excelentes". Por supuesto que la profecía se cumplió. Dicho episodio ocurrió un día 29 y se dice que los campesinos le habrían ofrecido al santo una comida simple y económica: ñoquis.
De ahí la costumbre de comer cada 29 ñoquis. La tradición de poner dinero debajo del plato, como símbolo de los buenos deseos, es más moderna y según cuentan, se debe a la viveza criolla. Habría sido una estrategia de los restaurantes para atraer clientes, a partir de ¿falsas? promesas.
Sin embargo, el surgimiento de los ñoquis es mucho anterior. Se dice que fueron la primera masa casera, y que ya la hacían los griegos y los romanos, aunque los últimos los llamaban "macarrones".
Más tarde, en la Edad Media, adoptaron el nombre que hoy llevan. Si bien son un clásico italiano, cada país y región lo fue modificando según sus gustos y disponibilidades: se pueden hacer con distintas harinas, se les puede agregar vegetales, queso o ricota.
Otra teoría, menos alegre por cierto, cuenta que la costumbre de comer ñoquis los 29 se debe a que es fin de mes, época en la que el dinero escasea y es necesario hacer alimentos con materias primas baratas.
Más allá de las historias, lo importante es aprovechar la fecha para comer unos ricos y suculentos ñoquis con familia o amigos y pasar un buen momento en torno a la mesa.

miércoles, 27 de mayo de 2015

GABY “LA VOZ SENSUAL DEL TANGO” EN DOCUMENTAL SOBRE LOS CAFÉS DEL MUNDO

Distintas productoras están realizando simultáneamente documentales sobre los cafés en Italia, Argentina y Estados Unidos.La excusa es el “café pendiente”, una costumbre que nace en los café de Nápoles, donde los habitués pagan más café que el que consumen, dejando pago uno para quien lo necesite y no lo pueda pagar. Es una especie de pequeña solidaridad urbana, que se extendió en algunas ciudades como Buenos Aires y Nueva York; responde al concepto del efecto mariposa, donde un pequeño movimiento puede generar olas del otro lado del mundo.
En los cafés pasan muchas cosas: amores, separaciones, negocios, reencuentros, amistad… sobre ésos lugares de encuentro y de intercambio hablará ésta película hecha, por varios en las distintas ciudades.
A su vez, pareciera que están los cafés también ligados a la música. En Nápoles, por ejemplo, Pino Daniele ha sido un emblema por  en cafés de Italia. En Nueva York  hay bandas de Jazz y Rap que se mezclan con el café de la mañana en invierno. En Argentina el café inevitablemente está conectado con el tango, y por ello se ha elegido a la infartante morocha bahiense Gaby La voz sensual del tango  para que interprete “El último café”. La escena rodada el pasado 26 de mayo en el legendario Bar de Cao (uno de los bares notables de Buenos Aires) ubicado en Matheu e Independencia, esquina disputada entre los barrios San Cristóbal y Balvanera y la producción esta a cargo de Romana Audiovisual.

El Bar de Cao y algo de su historia
En 1915, el edificio de dos plantas y techos de inalcanzable altura,  abrió sus puertas como fonda. Quince años más tarde, dos hermanos de cepa asturiana comprarían el local. El plan de Pepe y Vicente Cao era hacer de esa esquina un almacén con despacho de bebidas, empresa que lograron con creces y a la que le dieron una larga vida. Los fiambres fueron uno de sus productos destacados, cortados frescos al momento. Otros de los productos más buscados eran los fideos secos, las lentejas, el azúcar y el arroz, provisiones infaltables para pasar el invierno y rendir culto al afamado guiso casero. La Avenida Independencia al 2400 invitaba a pasar al almacén -una verdadera fiesta de variedades- y a la vueltita, por Matheu 812, el despacho de bebidas acumulaba a los que llegaban al encuentro de algún trago.
En esa esquina que supo ser generoso emporio, en el que las conservas, la mercadería al peso, los salamines y las botellas rebosaban de las estanterías, anónimos trabajadores inmigrantes llegados a Buenos Aires en busca de su América, encontrarían en ella memorias de su España patria. Muchos otros parroquianos (de aquí, de allá y de ningún lado) concedieron al Bar de los Hermanos Cao el honor de ser su más fiel confidente, su indeclinable cómplice, su eterno compañero.

jueves, 14 de mayo de 2015

Perón, Balbín y Palacios en "Un vermut con la historia"

El próximo viernes 15 de mayo a las 19 hs continuará el ciclo "Un Vermut con la Historia" en el Café Miravalles (Av. Cerri 777) producido por José Valle donde se conjuga música popular en vivo e interesantes historias de personajes inolvidables; en este caso Juan Domingo Perón, Ricardo Balbín y Alfredo Palacios. Hablarán el Dr. Eduardo Giorlandini, el Dr. Victor Benamo y el Prof. Oscar Dante Garcia. La intervención musical estará a cargo del folklorista Joaquín Jacob, con entrada libre y gratuita.
El General Juan Domingo Perón fue electo Presidente de la República Argentina en 1946, 1951 y 1973. En todos los casos llegó a tan alto cargo por medio de elecciones democráticas.
La vida política de Perón tiene, por ello, dos excepcionalidades en América Latina: llegar tres veces a la Presidencia de la Nación y, aún siendo militar, las tres veces mediante el voto popular.
Fue fundador y jefe político del Movimiento Justicialista que aún hoy, a 30 años de su muerte, continúa siendo la fuerza política mayoritaria de la República Argentina (Partido Justicialista).
Perón dejó escritas múltiples obras (La Comunidad Organizada, Conducción Política y Modelo Argentino para un Proyecto Nacional, entre otras), donde expresa su filosofía y doctrina política, y que continúan siendo textos de consulta en el plano académico, aplicados a la vida política argentina y continental.
Ricardo Balbín
 Político y abogado argentino (1904-1981). Fue elegido diputado y senador varias veces. Fue candidato por la Unión Cívica Radical a la presidencia de la Nación. Su influencia en los acontecimientos políticos fue muy importante. Fue el más decidido opositor político y contraparte del Gral. Perón. Sus figuras estuvieron emblemáticamente enfrentadas y, en conjunto, representaron toda la pasión política característica de su época. Derrocado el gobierno del Dr. Illía, Balbín decidió lanzar una nueva propuesta, abierta a todos los sectores del pensamiento nacional. Por ello, no dudó en encontrarse con Perón en noviembre de 1972 en una reunión que se repitió más tarde en el Congreso, la Casa de Gobierno y en la residencia de Olivos. En aquellas ocasiones Balbín se propuso preservar las ideas de su partido pero impulsando el respeto mutuo y la búsqueda de coincidencias.
Alfredo Palacios
 Nació en Buenos Aires y murió en su ciudad natal.
Líder socialista, intelectual, legislador; escritor y educador. Graduado en leyes en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Más tarde fue profesor y decano. También ocupó la cátedra en la Facultad de Ciencias Económicas, donde además ejerció por primera vez, la cátedra de legislación laboral. Se desempeñó igualmente como profesor y decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de La Plata y ocupó la presidencia de esta última hasta su renuncia a todas sus asignaciones académicas, como protesta contra el peronismo en 1944.
Palacios fue uno de los fundadores del partido Socialista. En 1902 fue electo para la legislatura de Buenos Aires y dos años después fue el primer diputado socialista para el Congreso Nacional, por la Capital Federal.
Reguló el trabajo del niño y la mujer y prohibida la tarea nocturna y dominical.
Electo senador (1935-1943). En 1940 coadyuvó en la formación de Acción Argentina. Durante la Segunda Guerra Mundial apoyó a los aliados. Llegó a ser un vehemente opositor de Perón en los primeros años del gobierno de este último y dedicó más de diez años de su existencia a combatirlo por lo que padeció el exilio.
Alfredo Palacios fue uno de los más grandes intelectuales de su época; marxista de la primera hora, condujo a los argentinos de esta doctrina que insistían en aceptar únicamente los principios marxistas que pudieran ser ventajosamente adaptados a la realidad argentina; su bibliografía es sumamente vasta y manifiesta sus ideas sobre el socialismo y las inquietudes que emergen de sus diversas actividades como jurisconsulto, profesor en leyes, legislador y conductor de un partido político; en 1954 publicó La justicia social, obra que sintetiza sus cincuenta años de lucha en pro de la justicia social, a través de la legislación.

