jueves, 28 de agosto de 2014

Fidel Pintos, el gran sanatero

Fidel Pintos nació el 28 de agosto de 1905 en la ciudad de Buenos Aires, más precisamente en el Bajo Belgrano. Tenía seis hermanos, y como es frecuente en los porteños amantes del fútbol, dividía su corazón entre el club de su barrio, el sufrido Defensores de Belgrano, y un equipo de la Primera División, en su caso el poderoso River Plate, que en la década del '30 inauguraría su estadio en las inmediaciones. ¿Señas particulares? Una narizota llamativa, de la que él mismo luego sabría reírse con elegancia: "un domingo fui a la cancha de San Lorenzo y al salir un policía me pidió documentos. Le entrego la libreta y me dice 'éste no es usted, no se parece en nada'. Lo que sucede - le contesté al agente - es que la nariz sigue en la otra página, a la vuelta..."
Comenzó a trabajar a los 14 años, como cadete del Banco Holandés. El joven Fidel, empero, tenía más vocación por el teatro que por las diligencias, algo que a sus padres no les gustaba demasiado. Dos de sus hermanos eran empleados del Correo Argentino, y a través de ellos ingresó a la institución. Trabajó en la sucursal de San Isidro y luego en el Correo Central, hasta que en 1933 perdió su empleo junto con otros miles, merced a un eufemismo tan miserable como "racionalización del personal". Los cesantes eran miles y miles, y la miseria y el hambre hacían estragos: unos pocos años después, un informe del Ejército argentino decía que casi la mitad de los jóvenes que se presentaban a cumplir con el servicio militar obligatorio debían ser dados de baja por no ser físicamente aptos. No por nada a la década del '30, en Argentina, se la conoce como la Década Infame.
Fidel quedó en la calle, pero paradójicamente, perder el trabajo lo empujó en el camino de la actuación. Integraba el grupo teatral "Churrinche", de Domingo Sapelli, y para ganarse unos pesos animaba bailes y presentaba orquestas de tango. A veces se olvidaba lo que tenía que decir y salía del paso con las primeras palabras que le venían a la mente. Los que no prestaban atención a las palabras del presentador no notaban nada raro, porque el tono era serio, formal, el adecuado: los que lo escuchaban raramente entendían mucho más que el nombre del número que seguía a continuación. Un día de 1938, en uno de esos shows, faltó un recitador que estaba en el programa, y Fidel salió del paso hablando de malvones, de glicinas, de ladrillos, de tango y de muchas cosas que nadie entendió pero que causaron mucha gracia.
Un tiempo después, Fidel presentaba a una orquesta en el auditorio de la entidad gremial de los choferes de tranvías y colectivos, la UTA. A medianoche bajó al bar a tomar algo y se prendió en una charla en la que no dijo absolutamente nada inteligible, pero su semblante y su actitud transmitían el convencimiento de que estaba expresando ideas de lo más importantes. Los parroquianos se veían tan divertidos que llamaron la atención del cantinero, que le ofreció a Fidel pagarle el doble de lo que le pagaban por presentar a la orquesta por una hora de actuación. Había nacido la sanata, que según los diccionarios del lunfardo (el argot de Buenos Aires) es una "forma de hablar confusa, incomprensible, en la que se expone un argumento sin sentido ni ideas claras".
Pocos trabajos más difíciles y más nobles había en aquella Argentina que hacer reír a la gente. El propio Fidel acuñó una bella frase que habla de esa dificultad y de la dignidad del oficio: "uno pica una cebolla y se pone a llorar; tráigame usted una hortaliza que me haga reír".
En los años '40, Fidel llegó al teatro de revistas, rubro en el que tuvo la suerte de vivir su era dorada, que llegó hasta mediados de los '70. Actuó en las principales salas: el Teatro Maipo, el Casino, el Comedia, el Nacional, en cabarets como Marabú y Tabarís y hasta en el famoso "colmao" El Tronío.
Sobre el final de la década comenzó a actuar en Radio Callao y, en 1948, participó en su primer película, "Novio, marido y amante", protagonizada por Enrique Serrano. Sus dos primeros papeles protagónicos llegarían en 1951, con "La vida color de rosa" y "El hermoso Brummel".
Fidel como "Mesié Canesú"En la buena, Fidel no se olvidaba de las malas que había pasado: como una vez dijera, "un actor es un señor que hoy come faisán y mañana se come las plumas". Fidel se había hecho en una escuela dura, y tal vez esa sea la razón de sus cualidades poco menos que de hombre renacentista: también reveló ser un buen compositor musical ("músico de oreja", se definía). Así lo atestiguan sus valses ("Náufrago", grabado por Mercedes Simone y por Alberto Marino; "Te vi partir", por Hugo del Carril; "Andate", por Horacio Guarany) y el tango "Una copa más" y el bolero "Evocación tropical", en ambos casos compartiendo la autoría con Manuel Flores y Carlos Bahr.
En 1950, en Radio Callao, daba vida a dos personajes, Churrinche y el recordado Mesié Canesú (imagen), su primer gran éxito: un modisto afrancesado y bastante chanta, de léxico rebuscado y cursi y una irrefrenable tendencia a dar consejos absurdos. Canesú pasó de Callao a Radio Splendid, se emitió durante ocho años y cesó el día en que falleció su libretista, Manuel Meaños. Todavía se recuerdan las palabras de despedida del modisto a sus imposibles admiradoras: "besitos, besitos a todas ¡leonas mías!".