lunes, 11 de mayo de 2015

Fidel Pintos murió hace 41 años

 Nació el 28 de agosto de 1905 en la ciudad de Buenos Aires, más precisamente en el Bajo Belgrano. Tenía seis hermanos, y como es frecuente en los porteños amantes del fútbol, dividía su corazón entre el club de su barrio, el sufrido Defensores de Belgrano, y un equipo de la Primera División, en su caso el poderoso River Plate, que en la década del '30 inauguraría su estadio en las inmediaciones. ¿Señas particulares? Una narizota llamativa, de la que él mismo luego sabría reírse con elegancia: "un domingo fui a la cancha de San Lorenzo y al salir un policía me pidió documentos. Le entrego la libreta y me dice 'éste no es usted, no se parece en nada'. Lo que sucede - le contesté al agente - es que la nariz sigue en la otra página, a la vuelta..."
Comenzó a trabajar a los 14 años, como cadete del Banco Holandés. El joven Fidel, empero, tenía más vocación por el teatro que por las diligencias, algo que a sus padres no les gustaba demasiado. Dos de sus hermanos eran empleados del Correo Argentino, y a través de ellos ingresó a la institución. Trabajó en la sucursal de San Isidro y luego en el Correo Central, hasta que en 1933 perdió su empleo junto con otros miles, merced a un eufemismo tan miserable como "racionalización del personal". Los cesantes eran miles y miles, y la miseria y el hambre hacían estragos: unos pocos años después, un informe del Ejército argentino decía que casi la mitad de los jóvenes que se presentaban a cumplir con el servicio militar obligatorio debían ser dados de baja por no ser físicamente aptos. No por nada a la década del '30, en Argentina, se la conoce como la Década Infame.
Fidel quedó en la calle, pero paradójicamente, perder el trabajo lo empujó en el camino de la actuación. Integraba el grupo teatral "Churrinche", de Domingo Sapelli, y para ganarse unos pesos animaba bailes y presentaba orquestas de tango. A veces se olvidaba lo que tenía que decir y salía del paso con las primeras palabras que le venían a la mente. Los que no prestaban atención a las palabras del presentador no notaban nada raro, porque el tono era serio, formal, el adecuado: los que lo escuchaban raramente entendían mucho más que el nombre del número que seguía a continuación. Un día de 1938, en uno de esos shows, faltó un recitador que estaba en el programa, y Fidel salió del paso hablando de malvones, de glicinas, de ladrillos, de tango y de muchas cosas que nadie entendió pero que causaron mucha gracia.
Un tiempo después, Fidel presentaba a una orquesta en el auditorio de la entidad gremial de los choferes de tranvías y colectivos, la UTA. A medianoche bajó al bar a tomar algo y se prendió en una charla en la que no dijo absolutamente nada inteligible, pero su semblante y su actitud transmitían el convencimiento de que estaba expresando ideas de lo más importantes. Los parroquianos se veían tan divertidos que llamaron la atención del cantinero, que le ofreció a Fidel pagarle el doble de lo que le pagaban por presentar a la orquesta por una hora de actuación. Había nacido la sanata, que según los diccionarios del lunfardo (el argot de Buenos Aires) es una "forma de hablar confusa, incomprensible, en la que se expone un argumento sin sentido ni ideas claras".
Pocos trabajos más difíciles y más nobles había en aquella Argentina que hacer reír a la gente. El propio Fidel acuñó una bella frase que habla de esa dificultad y de la dignidad del oficio: "uno pica una cebolla y se pone a llorar; tráigame usted una hortaliza que me haga reír".En los años '40, Fidel llegó al teatro de revistas, rubro en el que tuvo la suerte de vivir su era dorada, que llegó hasta mediados de los '70. Actuó en las principales salas: el Teatro Maipo, el Casino, el Comedia, el Nacional, en cabarets como Marabú y Tabarís y hasta en el famoso "colmao" El Tronío.
Sobre el final de la década comenzó a actuar en Radio Callao y, en 1948, participó en su primer película, "Novio, marido y amante", protagonizada por Enrique Serrano. Sus dos primeros papeles protagónicos llegarían en 1951, con "La vida color de rosa" y "El hermoso Brummel".
En la buena, Fidel no se olvidaba de las malas que había pasado: como una vez dijera, "un actor es un señor que hoy come faisán y mañana se come las plumas". Fidel se había hecho en una escuela dura, y tal vez esa sea la razón de sus cualidades poco menos que de hombre renacentista: también reveló ser un buen compositor musical ("músico de oreja", se definía). Así lo atestiguan sus valses ("Náufrago", grabado por Mercedes Simone y por Alberto Marino; "Te vi partir", por Hugo del Carril; "Andate", por Horacio Guarany) y el tango "Una copa más" y el bolero "Evocación tropical", en ambos casos compartiendo la autoría con Manuel Flores y Carlos Bahr.
En 1950, en Radio Callao, daba vida a dos personajes, Churrinche y el recordado Mesié Canesú (imagen), su primer gran éxito: un modisto afrancesado y bastante chanta, de léxico rebuscado y cursi y una irrefrenable tendencia a dar consejos absurdos. Canesú pasó de Callao a Radio Splendid, se emitió durante ocho años y cesó el día en que falleció su libretista, Manuel Meaños. Todavía se recuerdan las palabras de despedida del modisto a sus imposibles admiradoras: "besitos, besitos a todas ¡leonas mías!".
En 1959, en "Calle Corrientes", alumbró a otro de sus personajes radiales más populares, Placé, un porteño simpático, fanático de las carreras de caballos, que siempre tenía la "precisa" pero que nunca salía de perdedor, y que solía decir: "yo fumo un paquete de rubios y otro de negros. Para cambiar de tos, ¿sabés?"
Los '60 son los años de Fidel, como todo el mundo sabe... Llega a la TV con "Viva contento", por Canal 7, en 1962. Pero su mejor época en la televisión llegaría un poco después, del brazo de los hermanos Gerardo y Hugo Sofovich en la primera época de "Operación Ja Ja". Los papeles más recordados son tres:
 el profesor Fidelius, un adivino cuya bola mágica era capaz de cualquier disparate. Su incondicional ayudante era el Hermano Pequeninus (Eddie Pequenino), y es un remoto precedente del memorable y mucho más zarpado Manosanta de uno de sus amigos y protegidos: Alberto Olmedo.
El peluquero Don Mateo. El cliente era nada menos que Javier Portales, y los papeles secundarios eran un lujo. Todos los programas aparecían un lustrabotas, interpretado por Juan Carlos Altavista, y un treintañero Jorge Porcel que le traía ofertas "pulenta, pulenta" a Portales con la idea de sacarle un peso (por ejemplo, pasajes a las Cataratas del Iguazú para lavarse la cabeza...). También actuaban Jorge Luz, María Rosa Fugazot y Carlos Carella y, cada vez que alguien decía casualmente la palabra "fuego", entraba un bombero demencial accionando un extinguidor: Alberto Olmedo. Comparen con las reediciones posteriores, incluso con la de Porcel como Don Mateo y Rolo Puente como el cliente, que solía ser bastante graciosa.
 El integrante de la barra de café de "Polémica en el bar" . Fidel integró la que se reconoce unánimemente como la mejor de todas las (muy variadas) mesas: la que compartiera con Porcel, Altavista, Portales y Adolfo García Grau. Su capacidad para la sanata adquirió aquí ribetes de leyenda: entre susurros, frases entrecortadas e inentendibles y palabras grandilocuentes, Fidel podía acreditarse, con tono catedrático, haber descubierto a Guillermo Vilas, o dado el empujón decisivo a Carlos Monzón, o haber tenido sentada en la falda a Sofía Loren. Se hizo tan popular a lo largo de los años que el presidente Juan Domingo Perón, en 1973, lo parafraseó en un discurso ante la CGT sobre el tema de las paritarias: "yo aquí podría decir como Fidel Pintos: 'la inventé yo''' .(Al programa siguiente, Pintos, en vez de sentarse a la mesa común, se sentó solo en un rincón y no le prestaba atención a sus compañeros...). Otra aparición notable, en el sketch, sucedía cuando se desataba la inevitable y esperada pelea final entre Altavista y García Grau, que era interrumpida, de manera no menos esperada, por Fidel Pintos, que amagaba sacar una pistola que nunca se vio y que todos reputaban otra de sus invenciones. El rostro serio e imperturbable de Fidel en esa situación era más gracioso que cualquier mueca.
El éxito del programa hizo crecer aún más el respeto por Fidel. Cuando, en 1968, los Sofovich pensaron en que, en cada programa, uno de los integrantes del elenco presentara a los demás, fue la lógica primera elección. Claro que en el tercer programa, el elegido fue Olmedo, quien para esa circunstancia inventó al recordado Rucucu, y el rol dejó de ser rotativo...
Olmedo era un gran admirador de Fidel, y ambos tenían una relación casi de padre a hijo. Ambos también grabaron a dúo un hoy inhallable disco de chistes pícaros para Microfón (imagen). Pintos le vendió a Olmedo su primer quinta de fin de semana, dándole las llaves antes de empezar a hablar de plata, y fue el padrino de bautismo de Javier, el cuarto de los hijos del Negro. Algunos gestos y trucos actorales de Pintos son perceptibles en Olmedo, en especial en el justamente célebre sketch de Borges y Álvarez que Olmedo jugara con Portales en los años '80, y en el inolvidable discurso que Olmedo hace, como candidato a vicegobernador en las fraudulentas elecciones de la década del '30, en la película "Las mujeres son cosa de guapos", discurso que de tan sanatero bordea el dadaísmo inconsciente.
Otra consecuencia del éxito televisivo fue un reverdecimiento de los laureles de Fidel como actor de cine: de esta época, entre otras, son "La cigarra está que arde" y "Coche cama alojamiento" (1967), "Villa Cariño está que arde" y "Corazón contento" (1968) y "El hombre del año" (con Olmedo, 1970). También tiene pequeños papeles en las películas de los Sofovich (en "Los caballeros de la cama redonda", filme inaugural del dúo Porcel - Olmedo, en "Los vampiros los prefieren gorditos", donde hace de absurdo capataz de la estancia de Portales) y, como en "Corazón contento" (donde acompañaba a Palito Ortega) tiene un rol secundario en una película de otro cantante popular de la época: es el recordado portero venal de "Quiero llenarme de ti", el éxito cinematográfico de Sandro de 1969. Inolvidable su frase cuando percibe la coima por dejar pasar a las chicas a ver al astro: "soy un sentimental..."
Fidel ganó en 1970 el Premio Martín Fierro a la mejor actuación humorística en TV. En los años posteriores seguía en "Operación Ja Ja", en el teatro de revistas, en el cine, en la radio (por Splendid hacía "Discosanatas en alta Fidel... idad y Pintos... fonía", con libros de Víctor Harriague), disfrutaba de la compañía de su esposa María Claudina, de su hijos y de sus nietas. En 1974 había estrenado dos películas (la ya citada "Los vampiros..." e "Intimidades de una cualquiera", de la dupla Isabel Sarli - Armando Bó) y estaba en plena actividad cuando lo sorprendió la muerte, el 11 de mayo. Desde entonces, su cuadro preside las cada vez más gastadas mesas de "Polémica en el bar", y hay quien dice que su sonrisa gardeliana es cada año más sanateada.

sábado, 25 de abril de 2015

Arturo Cancela

Arturo Cancela (1892-1957), narrador argentino, ejerció el periodismo y, en colaboración con Pilar de Lusarreta, escribió varias piezas teatrales. El carácter más significativo de la obra de Cancela está dado por el humorismo que resulta casi siempre de su realidad circundante y consiste en subrayar una parte de esa realidad que, en apariencia, nada tiene de sobresaliente. De la misma manera, subrayando una actitud, el comportamiento de un personaje crea un tipo. El carácter esencial de este humorismo lleva implícito una crítica en la que se entrevé, en la mayoría de las veces, una moraleja. Sus Tres relatos porteños (1922) —“El cocobacilo de Herrlin”, “Una semana de holgorio” y “El culto de los héroes”,— expresan, aun siendo éste su primer libro, todos los recursos humorísticos, todas las observaciones que reaparecerán luego en la obra de Cancela, situadas en un determinado lugar —Buenos Aires—, elemento fundamental para su punto de observación como narrador y humorista. La unidad de este libro, más allá de sus procedimientos y lenguaje, de la descripción de personajes y situaciones de cada uno de los relatos, se advierte en una parecida actitud para abordar esos tres momentos que reflejan otros tantos instantes de la sociedad y el tiempo observados.
Estos tres relatos inician, por su mismo carácter, una serie de obras que se continúan con una misma actitud en el resto de su producción. Así, la Historia funambulesca del profesor Landormy (1943) encierra en una estructura novelesca ese desfile de personajes y situaciones características de Cancela, y todo lo esbozado en sus relatos aparece en esta novela desarrollado pero sin olvidar la estructura de relato seriado con carácter independiente. Muchos de los procedimientos humorísticos de sus relatos están dados a través de su lengua: las ambigüedades, incertidumbres de personajes o situaciones, se reflejan también en sus procedimientos expresivos. Con toda su obra, Cancela da una visión de su país y de su tiempo, expresada a través de tipos, visión que responde aún a la realidad observada y que sobrevive gracias a las cualidades de su humorismo

martes, 14 de abril de 2015

UN VERMUT CON LA HISTORIA EN EL MÍTICO CAFÉ MIRAVALLES

El viernes 17 de Abril a las 19 horas en el Café Miravalles, dará inicio el nuevo ciclo cultural de Dandy Producciones para la programación anual de BAHIA BLANCA NO OLVIDA. Esta innovadora actividad fusionará la cultura del encuentro, el café, el debate y la música conjugando expositores con artistas de música popular argentina. En esta oportunidad actuarán Florencia Albanesi,Paula Barrio y Gaby “La Voz Sensual del Tango” junto los bailarines Enrique y Norali.
La cita será un viernes de cada mes (de abril a noviembre) a las 19 hs en el histórico Café Miravalles de Av. Cerri 777, con entrada libre y gratuita.
Las charlas serán dictadas por distintos reconocidos escritores, historiadores y periodistas y versarán sobre algunos de los personajes más enigmáticos que han pasado a la historia por sus hechos o por las leyendas que han crecido entorno a ellos, comenzando en la primera entrega con Ezequiel Martínez Estrada y Eduardo Mallea. Ambos escritores serán evocados por Nidia Burgos, Doctora en Letras por la Universidad Nacional del Sur con Posgrado en Gestión en Cultura y Comunicación en FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de Buenos Aires) quien entre 1991 y 2007 presidió la Fundación Ezequiel Martínez Estrada y desde el 1º de abril de 2007 dirige la Editorial de la UNS.

A lo largo del año pasarán por “Un vermut con la historia” exposiciones cargadas de recuerdos y las más variadas anécdotas de personajes diversos: Juan Domingo Perón, Alfredo Palacios, Roque Sáenz Peña, Eva Duarte de Perón, Ramón Bernabé Estomba, Teófilo Bordeu, Regina Pacini y Marcelo Torcuato de Alvear, Luis C. Caronti, Carlos Gardel, el mago Odronoff, Ricardo Lavalle, Juan Galo de Lavalle, Alicia Moreau de Justo, Cecilia Grierson, Domingo Faustino Sarmiento, Moisés Lebensohn, Osvaldo Pugliese, Pepe Arias, Fidel Pintos, Alberto Olmedo, Manuel Dorrego, Bernardo de Monteagudo, Hipólito Yrigoyen, Francisco “Pancho” Ramírez, Martín Miguel de Güemes, Juana Azurduy, Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo, Jorge Newbery, Luiz Inácio Lula da Silva, Nelson Mandela, Amadeo Jacques, Miguel Cané, Lisandro de la Torre, Leopoldo Lugones, Arturo Jauretche, Fray Mocho, Osvaldo Soriano, entre otros.
 “El Miravalles”, puede explicar mejor la naturaleza de una institución social que comprende elementos de antiguas pulperías, “esquinas”, “boliches”, cafés, bares, despacho de bebidas o figones. Pluralizamos porque al no presentar cada uno de esos nombres una figura tipo pura, “El Miravalles” reunió diversos elementos definitorios que son las raíces de antigua data, con las transformaciones propias de cualquier itinerario histórico, generadas por innúmeros factores, particularmente sociológicos y económicos. Simplificando el asunto: “El Miravalles” tuvo nombre y renombre como bar y como café, sin excluir las reales características de otros con funciones entrelazadas en el tiempo y composición social variopinta.
Nombre de montaña, de villa y municipio español, en la provincia de Viscaya; creó aquí, en la ciudad de Bahía Blanca, un inmenso cúmulo de afectos y querencias, dispersas en todos los puntos cardinales, desde el momento de su fundación, por haberse instalado frente a la Estación del Ferrocarril Sud (hoy Roca), en la Avenida General Daniel Cerri, receptando la presencia de viajeros, los que se iba, o volvían, o de paso.
Qué artista de paso por la ciudad no recaló allí, alguna vez, para departir con buenos amigos en una improvisada tertulia?... Selectivo para no mezclar inadecuados operativos trasnochados. Los hermanos Visconti tuvieron allí su ámbito para compaginar frecuentes parlamentos, José Marrone, Luis Sandrini, Antonio Maida, Ezequiel Navarra, entre otros tantos, compartieron una copa en el Miravalles antes de tomar el tren”.Y como si esto fuera poco, Carlos Gardel, de lo cual ya no existen dudas, por la cantidad de testimonios.

miércoles, 1 de abril de 2015

Circo criollo

Los historiadores afirman que el circo criollo fue el primer espectáculo que puso en juego algo de la identidad sudamericana, por haber sido el primero que dejó de imitar las artes provenientes de Europa, tiene sus inicios a mediados del siglo XVIII en Argentina y Uruguay.
Realizaba sus presentaciones en carpas que iban de pueblo en pueblo, su significación ha sido destacada en todas la referencias al teatro rioplatense, sobre todo lo relacionado a la actividad de los Hermanos Podestá ya hacia finales del siglo XIX. Se trataba de un espectáculo con pista circense y escenario, donde las obras teatrales jugaban el rol artístico más importante.Se caracteriza por tener dos partes, la primera de habilidades y la segunda de representación de un drama criollo. El primer y más famoso drama es el titulado Juan Moreira, que representa la historia del gaucho perseguido por la ley, tema anteriormente tratado por José Hernández en Martín Fierro.
Los antecentes de espectáculos circenses en la zona del Río de la Plata se remontan a 1757, acróbatas y volatineros como Arganda en el coliseo de Aguiar y Sacomano en Buenos Aires, Joaquín Duarte, Joaquín Oláez y Gacitúa y la familia de Fernando García que actuaban en la Plaza de Toros de Retiro o en el Circo de la Alameda, también el Circo Bradley, que ofrecía actos de jinete y payaso hacia 1820, y el circo de José Chiarini. Hacia 1836 comenzaron a aparecen los volatineros criollos.
En 1840 nació Sebastián Suárez a bordo de una embarcación en jurisdicción brasileña, aunque sería anotado en Buenos Aires. Siendo niño ve al Circo Olímpico de Juan Lippolis, y ese encuentro lo lleva a buscar materiales como bolsas de arpillera, a las que desarma y vuelve a armar extendidas para confeccionar su propia carpa de espectáculos.
En cada presentación circense de la zona Sebastián Suárez aprende trucos y técnicas, utiliza maquillaje y ropas estrafalarias y se convierte en tony. A la entrada coloca un cartel que dice: "Circo Flor América". Así nació el primer circo de Buenos Aires, al que luego Alejandro Rivero (yerno de Sebastián Suárez) bautiza Circo Unión y luego el Circo de los 7 Hermanos.
Algunos historiadores opinan que el verdadero circo criollo nació 1886 cuando los hermanos Gerónimo y José Podestá y la representación la obra de Eduardo Gutiérrez Juan Moreira.
Los hermanos Podestá fueron contratados en Montevideo por Pablo Rafetto en 1877 para realizar acrobacias y allí nació el personaje de José Podestá "Pepino el 88".Luego, con su compañía el Circo Arena, recorrieron Uruguay y en 1880 se embarcaron hacia Buenos Aires. Difundieron enormemente los temas gauchescos y los aires musicales. A través del circo criollo se dio a conocer el pericón en reemplazo del folclórico gato, y popularizó otros ritmos musicales tradicionales, rescatando a muchos de ellos del olvido.
A partir de 1886 comenzaron a denominarse circos "de primera parte" a los que solo ofrecían números de pista y circos "de primera y segunda parte", los que ofrecían luego una representación teatral. La denominación de circo criollo responde al carácter humilde y las representaciones autóctonas que los caracterizaban.
Sus giras acercaron las primeras experiencias teatrales a poblaciones alejadas de la capital, así como costumbres y usanzas rurales al público de la ciudad. Su creciente popularidad, así como la expectativa generada por la llegada de un nuevo espectáculo, motivó a numerosos autores dramáticos.
A fines del siglo XIX surgieron numerosos circos criollos argentinos como el Circo Ecuestre, el San Carlos, Circo Paysandú o Circo Pabellón General Lavalle, y en la primera década del siglo XX el Queirolo, el Anselmo, el Giani, el Unión, el Fassio, el Saporitti, el Sarrasani o el Alarcón, entre otros

miércoles, 18 de marzo de 2015

Nini Marshall :inigualable.