En 1959, en "Calle Corrientes", alumbró a otro de sus personajes radiales más populares, Placé, un porteño simpático, fanático de las carreras de caballos, que siempre tenía la "precisa" pero que nunca salía de perdedor, y que solía decir: "yo fumo un paquete de rubios y otro de negros. Para cambiar de tos, ¿sabés?"

Los '60 son los años de Fidel, como todo el mundo sabe... Llega a la TV con "Viva contento", por Canal 7, en 1962. Pero su mejor época en la televisión llegaría un poco después, del brazo de los hermanos Gerardo y Hugo Sofovich en la primera época de "Operación Ja Ja". Los papeles más recordados son tres:

* el profesor Fidelius, un adivino cuya bola mágica era capaz de cualquier disparate. Su incondicional ayudante era el Hermano Pequeninus (Eddie Pequenino), y es un remoto precedente del memorable y mucho más zarpado Manosanta de uno de sus amigos y protegidos: Alberto Olmedo.

  El peluquero Don Mateo (¡sí, el mismo sketch que Gerardo Sofovich ha reciclado de todas las maneras posibles durante cuarenta años!). El cliente era nada menos que Javier Portales, y los papeles secundarios eran un lujo. Todos los programas aparecían un lustrabotas, interpretado por Juan Carlos Altavista, y un treintañero Jorge Porcel que le traía ofertas "pulenta, pulenta" a Portales con la idea de sacarle un peso (por ejemplo, pasajes a las Cataratas del Iguazú para lavarse la cabeza...). También actuaban Jorge Luz, María Rosa Fugazot y Carlos Carella y, cada vez que alguien decía casualmente la palabra "fuego", entraba un bombero demencial accionando un extinguidor: Alberto Olmedo. Comparen con las reediciones posteriores, incluso con la de Porcel como Don Mateo y Rolo Puente como el cliente, que solía ser bastante graciosa. [Nótese que la foto de la derecha incluye a Fidel Pintos, Olmedo, Gardel - desde el cuadro - Portales y Porcel. ¡Ésas son delanteras, fiera!]