La mítica reunión en torno a la radio era el ritual cotidiano de la mayoría de los porteños, sin distinción de clase o edad, en las décadas del 30 y del 40. En una gran cantidad de veces era para escuchar a una mujer que poseía un humor sencillo, simple pero no por eso menos efectivo. Una demostración de su talento fue su éxito en el cine, porque no tenía una belleza deslumbrante y tampoco una voz privilegiada que le permitiera destacarse como cantante, sin embargo a pesar de no poseer ninguna de estas dos características, consideradas claves en esa época para convertirse en una gran estrella cinematográfica, igual consiguió volverse enormemente famosa.
Ella sola concebió sus innumerables y populares personajes, además de haber sido la autora de sus propios libretos. Además tuvo que enfrentarse a la censura de los gobiernos autoritarios de ese tiempo, ya fuesen elegidos de forma fraudulenta o legítima.
Es que sus caracterizaciones mostraban una imagen de Argentina que nada tenía que ver con la que circulaba por las mentes de los dirigentes, sino aquella que los auténticos artístas saben plasmar y que son verdaderos documentos de identidad de un pueblo, el de carne y hueso, con defectos y virtudes.
Su legado a los humoristas actuales se hace evidente en numerosos casos, como en las mujeres desbocadas de Antonio Gasalla, los tilingos de Carlos Perciavalle, las imitaciones de Juana Molina o Ana Acosta y las caracterizaciones de Cecilia Rosetto y Gabriela Acher, por citar a algunos.
Ella se transformó en un fenómeno de masas que tuvo su inicio en la radio y prosiguió en el teatro, el cine y en una etapa crepuscular en la televisión, hasta que el 18 de marzo de 1996, a los 92 años se apagó la vida de Marina Esther Traverso, a quien todos recordamos con el nombre de NINÍ MARSHALL.
La creadora de Catita, Cándida, Doña Pola, y otros personajes tan entrañables como estos, casi nació con el siglo, el 1 de Junio de 1903 en el barrio de Caballito. La llamaban cariñosamente Niní.
Hija de Pedro Traverso –que falleció cuando ella tenía apenas dos meses- y María Angela Pérez fue educada en un ambiente que favorecía la creatividad artística, a tal punto que su madre quería que estudiara Filosofía y Letras, cosa poco común para las chicas de esa época. Seguramente tanto estímulo rindió sus frutos más tarde.
  Casada con un ingeniero, llamado Felipe Edelman, apenas terminado el colegio secundario y a dos meses de dar a luz a su hija Ángeles, falleció su madre. Por ese mismo tiempo su marido, que era un jugador compulsivo, perdió todo el dinero y los valores. Su decisión fue terminante: separarse. "Mi catástrofe sentimental y económica" la llamó en sus memorias. Sin embargo semejante tragedia no logró inmovilizarla, sino que desplegó una singular actividad. Se convirtió en crítica de espectáculos, y empezó a firmar con el seudónimo Mitzi algunas notas de chimentos en una columna denominada "Alfilerazos" para "Sintonía", la mayor revista de espectáculos de los años 30.
No obstante fue en el programa radial "La Voz del Aire", en 1934, que empezó a trabajar seriamente su talento, como la "cancionista internacional" Ivonne D'Arcy -que todo lo imitaba y que todo lo cantaba-. Este personaje, con un rótulo cursi, le permitió modelar el oficio de la genial imitadora y descubrir los recursos que le ofrecía la radio.
Aunque el éxito de sus otros personajes y el cine hicieron olvidar a Ivonne, pero sobre todo porque había decidido cambiarse el nombre por uno "más pegador". Para ello recurrió al apodo de su infancia: el cariñoso Niní (de Marinita, Ninita), que lo complementó con el apellido Marsal, proveniente de las tres primeras letras de su nombre (Marina) y del apellido su segundo marido, Marcelo Salcedo. Tal vez por cosas del destino, o por que la prensa no lo consideró lo suficientemente glamoroso, lo modificó transformándolo en Marshall.
En esta etapa de su carrera ya compartía cartel con figuras consagradas como Marcos Kaplan, Pepe Iglesias, Tito Lusiardo y Juan Carlos Thorry.

En 1938, Manuel Romero, un famoso director cinematográfico, entendió que aquella señora que se iba haciendo popular por la radio, podía tener futuro en el cine. De este modo fue como se eligió a "Catita" para encarnar a una de las "Mujeres que trabajan", su debut cinematográfico que resultó un gran éxito de taquilla.
"¿Sabe ande asistimo anoche? A un concierto -cuenta Catita o mejor dicho la señorita Catalina Pizzafrola-. Salió un melenudo y se puso a aporrear el piano, que yo pensaba: 'Dale nomá... ¡Cómo sevé que el piano no es tuyo! Si te agarra Jacobo Fisher...' Porque el piano tenía el monograma del dueño: Jacobo Fisher".
Cuentan sus memorias, aparecidas en 1985, que la fuente de inspiración para la composición de Catita fueron las chicas que se juntaban en la puerta de la radio a la espera de Juan Carlos Thorry, por entonces su compañero en ese medio. "Eran muchachas chismosas, encantadoras y meteretas. Decían 'voy de Fulana', vestían de mal gusto y en forma extravagante", con estola de zorro y sombrero. El nacimiento de Catita fue algo casual y anecdótico, resultó de una broma más a su compañero de trabajo. Una vez, Niní se presentó delante de Juan Carlos Thorry y le dijo: "¿No me daría un utógrafo, diga? Yo que tanto lo amiro. ¡Ande ...sea bueno, déale!" . Y es que Catita deja su ignorancia de manifiesto cuando pregunta: "¿lo qué?" y tiene actitud de 'sabelotodo'. Sin embargo, es una mujer solidaria, "no es mala" dijo Niní, "es criticona, y al criticar dice maldades"
Para elaborar a Catita recurrió a las fuentes, por eso se paseaba en colectivo, iba de compras a los mercados especialmente para encontrarse a una de esas chicas, que luego las seguía incluso hasta la casa.
Niní definió a su personaje como "la expresión cabal del quiero y no puedo". Pero aquí no todo el mundo está de acuerdo con la definición que dio Niní de su creación. Para el escritor y filósofo Abel Posadas "el quiero y no puedo" se contradice, "en realidad es quiero, puedo, hago lo que se me antoja y no le tengo miedo al ridículo".
Emilio Córdoba, dueño de la tienda "La piedad" le propuso auspiciar, en la radio, algún personaje nuevo. Ella y Thorry le presentaron a Catita. Al escucharla, Córdoba se divirtió mucho, pero se negó a dar el auspicio. "Si nosotros promocionamos a Catita, pierdo a mis clientes. ¡Son todas iguales a ella!". Finalmente su debut radial fue el 21 de mayo de 1937.
"Hola Dolores -dice la gallega Cándida, hablando por teléfono-. ¿Sabés quién se está por morir? Paco, el relojero. Se le está acabando la cuerda. Anda medio muerto, por eso la mujer se ha puesto de medio luto. Y la que se murió fue la Firmina. ¡De un aire! ¡Qué cosa más tonta! Se hobiera muerto de un ventarrón."
En el año 1939 los Establecimientos Filmadores Argentinos contrataron a Cándida, un personaje que tuvo un nacimiento muy particular. A través de ella, Niní inmortalizó el espíritu de Francisca Pérez, la mucama de su casa; y fue con ella que ingresó al mundo del espectáculo. La imitaba de niña, de adolescente, de joven. En su casa, con sus amigos, con sus compañeros de redacción o con los primeros colegas de la radio...y después ante el micrófono. Aunque ya entonces, más que una imitación, era una caricatura.
"Chiquita y fea como era, entro en mi corazón para siempre. -contó Niní- acababa de llegar de España en busca de una casa donde le pagaran un sueldo, le diera casa, comida y los domingos libres. Había nacido en Mataluenga del Bierzo, un pueblito de la provincia de León. Pero por todas sus características, era una auténtica gallega. (...) A mamá, por ejemplo, era capaz de decirle:
- No diga burradas, señora... Osté, con sus cortos conocimientos no sabe que...
A veces le preguntaba a una visita que almorzaba en casa:

- Osté, ¿no come más?
- No, Francisca. Gracias
- ¡ Qué zonzo ! .
(...) Era inteligente para algunas cosas, pero nunca le interesó aprender a leer ni a escribir. "¿ Para que voy a aprender? ¿ Para que se rían de mí?". Por insistencia de mi mamá, intenté enseñarle, pero fue inútil. No logré hacerle escribir una o, ni por redonda".
Debuta en un programa de radio de una porteña de alta sociedad llamada Josefina Cano Raverot, conocida como Pipita y que conducía el programa "El chalet de Pipita". En cierta vez, escuchó a Niní imitando a su querida y recordada mucama Francisca y le pidió que repitiera el personaje en su programa, como propaganda para la venta de diferentes productos.
Cándida representa a los inmigrantes gallegos honrados y tenaces, trabajadores, fieles, incapaces de la bajeza pero muy apegados a lo utilitario. Ellos emocionan fácilmente cuando les viene "la morriña", o sea la nostalgia por su tierra, Galicia.
Para Abel Posadas "Niní entrega con Cándida - un nombre nada casual - un homenaje filoso hacia la inmigración que, contestataria sin saberlo, nada tiene que ver con las cabezas rubias soñadas por Alberdi y Sarmiento..."
Una censura muy particular
Hizo un total de 37 películas, entre ellas se destacaron especialmente, la ya nombrada "Mujeres que trabajan", "Divorcio en Montevideo", "Casamiento en Buenos Aires", "Luna de miel en Río", "Cándida", "Hay que educar a Niní", entre otras, en donde ella era la autora de la mayoría de sus diálogos.
Su talento para reproducir los rasgos del habla de diferentes sectores sociales o colectividades fue un aporte no sólo para el humor, sino también para la investigación filológica.
Pero estos valores fueron juzgados como "una deformación del idioma" que ponía en riesgo la pureza de la lengua "para el pueblo que no tiene capacidad de discernir", según enunciaron los funcionarios -de mentes muy estrechas- del golpe de Estado del 4 de junio de 1943. La misma consideración se tuvo con muchas letras de tangos por la utilización del lunfardo y modos del habla de la sociedad argentina. Todo aquello a pesar de que un interlocutor siempre ejerciera una suerte de ultracorrección en cada aparición de Catita, que dada la situación que estaba viviendo un día debió despedirse de la audiencia con un "hasta mañana, si nos dejan..."
Ya en 1950, Niní debió alejarse del país acusada de enemistad política. El gobierno de Juan Domingo Perón, si bien no la había prohibido expresamente, dio orden de rescindir sus contratos cinematográficos, medida que a los efectos prácticos funcionó como una censura. Curiosa paradoja para un gobierno mayoritario que mediante artilugios prohibía a una artísta muy popular. Como dijo una vez un crítico "prefirió el autoexilio a reinar censurada", entonces se dirigió rumbo a México, en donde siguió trabajando en radio y en cine, deslumbrando no sólo al público mexicano, sino también al cubano, al español y al de los barrios latinos de Nueva York. En esa época se divorció de un marido que no pudo dejar sus propios asuntos de Buenos Aires. En 1952 se casa por tercera vez con Carmelo Santiago.
Permaneció en México hasta 1955, año en que regresa e inmediatamente vuelve a ubicarse entre las grandes figuras, aunque su carrera, no deslumbró como antes. En esta época se destaca en teatro el gran éxito que significó "Coqueluche", con Thelma Biral.
En 1973 debutó en la temporada marplatense –de la mano de Lino Patalano- con "...Y se nos fue redepente", un espectáculo de café concert que ha sido considerado como uno de los máximos exponentes del humor negro en la Argentina. En él, alternaban en escena todas sus creaciones con motivo del funeral de Don Pascual, el zapatero del barrio. Llegó a las 800 representaciones, un programa especial en Canal 13, junto a Carlos Perciavalle (se puede ver un fragmento en Internet, en el site de la WebTV: www.webtv.com.ar) y un disco en la compañía CBS.

"Una noche en la radio" junto a Juan Carlos Thorry, la estreno en 1977 en el Teatro San Martín. Se trataba de una nostálgica evocación de una audición radial de los años 40 en donde se presentaban sus históricos personajes. Luego de ser la figura estelar de varios programas televisivos y de una despedida escénica en 1981 con una obra que tenía el melancólico título de "¿Quién apagó la luz?", acompañada por Jorge Luz, en 1983 decidió retirarse. Dos años más tarde, recopiló sus recuerdos y experiencias en un libro: "Mis memorias". Sólo en el '88 apareció fugazmente en televisión para el ciclo de Antonio Gasalla.
A partir de ese entonces se sucedieron numerosos homenajes, como cuando fue nombrada Ciudadana Ilustre, en 1989, por el gobierno del Partido Justicialista de la Municipalidad de Buenos Aires, como una actitud que apuntaba al desagravio por la censura ejercida cuatro décadas atrás. El reconocimiento de sus pares llegó en 1992 con el Premio Podestá, otorgado por la Asociación Argentina de Actores, y en ese mismo año su productor Lino Patalano, la actriz Marilú Marini y el director Alfredo Rodríguez Arias eligieron sus textos para montar en París una obra llamada "Mortadela", que se estrenó en Buenos Aires al año siguiente. El mismo equipo creó el espectáculo "Nini", en 1995, que fue presentado en París y Buenos Aires.
El último gran homenaje se realizó, con el auspicio oficial del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, hace poco tiempo, el 25 de junio de 1997, con motivo de la presentación de un libro dedicado a la actriz y sus personajes "Niní Marshall, la máscara prodigiosa", realizado por Susana Degoy, su sobrina nieta. Su presentación fue una ceremonia presidida por el titular del gobierno de la ciudad, Fernando De la Rúa, la autora de la obra, Ángeles -la hija de Niní Marshall-, el actor Carlos Gamallo –su nieto-, y numerosos artístas y personalidades de la cultura y la política.
Hugo del Carril, Niní Marshall, Luis Sandrini, Libertad Lamarque y Tita Merello han conformado -para varias generaciones de argentinos- el epicentro del imaginario popular. De todos ellos, los más originales fueron Hugo del Carril y Niní, ya que los otros siempre representaban al mismo personaje. Pero sin duda la más genial y prolífica fue Niní Marshall.
Para los psicólogos, Niní parece presentarse como un caso evidente de doble personalidad; para los astrólogos, tiene los rasgos típicos de los geminianos; para los sociólogos, es el resultado de la aguda observación de las características de sus semejantes en distintos estratos sociales; y para los filólogos, sus personajes representan un objeto de estudio del habla de los argentinos, tal es así que del Instituto de Filología de la Facultad Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la Plata se grabaron, en una audición especialmente preparada por Niní Marshall, cuatro de sus personajes. El Instituto de Filología dejo de existir hace ya unos años y lamentablemente se desconoce el destino de esos registros.
"-¿Cómo aprendí a hablar como los inmigrantes?" -contaba Niní- "Bastaba con pasar un ratito en la ventana de casa". Porque entre 1910 y 1920 Buenos Aires era una Babel de dialectos mezclados con la lengua de la ciudad. El sainete porteño es fiel testigo de aquel momento y la garganta de Niní fue su difusora.
Su fama se cimentó en el medio radial, a la que el cine de Bayón, Herrera y Amadori le dio imagen y aumento de popularidad, sin opacar el tremendo éxito de la radio.
El país entero cayó bajo la mímesis de Niní, todo se paralizaba para escuchar su programa. Es que en aquel tiempo, la programación radial tenía una mayor repercusión y relevancia que la de hoy en día. El filósofo Abel Posadas explicó que "para toda esa gente sin libertad y sin trabajo o con empleos pésimamente remunerados, la radio ofició de puente entre la esperanza y la ilusión".
En este marco, el sociólogo Julio Mafud analizó la relevancia de la artista y su obra: "Niní aparece en un período de reacomodamiento de los distintos niveles sociales, que sería en general transitorio, y por el cual todo el mundo quería imitar a la clase inmediatamente superior, exagerándola y cayendo en lo que se conoce como pautas de "cocoliche", el inmigrante que imitaba exageradamente al criollo, y que por el proceso inverso era descubierto.
Ella ante un gran auditorio es la comunicadora entre la caricatura y el elemento cómico. Representaba un personaje por estrato social."
Vistos retrospectivamente, sus personajes hablan de la Argentina que ya no es, de los inmigrantes de principios de siglo, de los provincianos deslumbrados por la capital, de las familia oligárquicas o de nuevos ricos pretendiendo parecérseles. Exagera sus defectos, sus virtudes y sus características
Todos sus personajes fueron muy populares. Pero, sin duda alguna, los dos más celebrados y mas recordados son Catita y Cándida, los demás nunca gozaron de la popularidad de estas dos geniales creaciones, a pesar de la maestría de su composición.
Entre ellos se destacaron:
Niní Marshall 
con Enrique Muiño.
Doña Pola.
Una simpática anciana judía. Es la dueña de la tienda "Los 3 hemisferios" y que aprovecha cualquier ocasión para hacerle publicidad.
Mónica Bedoya Hueyo Picos Pardos de Unzué Crostón.
Insoportable mujer llena de modismos y costumbres aristocratizantes. Atrapada por la sociedad de consumo rechaza todo lo común. Con la "bienuda" de Barrio Norte incorpora nuevos códigos al habla argentina como "podéme" o "tarúpido" (mezcla de tarado y estúpido) y destrucción de fonemas como por ejemplo "depre" y "porsu". Es la tilinguería de las mujeres de la clase alta o las que aspiran a serlo.
Belarmina Cueio.
Chica provinciana, empleada doméstica de la Niña Jovita. Algo mentirosa, torpe y a menudo reprendida por su patrona, que en ocasiones la castiga físicamente. Las obligaciones de casa y cuidar al loro son su ocupación. De ella nos dice Niní "surgió en mi mente en los años en que estuve viviendo en el interior".
La niña Jovita y su loro Romeo.
Mantiene siempre su deseo de "casosiarse" con un caballero que enamore su corazón ingenuo de dama antigua. Niní la sacó de la observación de las amigas solteronas de su tía.
Gladys Minerva Pedantoni.
Es la alumna más estudiosa la clase. Desenfadada, vanidosa que obsequia regalos a sus maestras y es el blanco de las bromas de sus compañeros.
Doña Caterina Gambastorta de Langanuzzo.
Abuela de Catita de 90 años, y a pesar de estar hace mucho en la Argentina conserva su acento italiano.
Don Cosme.
Un italiano de voz ronca, al que abandonó pronto por consejo de su fonoaudiólogo.
Lupe.
Es una joven mexicana sufrida y enamorada de su esposo Margarito, borracho y haragán.
La Bella Loli.
Actriz de varieté pasada de moda.
Giovannina Regadiera.
Recreación de una soprano italiana.
Fruelain Frida.
Una alemana dueña de un largísimo perro salchicha.
Mingo.
El chico travieso del barrio. Es el hermano de Catita.
Doña Pola
Gladys Minerva Pedantoni
Don Cosme
Mingo
En Argentina:
Mujeres que trabajan (Romero, 1939)
Divorcio en Montevideo (Romero, 1939)
Cándida (Bayón Herrera, 1939)
Casamiento en Buenos Aires (Romero, 1940)
Los celos de Cándida (Bayón Herrera, 1940)
Hay que educar a Nini (Amadori, 1940)
Luna de miel en Río (Romero, 1940)
Yo quiero ser bataclana (Romero, 1941)
Orquesta de señoritas (Amadori, 1941)
Cándida millonaria (Bayón Herrera, 1941)
La mentirosa (Amadori, 1942)
Cándida, la mujer del año (Santos Discépolo, 1943)
Cármen (Amadori, 1946)
Madame Sans Genes (Amadori, 1947)
Santa Cándida (Amadori, 1946)
Una mujer sin cabeza (Amadori, 1947)
Buenos Aires canta (Producción Sucesos Argentinos, 1947)
Porteña de corazón (Romero, 1948)
Mujeres que bailan (Romero, 1949)
En España
Yo no soy la Mata Hari (Perojo, 1949)
En México
Una gallega en México (Soler, 1949)
Una gallega baila mambo (Gómez Muriel, 1950)
La alegre casada (Zacarías, 1950)
Mi campeón (Urueta, 1951)
Los enredos de una gallega (Soler, 1951)
Amor de locura (Baledón, 1952)
Dios los cría (Martínez Solares, 1953)
Una gallega en La Habana (Cardona, 1955, coproducción con Cuba)
De regreso al país
Catita es una dama (Saraceni, 1956)
Cleopatra era Cándida (Saraceni, 1964)
Escándalo en familia (Porter, 1967)
Ya tiene comisario el pueblo (Carreras, 1967)
La novela de un joven pobre (Cahen Salaberry, 1968)
Vamos a soñar con el amor (Carreras, 1971)
Que linda es mi familia (Ortega, 1980)