* el integrante de la barra de café de "Polémica en el bar" (¡sí, el otro sketch que Gerardo Sofovich ha reciclado de todas las maneras posibles durante cuarenta años!). Fidel integró la que se reconoce unánimemente como la mejor de todas las (muy variadas) mesas: la que compartiera con Porcel, Altavista, Portales y Adolfo García Grau. Su capacidad para la sanata adquirió aquí ribetes de leyenda: entre susurros, frases entrecortadas e inentendibles y palabras grandilocuentes, Fidel podía acreditarse, con tono catedrático, haber descubierto a Guillermo Vilas, o dado el empujón decisivo a Carlos Monzón, o haber tenido sentada en la falda a Sofía Loren. Se hizo tan popular a lo largo de los años que el presidente Juan Domingo Perón, en 1973, lo parafraseó en un discurso ante la CGT sobre el tema de las paritarias: "yo aquí podría decir como Fidel Pintos: 'la inventé yo''' .(Al programa siguiente, Pintos, en vez de sentarse a la mesa común, se sentó solo en un rincón y no le prestaba atención a sus compañeros...). Otra aparición notable, en el sketch, sucedía cuando se desataba la inevitable y esperada pelea final entre Altavista y García Grau, que era interrumpida, de manera no menos esperada, por Fidel Pintos, que amagaba sacar una pistola que nunca se vio y que todos reputaban otra de sus invenciones. El rostro serio e imperturbable de Fidel en esa situación era más gracioso que cualquier mueca.
El éxito del programa hizo crecer aún más el respeto por Fidel. Cuando, en 1968, los Sofovich pensaron en que, en cada programa, uno de los integrantes del elenco presentara a los demás, fue la lógica primera elección. Claro que en el tercer programa, el elegido fue Olmedo, quien para esa circunstancia inventó al recordado Rucucu, y el rol dejó de ser rotativo...
Disco de Chistes hoy casi inhallableOlmedo era un gran admirador de Fidel, y ambos tenían una relación casi de padre a hijo. Ambos también grabaron a dúo un hoy inhallable disco de chistes pícaros para Microfón . Pintos le vendió a Olmedo su primer quinta de fin de semana, dándole las llaves antes de empezar a hablar de plata, y fue el padrino de bautismo de Javier, el cuarto de los hijos del Negro. Algunos gestos y trucos actorales de Pintos son perceptibles en Olmedo, en especial en el justamente célebre sketch de Borges y Álvarez que Olmedo jugara con Portales en los años '80, y en el inolvidable discurso que Olmedo hace, como candidato a vicegobernador en las fraudulentas elecciones de la década del '30, en la película "Las mujeres son cosa de guapos", discurso que de tan sanatero bordea el dadaísmo inconsciente.
Otra consecuencia del éxito televisivo fue un reverdecimiento de los laureles de Fidel como actor de cine: de esta época, entre otras, son "La cigarra está que arde" y "Coche cama alojamiento" (1967), "Villa Cariño está que arde" y "Corazón contento" (1968) y "El hombre del año" (con Olmedo, 1970). También tiene pequeños papeles en las películas de los Sofovich (en "Los caballeros de la cama redonda", filme inaugural del dúo Porcel - Olmedo, en "Los vampiros los prefieren gorditos", donde hace de absurdo capataz de la estancia de Portales) y, como en "Corazón contento" (donde acompañaba a Palito Ortega) tiene un rol secundario en una película de otro cantante popular de la época: es el recordado portero venal de "Quiero llenarme de ti", el éxito cinematográfico de Sandro de 1969. Inolvidable su frase cuando percibe la coima por dejar pasar a las chicas a ver al astro: "soy un sentimental..."
Fidel ganó en 1970 el Premio Martín Fierro a la mejor actuación humorística en TV. En los años posteriores seguía en "Operación Ja Ja", en el teatro de revistas, en el cine, en la radio (por Splendid hacía "Discosanatas en alta Fidel... idad y Pintos... fonía", con libros de Víctor Harriague), disfrutaba de la compañía de su esposa María Claudina, de su hijos y de sus nietas. En 1974 había estrenado dos películas (la ya citada "Los vampiros..." e "Intimidades de una cualquiera", de la dupla Isabel Sarli - Armando Bó) y estaba en plena actividad cuando lo sorprendió la muerte, el 11 de mayo. Desde entonces, su cuadro preside las cada vez más gastadas mesas de "Polémica en el bar", y hay quien dice que su sonrisa gardeliana es cada año más sanateada.
Y hablando de sanata, les recomiendo hacer la pequeña prueba de buscar su nombre en Google, Yahoo! o cualquier otro buscador de Internet, y ver cuántas veces su nombre aparece asociado a la capacidad de expresar insensateces en un lenguaje absurdo y superficialmente serio.

viernes, 22 de agosto de 2014

OSCAR DEL CERRO

Oscar del Cerro nace el 9 de julio de 1921 en Florencio Varela, provincia de Buenos Aires, con el nombre de Aureliano Avalo. Pero su ciudad es Quilmes. Debutó como solista en Radio Belgrano el 1 de enero de 1950 y si bien su fuerte fueron las canciones sureras, como milongas, estilos, cifras y otras, también incursionó en el tango.
 
Se acompañó por un conjunto de guitarras de gran calidad, que posteriormente integraron Las Guitarras Cuyanas de Zavalita.
 
En la Estancia La Valeria de Cañuelas donde se organizaban fiestas camperas se consagró Oscar del Cerro, al igual que José Larralde, Argentino Luna, Alberto Merlo, el Chino Martínez, Juancito el Peregrino, Oscar del Cerro, Waldemar Lagos y tantos otros.
 
La famosa composición "La primavera" de Victor Velazquez nació una de esas noches en que éste se quedó a dormir en el cuarto de la soga (donde se guardan los bozales y los recados) en La Valeria, junto a Víctor Abel Giménez, y al escuchar el canto de la calandria tomó su guitarra y creó esa milonga.
 
Cuenta Guido Antonio Ongarelli: "Sucedió que en 1970 llegué a ese pueblo (Naón) pasadas las 12 de la noche en el mes de junio o julio, después de recorrer 30 Km. (creo desde Chivilcoy) por un colchón de tierra, ya que hacía 6 meses que no llovía, acompañando al cantor sureño Oscar Del Cerro, sus guitarras, Pereyra y el Payo Silva, y unos amigos: Cabrera, Canaliccio, Giulano y un Sr. (lamento no recordar su nombre) que era director o gerente de una institución bancaria en Capital Federal, que tenía campos y familiares en Naón. Este Sr. había organizado un asado para agasajar a Del Cerro, del cual era muy amigo de la persona y ferviente admirador del cantor. Dicho asado era para las 20 horas y nosotros llegamos 4 horas después. En ese entonces el pueblo disponía de energía eléctrica solo por la tarde y hasta las 24 horas, que se cortaba; por lo tanto nuestro arribo en una oscuridad absoluta, con viento tormentoso, nublado y ya con algunas lloviznas; las personas nos festejaban porque habíamos también llevado la lluvia que tanta falta les hacia. Alumbrados con faroles de noche nos invitaron a ingresar a la casa, cuyo comedor aún hoy recuerdo en casi todos sus detalles. Del asado nada de nada, la mayoría de los paisanos pensando que no iríamos, se comieron todo y se fueron. solo unos pocos se quedaron, entre ellos un sobrino del Sr. bancario. Del Cerro cantó como nunca, influenciado por tanta calidez y cordialidad que le brindaban esas 10 o 12 personas que lo escuchaban, además del ambiente y la casa que nos parecían encantadas. Y entre guitarras, cantos, aplausos y como estábamos en una casa "mágica", a falta de asado (¡gracias a Dios!) mágicamente nos sirvieron manjares caseros: jamón crudo, salamines, longanizas de potranca, bondiola, queso, pan de campo, exquisiteces que solo con esta gente se puede comer y, como si todo fuera poco, un final a todo puchero a la española que nunca más pude volver a comer".
 