miércoles, 11 de marzo de 2015

Oreste Omar Corbatta, un ídolo

“No me pasés la pelota que no la veo”, le dijo Oreste Omar Corbatta a Raúl Oscar Belén antes de un crucial partido de Racing Club frente a Estudiantes de La Plata. La estrella del equipo había llegado al estadio de Avellaneda con una curda fenomenal y la legendaria Tita Mattiussi lo recibió con un baldazo de agua fría para tratar de apaciguar los efectos del alcohol. No pudo. El Loco estaba demasiado borracho como para comprender la charla técnica y todo lo que sucedía a su alrededor. Sin embargo, tenía que jugar. Corbatta era demasiado bueno como para quedarse afuera por un simple exceso. Sin ver la pelota, marcó dos goles. Imagínense lo que hacía cuando la veía.
Es el máximo ídolo de la historia de Racing y uno de los jugadores más queridos de todos los tiempos en el fútbol argentino. Un crack romántico, un wing que definió a todos los demás wines, un hombre que no sólo marcó una época: creó una manera de entender el juego. Corbatta tenía habilidad, precisión, gambeta, picardía y personalidad. Cuando tomaba contacto con la pelota, sólo se desprendía de ella cuando él lo decidía. Era imposible marcarlo sin pegarle. Se ganó el apodo de Loco no por sus conductas fuera de la cancha, sino por su forma de jugar. Hacía siempre lo contrario a lo que la lógica indicaba y en cada una de sus actuaciones dejaba algo para el recuerdo.
Antes de un encuentro contra Ferro Carril Oeste, con la camiseta de Boca, un fotógrafo le dijo: “Dale Corbatta, jugá que te saco una foto”. Es que muchas veces el Loco no tenía demasiadas ganas de jugar y su cara y su actitud eran muy transparentes como para ocultarlo. “Si me sacás una foto, juego”, le respondió. El reportero asintió y entonces Corbatta agarró la pelota, gambeteó a cuatro rivales y convirtió un golazo. “¿Y, me la sacaste?”, preguntó. “No me diste tiempo, recién preparo el rollo”, contestó su amigo ocasional. Eso provocó el enojo del crack, que se quedó parado al lado de su línea y no tocó más la pelota en todo el partido.
Muchos dijeron que Corbatta fue “el Garrincha argentino”, pero algunos que vieron jugar a ambos afirman que Oreste era igual o mejor que Mané. De todos modos, no tiene sentido crear una rivalidad. Fueron contemporáneos y entre ambos crearon una identidad: la del wing. Futbolistas de apariencia frágil, flacos, chuecos y hasta un poco deformes. Pero increíblemente talentosos. Locos por su forma de afrontar la vida, genios por su manera de jugar, felices por lo que transmitían en la cancha y desdichados por lo que vivían fuera de ella. Quizás la raza de futbolista más querible que hubo jamás.
“Creíamos por error que se llamaba Comesaña. La rompió y le hizo hacer dos tantos al Turco Balassanián, goleador de la tercera. Varios años después supimos que el marcador de punta rival, severo defensor, era el tucumano David Iñigo, que después compartiría plantel de la Selección con él”, afirmó hace tiempo en una entrevista a la agencia Télam el ex defensor Héctor Bono, el primer gran amigo de Corbatta en Racing. Dos mil personas fueron a ver el debut de la nueva estrella en la Academia. Es que ya se venía hablando de un flaquito que era un fenómeno. El flaquito no decepcionó a nadie.
Corbatta nació en un pueblito bonaerense llamado Daireaux, pero creció en La Plata junto a sus ocho hermanos. Su padre murió cuando él era un niño y su madre decidió trasladar a la familia a la capital de la provincia. Su niñez fue dura, como la de muchos cracks del fútbol argentino, que encontraron en la pelota una salida a la pobreza y un sitio de pertenencia. Oreste no fue a la escuela y era analfabeto, algo que lo avergonzó durante toda su vida. A pesar de eso, siempre llevaba consigo un diario, como si fuera un recordatorio de su carencia. Su primer acercamiento al fútbol profesional fue en Estudiantes, donde jugó en sexta división y quedó libre tras una lesión en el tobillo. “Se olvidaron de él”, contó Julio Venini, futbolista del equipo platense.
Deslumbró en Juverlandia de Chascomús un par de años, hasta que lo encontró un enviado de Racing Club. Todos en el pueblo conocían su talento y a nadie le sorprendió que poco después el crack de barrio que era imparable en los potreros brillara en las canchas de primera división. Debutó en 1955 y dos años después formó parte de una de las Selecciones más recordadas de todos los tiempos: la de los Carasucias en el Sudamericano 1957 que le ganó 3-0 a Brasil en la final. La delantera sale de memoria: Corbatta, Maschio. Angelillo, Sívori y Cruz.