Una de las canciones más recordadas de Oscar del Cerro es el vals "Hermana" de 1958. Llevaba letra de Eugenio Majul que se lo había dedicado a su hermana María Julia. Le puso música Roberto Abrodos, uno de los integrantes del famoso conjunto folklórico Los hermanos Abrodos, y con ellos llegó al disco. Majul entendió entonces que su vals, de clima ciudadano, debía tornarse en una composición de carácter campesino. Entonces, a la letra original, con muy pocas palabras, la revistió de una geografía campera acorde con la identidad del conjunto. Pero no fue un pedido del compositor. Fue una concesión que hizo el propio autor de los versos, quien con el tiempo, se arrepintió, pues otros intérpretes además de Oscar del Cerro, como Enrique Espinosa y Alfredo De Angelis, grabaron el vals con esos versos cambiados.
 
El arrepentimiento le duró siempre a Majul. Hasta que habló con el cantor Juan Carlos Godoy para que se lo registrara en una grabación no comercial. Éste accedió y también el gran pianista Carlos García, quien lo acompañó y, desinteresadamente, estos dos artistas le obsequiaron al poeta una estupenda versión con los versos originales. Esa grabación, de la cual circulan muy pocas copias, lo redimió ante su hermana.
 
Esta es la letra del vals, van entre corchetes y cursiva los versos de la versión original, no la de Oscar del Cerro:
 
Te debía este vals y aquí lo tienes,
tan simple como el mundo de tus horas,
un pequeño regalo que no quiere
más que darte las gracias de esta forma.
Oh, no llores, si el vals tomó tu nombre
fue al fin porque eres buena y tolerante,
como nadie entendiste mis dolores
y creíste en mis sueños como nadie.
 
Hermana, hermana,
qué atrás quedó la niñez
el viejo rancho que amabas
[la vieja casa que amabas]
y el río largo ante él.
[y yo jamás olvidé.]
Tu pelo y el mío
prometen un gris,
acaso el otoño
ya esté por aquí.
Hermana, hermana,
rondita tibia y cordial:
abre las manos y guarda
la rosa azul de este vals.
 
Sin embargo hay un cargo que me abrasa
pues nunca penetré en tus inquietudes
y no fui alguna vez la voz que ansiabas
si un pesar te envolvía entre sus nubes.
Mas, con todo, jamás oí tus quejas
y siempre tus desvelos me auxiliaron
en las horas inciertas de la espera
cuando todo encendía el desencanto.
 
Se destaca de entre su material discográfico,  la grabación -junto a Héctor del Valle- de Martín Fierro. Otros discos suyos son: Así es como rinde el choclo, El trovador sureño, Semblanza de dos zorzales (con Carlos Souza), Milongas criollas (también con Héctor del Valle), Sureño y trovador y Sus nuevos éxitos. Todos en el catalogo de Diapasón.
 
Una de sus mejores interpretaciones fue "La serenata de ayer", de Manuel Buzón y Ismael R. Aguilar, transcribimos su hermosa letra:
 
Llegaba en coche a la ventana de la moza
y se embriagaba con glicinas y jazmines;
traía un ansia de zorzal en los cantares
ponía el alma en las guitarras y violines.
A la hermosura quinceañera le dejaba
el homenaje de su acento y de su amor
y se alejaba con el premio de un suspiro,
una sonrisa, un "muchas gracias" y una flor.
 
En la lejana noche fue
canción de amor y fe,
en la vidala fue el dolor
del mozo trovador...
Con habaneras vino al barrio a suspirar
y al claro de la luna, su farol de plata,
le pidió a la ingrata
que supiera amar.
La linda moza al despertar
al son de la canción.
Abría su alma y su balcón
poniéndose a soñar...
Y florecía la esperanza del cantor
al ver que la sonrisa de la porteñita,
era una infinita promesa de amor.
 