Ese año, además marcó el mejor gol de su carrera, que también es un hecho trascendental para el periodismo mundial. Fue en un partido frente a Chile disputado en la Bombonera, por las Eliminatorias para el Mundial de Suecia 1958. Gambeteó a dos rivales, luego al arquero y cuando estaba por definir, espero la llegada de otro defensor, le amagó y volvió a hacerlo pasar de largo. Entonces, definió tranquilo, con los dos chilenos mirando desde el piso. Fue una acción maravillosa, que no necesitó del paso del tiempo y del boca en boca para ganar brillo. Porque la prestigiosa revista estadounidense Life publicó una foto de la jugada en su portada. Fue la primera y única vez que eligieron al fútbol para ilustrar la tapa.
El ex defensor de River Federico Vairo cuenta una anécdota que describe a la perfección su personalidad, pícara y honorable a la vez: “En una ocasión, ni bien empezó el partido se me había parado al lado mío y se me quedó ahí, lo que ya me ponía nervioso. De pronto me miró y me dijo ¿Cómo anda tu madre?… ¿y de la vida de tu hermana qué es? Yo le respondí ¡Callate y jugá!… Cuando termine el partido nos vemos afuera si tenés algo que decirme… Con eso se calló la boca y me dejó de embromar. Tras finalizar el encuentro, mientras nos estábamos duchando golperon la puerta del vestuario. ¡Era él que me venía a buscar! Salí con toda precaución… y vi que quería charlar conmigo en serio, venía a invitarme al vestuario para tomar algo porque cuando intentó hacerlo inicialmente en el campo me había enojado”.
Jugó siete años en Racing, hasta 1962, año en el Alberto J. Armando pagó una cifra récord para llevarlo a Boca: 12 millones de pesos. En la Academia fue dirigido por Juan José Pizzutti, quien le puso el apodo de Arlequín. Fue amado por todos en Avellaneda y hasta hinchas de Independiente se hicieron socios del clásico rival para disfrutar del fútbol de Corbatta. En Boca mostró sólo destellos de su magia, como en una ocasión en la que marcó tres goles a Vélez. En 1965 pasó a Independiente Medellín y cuatro años más tarde volvió a Argentina para jugar en San Telmo. Se retiró en 1974, jugando para Tiro Federal de Río Negro.
Es el máximo ídolo de la historia de Racing y uno de los jugadores más queridos de todos los tiempos en el fútbol argentino. Un crack romántico, un wing que definió a todos los demás wings, un hombre que no sólo marcó una época: creó una manera de entender el juego.
Además de ser el máximo ídolo de la historia de Racing y un jugador emblema para los románticos, Corbatta fue uno de los futbolistas que más se destacaron en la Selección Argentina. Fue el único que se salvó del desastre de Suecia en 1958, tiene el récord de presencias consecutivas en la Selección (27) y marcó 18 goles internacionales. Después del subcampeonato en 1930 y la participación fallida en 1934, el equipo nacional estuvo 24 años sin jugar una Copa del Mundo. Cuando regresó, el símbolo era Oreste Corbatta. El resultado de la excursión sueca fue pésimo, pero su huella con la Albiceleste también es imborrable.
No le gustaba entrenarse, llegaba tarde y muchas veces los entrenadores no lo ponían. Pero era imposible tenerlo en el banco de suplentes por lo que significaba su presencia y porque la hinchada iba a la cancha a verlo a él. Entonces, siempre terminaba jugando, sobrio o borracho. En una gira de Boca por Europa, Carmelo Simeone era el encargado de vigilarlo de cerca. Él decía que cuando estaba cerca, el Loco no tomaba. Ingrata sorpresa se llevó el Cholo cuando se dio cuenta de que abajo de su cama había una pila de botellas de cerveza vacías.
A pesar de su fama de calavera y amante de la noche, Corbatta no era lo que se dice un galán. Lo costaba mucho entablar conversación con las mujeres y él mismo admitió más de una vez su mala suerte con el sexo opuesto. Su primera esposa fue “una chica de la calle” que le presentaron sus compañeros y de la que él se enamoró perdidamente. Luego tuvo tres matrimonios más. “Con la primera me fue muy mal; con la segunda me fue mal; con la tercera mal y con la cuarta, mal. Las cuatro me sonaron, pero las quiero lo mismo”, afirmó alguna vez.
Otra de sus grandes virtudes era el lanzamiento de penales. “En los penales, los mataba a todos. Nunca me ponía de frente a la pelota, siempre de costado. Le pegaba con la cara interna del pie derecho y en el medio, con un golpe seco. Además, agachaba la cabeza para que el arquero no adivinara dónde iba a tirar y en cambio yo veía todo lo que él hacía. En cuanto se movía era hombre muerto… De 68 me sacaron solo 4″. Durante el Mundial 58 jugó una apuesta con Amadeo Carrizo: 50 penales, si el arquero sacaba diez o más, ganaba. Con todo el plantel y el cuerpo técnico como espectadores, el Loco marcó 49 y el otro lo estrelló en el palo… quizás a propósito.
“¿Sabés por qué no podían sacarme la pelota? Porque ella no se quería ir de mi lado. Otras cosas sí me sacaron, pero la pelota no”. Oreste Omar Corbatta, uno de los futbolistas que hizo feliz a más gente, murió pobre y abandonado por aquellos a los que les hizo ganar fama y dinero. Vivió sus últimos días en una piecita en la cancha de Racing, lejos de todo lujo pero cerca de lo único que marcó su vida: la pelota.

jueves, 5 de marzo de 2015

FLORENCIO PARRAVICINI 1876 –1941

Se llamaba Florencio Bartolomé Parravicini Romero Cazón, y su padre era un coronel argentino que dirigió
la Penitenciaría y tenía un sólido pasar económico. Su abuelo, un terrateniente que vino desde Italia ostentando el título de marqués. Se dice que a la edad de catorce años, su vocación era la de sacerdocio católico, apostólico y romano. Abandonó esta idea y se fue, con dieciséis, a la Patagonia a cazar lobos.
Más tarde aprendió a volar aviones, corría el 1910, y obtuvo el brevet civil Nº 2 en Argentina. A los veinticinco años viajó a Europa, en menos de un lustro dilapidó en fiestas, prostitutas, alcohol y casinos la cuantiosa fortuna que había heredado de sus padres (es el autor de la frase: “… allí no se me fue toda. Hubo una gran parte que malgasté”). Se tomó las de Villadiego, recaló en París, y trabajó como cantor criollo. De regreso volvió al sur y se dedicó al contrabando en Puerto Deseado. Más tarde trabajó como cicerone e intérprete y a partir de 1914 como artista en cafés del bajo porteño. Era un tirador de notable puntería, cosa que aprovechaba para hacer espectáculos haciendo uso de esa destreza. Contradictorio hasta el límite de lo tolerable, se presentó en las elecciones municipales de 1926 como candidato por el partido Gente de Teatro se convirtió en concejal porteño con el 6 por ciento de los votos. Su labor en ese cargo fue prácticamente nula y su mayor mérito, aunque cueste creerlo, fue organizarle un homenaje al Príncipe de Gales cuando visitó la Argentina.
Florencio fue pariente, en segundo grado, del pintor y artista Benjamín Solari Parravicini (1898-1974); y a propósito de éste último, cabe agregar un párrafo que pinta a este núcleo familiar con certero trazo: “Fabio Zerpa lo bautizó como ‘el Nostradamus argentino’. El tal Benjamín, desde la más tierna infancia, decía que hablaba con ángeles, hadas y duendes. Su padre era psiquiatra y preocupado por los amigos invisibles de su hijo, lo sometió a intensivos análisis médicos que no demostraron que tuviera enfermedad alguna. Por entonces el pequeño preanunciaba una "guerra que estallaría en el 14" la Primera Guerra Mundial, que sería su primera predicción. Benjamín era el hermano díscolo de una familia muy acomodada: bohemio , mujeriego, amante de la noche y las copas, llevaba una vida disipada e irresponsable hasta que, a los treinta y dos años, según narra Justino, su hermano menor, una noche se le manifestó violentamente la aparición de una fuerza extraña. (…) A partir de ese momento empieza a escribir lo que "le dictan". Muchas de esas hojas las rompió por no comprender su contenido, hasta que vio que algunos de esos escritos, eran profecías que se cumplían. Su mayor producción de profecías va desde los años '30 a los años '50. En ellas esboza lo que va a ocurrir después.(…) A pesar de provenir de una familia acaudalada canjeaba sus dibujos por comida y cerveza en las tabernas del barrio. Incluso lo hacía con aquellos alumnos a los que enseñaba pintura y veía talentosos. Dijo cierta vez que su ángel le dijo que aprendiera a pintar y así lo hizo, compró telas y pinceles y comenzó. Tiempo después ganó premios internacionales. Su obra pictórica se halla en distintas colecciones privadas europeas y en castillo real de Bélgica. Para realizar sus psico–grafías entraba en estado de trance, se le daban vuelta los ojos y tenía leves convulsiones.
Pablo Sirvén, allá por el 2007 (año que, para algunas cosas, parece tan lejano), así escribía sobre Parra en La Nación y, de paso, citaba a César Tiempo: “No existía el peronismo ni la televisión ni Pinti. Pero se podría decir que, de alguna manera, el gran Florencio Parravicini casi intuyó a los tres. La misma sonrisa, de oreja a oreja, de Gardel y de Perón; su extremada facilidad para saber pulsar las cuerdas más populares y granjearse el cariñoso “¡¡¡Pa-rra!!! ¡¡¡Pa-rra!!!”, con lo que lo vivaban entusiasmados sus seguidores y la lengua desmadrada que heredaría medio siglo más tarde de su apogeo Enrique Pinti, lo convierten en un precursor de la escena que cada tanto se hace necesario rescatar del olvido. "Un bufo de las dimensiones y de las actitudes de Parra–decía César Tiempo en ‘Florencio Parravicini’ (Centro Editor de América Latina, Bs. As., 1971)– tenía que ser rechazado por la sociedad a la que pertenecía por derecho propio. Sin embargo, supo conquistarla, sin proponérselo, hasta ponerla a sus pies. Primero, fue un cómico de la chusma, para usar una denominación que puso en boga Almafuerte; un bululú que divertía a marineros, estibadores y calientacamas en los tabladillos de café concerts o en los galpones de la calle 25 de Mayo, donde toda procacidad encontraba asilo. Después conquistó la calle Corrientes y tuvo a la ciudad y la sociedad en un puño. (…) Paquetísimo y reo a la vez, Parra había frecuentado de joven la quinta La Casona, que pertenecía a su prima hermana, Dolores Parravicini de Solari, ubicada en Vicente López. Parece que el mismísimo Juan Manuel de Rosas había visitado la quinta pocas décadas atrás y hasta su hija Manuelita había dejado guardado allí un piano cuando debieron marchar de apuro a un exilio del que nunca volverían. Por si fuese poco, su padre había sido hermano de leche del general Lucio V. Mansilla. Cuna de oro y la universidad de la calle hicieron de Parra un hombre completo: de salón y arrabal al mismo tiempo, dueño de mil registros y capaz de meterse en el bolsillo al auditorio más indócil.”
Y, sí. Ha de haber domado a un auditorio tan indócil como él lo fue con la sociedad en la que vivió. Al fin y al cabo, es cierto, porque de la cruza de los dóciles, entre sí, se podrán hacer obedientes militantes, prósperos comerciantes, circunspectos burócratas, correctos empleados, exitosos empresarios, fieles amanuenses, y hasta prestigiosos redactores de diarios serios; pero nunca (lo que se dice “nunca”) –ya Florencio, ya Benjamín– podrá nacer un: “Parravicini”.

miércoles, 25 de febrero de 2015

José Razzano “el Oriental”

Según dicen sus biógrafos, era un excelente cantor, disponía de una voz de tenor afinada y dúctil que lamentablemente las grabaciones de su tiempo no pueden registrarla. Como los testigos de entonces ya no están en este mundo y lo que dejan oír las grabaciones es de regular para abajo, sólo queda la alternativa de la fe, de creer que efectivamente Razzano fue un distinguido cantor a quien la mala suerte o la mala salud de sus cuerdas vocales le obligó a dejar los escenarios en 1925.
La otra versión es la opuesta, la que sostiene que en el mejor de los casos servía para acompañar, que como solista apenas alcanzaba para lucirse en algún bodegón y que su fama se debe exclusivamente a su amistad con Gardel. Sus críticos insisten en que si no hay grabaciones buenas es porque no había nada importante para grabar e incluso le niegan la condición de tanguero, ya que sus canciones poco y nada tienen que ver con el tango, pues se trataban, en todos los casos, de aires camperos, zambas, milongas sureñas de deficiente composición musical y pésimas letras, la mayoría de las cuales evocan un paisaje rural bucólico y convencional. Respecto de sus partituras musicales, se pone en duda la autoría de muchas de ellas, algunas compradas por pocos pesos y otras recogidas del anonimato
En lo que sí hay coincidencias es en destacar que poseía un gran olfato para los negocios, que era un excelente administrador y sabía defender como nadie los intereses de sus representados. En octubre de 1925, Gardel lo nombra administrador general de todos sus bienes. Razzano ese año se retira del canto y asume lo que efectivamente sabe hacer, más allá de que luego por razones monetarias romperá relaciones con Gardel, relaciones que nunca volverán a normalizarse porque las ofensas, según se dice, eran profundas y, además, porque Medellín lo impidió. No obstante, se cuenta que precisamente en Colombia, poco antes de la tragedia, Gardel se fastidia porque el contrato lo obliga a cantar en un local abierto. Y es en esa ocasión que le comenta a los amigos: “Pepe (por Razzano) jamás hubiera permitido un cosa así”.
Razzano lo sobrevivirá a Gardel veinticinco años. En ese tiempo, será representante de Charlo, otra de las grandes voces del tango, y compañero en Sadaic de Francisco Canaro, Homero Manzi y Francisco Lomuto. En 1952, José Cimarro escribe en su homenaje el tango “Pepe”, grabado luego por la orquesta de Alfredo Attadía. Con Cátulo Castillo escribirán y compondrán algunos temas, entre los cuales merece destacarse “Café de los Angelitos”, pero está claro que no fueron ni el canto ni la composición musical su fuerte, que su habilidad principal fueron las relaciones públicas y un singular talento para estar en el momento adecuado al lado de los grandes.
José Francisco Razzano nació en Montevideo, muy cerca de la Plaza Independencia, el 25 de febrero de 1887. Tenía dos años cuando llegó con su madre a Buenos Aires, al barrio Balvanera para ser más preciso. Las crónicas registran que para 1903 participa como cantor de la Compañía Dramática Nacional dirigida por Adriana Cornaro. Ya en esos años es un protagonista de los centros gauchescos, donde luce sus habilidades como cantor y payador. De aquellos años, se recuerda su amistad con Betinotti, Castriota y Cassaux, y una memorable payada con Damián Méndez
Puede que sus primeras grabaciones las haya hecho en el sello Víctor en 1911. Se trata de temas criollos entre los que merecen destacarse “La china fiera”. A su favor debe decirse que un cantor en aquellos años no tenía otro repertorio a mano que el de la música campera. Faltaban unos años para que llegaran los poemas tangueros y sus grandes músicos.

Según se dice, porque sobre estos temas los documentos no existen o son contradictorios, con Gardel se conocieron en aquellos años en la casa del pianista Gigena. También se habla de un duelo de cantores en el cafetín ubicado en la esquina de Olavarría y Almirante Brown. En 1946, Enrique Cadícamo evocará ese duelo en su poema “El Morocho y el Oriental”. La música pertenece a Ángel D’Agostino, y Ángel Vargas lo cantará por primera vez.
A Gardel y Razzano se suman en un primer momento Francisco Martino y Saúl Salinas, pero al poco tiempo el dúo del Morocho y el Oriental es el que perdura y lo hará hasta 1925. Esto quiere decir que durante más de diez años Gardel y Razzano trajinarán boliches, bodegones, locales bailables y cuanto lugar se dignara a invitarlos a cantar, aunque más no fuera -como se dice ahora- “por el sánguche y la Coca”.
Son años de necesidades y penurias, pero de alegrías y aventuras La pareja recorre polvorientos caminos de provincias, se presenta en ciudades del interior y pueblos de mala muerte, duerme donde los agarra la noche o donde puede. El repertorio es campero, pero de vez en cuando Gardel se le anima a algo que empieza a parecerse al tango.
Razzano a esta altura de los acontecimientos se desataca más por sus condiciones de administrador y gerente que de cantor. Él es el que arregla las giras, las condiciones económicas y las comodidades del caso. A fines de 1913, después de una jornada extenuante que incluyó recorridas por cafetines y serenatas en casas de familias, rematan la madrugada en el Armenonville y allí el amigo común Pancho Taurel los contrata por setenta pesos la noche, una cifra que a Gardel entonces le parecía extraordinaria, al punto que al principio llegó a creer que los setenta pesos eran por mes.
Al año siguiente el dúo se presenta en el Teatro Nacional con la compañía de Elías Alippi y Francisco Ducasse. Razzano es el promotor de todas estas novedades publicitarias. “Gardel. Razzano”, lentamente empieza a ser una marca registrada en el mundo del canto popular. Después llegan las giras por Montevideo, Río de Janeiro, Santiago de Chile y, en 1923, la consagración definitiva cuando viajan a España con la compañía de Matilde Rivero y Enrique de Rosas. Llegar a Europa es entonces la meta máxima de todo cantor que aspire a esa condición. No es Parí claro, pero es Madrid y las presentaciones se realizan en algunas de sus salones más populares, como son, por ejemplo, el Apolo y el Price.
La amistad entre Gardel y Razzano durante todos estos años está forjada en esta vida aventurera y juvenil. A los dos le gusta viajar, andar -como dice el Morocho- como bola sin manija, y apenas les sobran unos mangos ninguno vacila en jugarlos a los caballos. Razzano contrae matrimonio con Cristina Chirinícola y Gardel será el padrino de su primera hija. En 1924, compra su casa de la calle Esteban Bonorino al 477, en pleno barrio de Flores, casa en la que vivirá con su mujer, criará a sus hijas y morirá el 30 de abril de 1960.
Razzano, decía, abandona los escenarios en 1925 por problemas en sus cuerdas vocales. De todos modos, no deja de llamar la atención que la consagración de Gardel se inicie con su retiro. A partir de 1925, el Morocho consolida la calidad de sus interpretaciones. Entre 1925 y 1935, están sus mejores tangos y son los años en que su voz adquiere la plenitud conocida. A título anecdótico, en 1929, Razzano intenta retornar al canto y graba en diciembre de ese año con Gardel “Claveles mendocinos” y “Serrana impía”. Ni los temas musicales ni la voz de Razzano interesan al público. Como se dice en estos casos, se trató de un regreso sin gloria.
Razzano se resigna a ser su administrador y consejero, pero para principios de la década del treinta las diferencias personales derivan en una ruptura. ¿Motivo? Nunca se supo a ciencia cierta, pero no es demasiado arriesgado suponer que las razones fueron económicas. En 1933, Gardel regresa a Buenos Aires, le quita el poder a Razzano y se lo entrega a Armando Defino. En el medio de la trifulca está el tema de la hipoteca de la casa materna de Gardel, en Jean Jaurés 735.

sábado, 14 de febrero de 2015

Sol, playa, arena y... Mucho Tango en Monte Hermoso

Auspiciado y Declarado de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación.
El tango llegará nuevamente a las playas más cálidas del país este verano. La Municipalidad de Monte Hermoso,  la Secretaría de la Tercera Edad, dirigida por José Abraham, junto a Dandy Producciones han programado interesantes actividades para el Segundo Festival Nacional de Tango de esa localidad que se desarrollará los días 20, 21 y 22 de febrero.
La agenda tanguera contempla sólo en su primer día: la apertura oficial a cargo del Intendente Marcos Fernández y autoridades locales, clínica de baile y milonga callejera con músicos en vivo, demostración práctica sobre las bases del tallado en madera y la primera conmemoración a nivel nacional de los 80 años del adiós de Carlos Gardel que incluirá una conferencia brindada por el Ing. Carlos Benítez y la inauguración de un monumento en Peatonal Dufaur donde el zorzal criollo quedará inmortalizado para el deleite de los turistas y vecinos montermoseños.
Emulando las ya conocidas esculturas donde uno puede sentarse junto a diversas estrellas en distintas ciudades argentinas, el morocho del Abasto se encontrará sentado en banco de plaza, esperando la postal para el recuerdo con risueñas figuras y el bello paisaje estival del sur bonaerense.
“Buscamos un monumento realista que uno pueda confundir con el paisaje: a color, en posición distendida, que llame la atención de quien lo observa e invite a posar en una fotografía. La experiencia bahiense resultó muy exitosa y junto a las autoridades locales decidimos seguir esa misma estética en Monte. La autora es una joven artista, Monona Helguera, no muy popular en la zona, pero realmente talentosa. Nos ha presentado un proyecto realmente convincente y, como es nuestra costumbre, intentamos darle lugar a la juventud y todo el que se tome la actividad cultural con responsabilidad y profesionalidad”, explica José Valle, coordinador del Festival.
Muñecas Bravas
Desfilarán durante las tres jornadas tangueras por los escenarios de la ciudad (Centro de Conferencias, Peatonal Dufaur y Costanera y Centro Cultural) el Trío de Juan Carlos Polizzi, los bailarines Natalia y Gustavo, el escultor Celso Biondo (realizador del monumento a Carlos Di Sarli sito en la Plaza del Tango de Bahía Blanca y a Aníbal Troilo, Pigüé), Sexteto Mayor,Patricia Baez, los cantantes Cristina Marinissen y Julio Ciccola, los Amigos del Tango de Monte Hermoso, y  cerrando el reconocido trio Femenino "MUÑECAS BRAVAS"compuesto por Gaby "la voz sensual del tango",Paula Barrio y Florencia Albanesi.junto al pianista Víctor Volpe.