Enmudeció la serenata para siempre,
ya no anda en coche con guitarras y violines
siguió el camino de las buenas ventanitas
que se adornaba con glicinas y jazmines.
Se fue al ocaso con el coche en que llegaba
partió al recuerdo con Gabino, el payador.
Y se cerraron los balcones que se abrían,
para brindarle un "muchas gracias" y una flor.
 
El 12 de noviembre de 1991 fue declarado "Vecino ilustre de Quilmes".Falleció en Quilmes el 06 de Marzo de 1998

viernes, 15 de agosto de 2014

TRANSITO COCOMAROLA

Bandoneonista,   autor y compositor, Mario del Transito Cocomarola, nació el 15 de agosto de 1918 en “El Albardón” Departamento de San Cosme, Provincia de Corrientes.
A la edad de 8 años se inicia en la música con un acordeón de 2 hileras.
Con tan sólo 13 años se radicó en Corrientes donde empezó a actuar profesionalmente.

En el año 1940 viajó a Buenos Aires para continuar su carrera musical integrando “Los Hijos de Corrientes” y el “Trío Típico Correntino” ambas agrupaciones dirigidas por Emilio Chamorro. Integró además los conjuntos “Kunumí” con Chamorro y Samuel Claus, “Irupé” con Roberto Ferradás Campos y Santiago Barrientos, además de compartir escenarios y grabaciones con Osvaldo Sosa Cordero, Pedro Sánchez, Miguel Repiso y Ramón Estigarribia, entre otros, tocando indistintamente acordeón y bandoneón.

A fines de 1941 funda el Trío Cocomarola grabando en mayo de 1942 sus primeros 10 temas en el sello ODEON. Sus primeros integrantes fueron Colón Cobas, Policarpo Benitez, Pedro Pascasio Enríquez y Luís Ferreira, luego ingresa el dúo de “los Zorzales” compuesto por Ramón Hurtado e Isauro Guerreño, hasta el año 1945.Desde 1945 hasta 1948 el dúo Cejas- Ledesma, de José Cejas y Juan Alberto Ledesma.

Entre los años 1948 al 1952 grabaron con Cocomarola: Nieves Rodríguez, Emeterio Fernández, Odilio Godoy, Manuel Gómez, José Cejas, Antonio Nicolás Niz en una primera etapa, y el legendario Dúo Vera – Lucero integrado por Salvador Miqueri y Eustaquio Vera, con el que le llega su total consagración. Posteriormente también se integran al Trío Cocomarola el dúo de voces Quiróz-Úbeda, compuesto por Gabino Quiróz y Pascasio Úbeda.. A fines del año 1956 y luego de la desvinculación del Dúo Vera-Lucero, se integra el Dúo Verón – Palacios y en 1958 se agregan el acordeón de Roque Librado Gonzalez y nuevamente la guitarra de Antonio Niz.

Pero la vida y obra de Tránsito Cocomarola no se detiene e incorpora los dúos y tríos de voces de: Lisardo Cáceres-Evaristo Reyes-Hipólito Argentino Vargas; Gregorio Molina; Pascasio Ubeda, Héctor Chávez, Julio Godoy; Luis Soloaga; Ireneo Ramírez, Carlos Ramírez, Elpidio Verón Miño, Juan Ojeda, Alfredo Alejandro Almeida, ; entre otros.

Participan en sus grabaciones en calidad de invitados artistas como Ernesto Montiel, Isaco Abitbol, Fito Ledesma, Blas Martínez Riera, Avelino Flores, Bruno Mendoza, entre los más destacados.

“El Taita” deja grabados en el sello ODEON 124 temas y en el sello PHILLIPS 250,esto deja demostrado la vigencia de un genio de la música folklórica correntina. Los temas registrados en SADAIC superan dos centenares.

Tránsito Cocomarola fallece un 19 de septiembre del año 1974. Esa fecha ha sido instituída como el “Día Nacional del Chamamé”.

Tiene registradas más de 300 obras entre las que podemos destacar , EN TU VENTANA, KM 11, PUENTE PEXOA, RETORNO, MIRAME, entre otras.