miércoles, 14 de diciembre de 2011

Avenida Corrientes



La avenida Corrientes es el eje de la vida nocturna y bohemia de la Ciudad de Buenos Aires. En sus bares y teatros se acuñó el tango, y a lo largo de su historia lo interpretaron en ellos las grandes orquestas y cantores, entre ellos el ídolo popular Carlos Gardel, quien vivió a su vera. Sus desaparecidos teatros Politeama Argentino, Apolo, Odeón y el viejo Ópera, fueron escenario de los más altos exponentes de la lírica mundial, así como del nacimiento del considerado teatro nacional: el drama gauchesco Juan Moreira.
Su nombre actual le fue dado oficialmente en 1822 en homenaje a la ciudad argentina de Corrientes en reconocimiento a su fervor por la causa de la Revolución de Mayo.
Fue calle angosta hasta que en 1931 comenzó su ensanche, concluido en 1936.
Su primer tramo transcurre en una zona mayoritariamente financiera, hasta que al cruzar la peatonal calle Florida se transforma en un polo de diversión que tanto los porteños como numerosos turistas recorren a toda hora entreteniéndose con sus espectáculos artísticos, culturales, librerías de ofertas (muchas de ellas abiertas hasta altas horas de la noche), confiterías, y pizzerías. Por todo esto el periodista Roberto Gil popularizaría en los 50 la frase la calle que nunca duerme al referirse a ella.
Unas 11 cuadras luego, al cruzarse con la Avenida Callao, se transforma en una avenida netamente comercial, con negocios de todo tipo, hasta llegar al tanguero barrio del Abasto, otro foco de turismo y diversión, para luego continuar absorbiendo las características de cada barrio y finalizar en el cementerio más grande de Buenos Aires, el de la Chacarita.
En su recorrido de 8,6 km la numeración varía desde el 1 al 6.900, y entre sus 70 cruces se cuenta el que tiene con la Avenida 9 de Julio, donde se alza el ícono porteño por excelencia, el Obelisco.
Nace en la avenida Eduardo Madero 402, junto a Puerto Madero y se extiende hacia el oeste y posteriormente hacia el nornoroeste, hasta concluir en la avenida Federico Lacroze al 4200, en el barrio de Chacarita. La circulación vehicular, salvo en sus tres últimas cuadras en que es de doble sentido, es de oeste a este.
Por un sector de ella circuló el primer ferrocarril argentino, así como el tren y el tranvía "de la muerte", durante la epidemia de fiebre amarilla de 1871. En la actualidad es acompañada por debajo de toda su trayectoria por la línea B de subterráneos.
Diversos estilos arquitectónicos pueden hallarse en ella, desde el frío academicismo hasta el entretenido art nouveau, del neogótico moderno pasando por el francés borbónico al rascacielo moderno de vidrio u hormigón.
La Asociación Amigos de la Calle Corrientes colabora con la planificación urbanística de la avenida, y fue la responsable de la colocación, en 40 de sus esquinas, de placas recordatorias de las ilustres figuras del tango que la animaron.
¡Corrientes, por la noche! Mientras las otras calles honestas duermen para despertarse a las seis de la mañana, Corrientes, la calle vagabunda, enciende a las siete de la tarde todos sus letreros luminosos, y enguirnaldada de rectángulos verdes, rojos y azules, lanza a las murallas blancas sus reflejos de azul de metileno, sus amarillos de ácido pícrico, como el glorioso desafío de un pirotécnico.
La calle que se quiere, que se quiere de verdad. La calle que es linda de recorrer de punta a punta porque es la calle de vagancia, de atorrantismo, de olvido, de alegría, de placer.
En el siglo XVIII, lo que hoy es una de las más importantes avenidas de Buenos Aires, sólo era un simple sendero de tierra denominado del Sol, alejado de la pequeña aldea de Buenos Aires. Se abría paso desde la línea de la costa del Río de La Plata (que llegaba a la altura de la actual avenida Leandro N. Alem) y se desdibujaba entre los campos del oeste.
En 1729 Domingo de Acassuso fundó donde hoy se emplaza el Obelisco, el templo de San Nicolás de Bari (más adelante se detalla al respecto), sobre el cual, según se afirma, se izaría en 1812 la bandera argentina por primera vez en Buenos Aires. Debido a la instalación de dicha iglesia, comenzaron a llamar a la calle San Nicolás.
En 1768 los cabildantes anexaron siete cuadras del ejido para incorporarlas a la planta urbana. De esta manera la calle pasó a ser su límite norte y ganó algo de importancia.
En 1808, como consecuencia de haber derrotado a los británicos durante las Invasiones Inglesas, se decidió llamarla de Inchaurregui en homenaje al regidor José Santos de Inchaurregui, que se destacó combatiendo al enemigo. De hecho ese nombre duró poco, pues tras la Revolución de Mayo un grupo de patriotas borraron los nombres de las calles que homenajeaban a realistas y comenzaron a llamarla Corrientes, según se cuenta debido a que esa ciudad era considerada como la primera que adhirió a la causa de la Independencia. Este nombre se oficializó recién en 1822
En 1895 se llamó Triunvirato al tramo entre la avenida Ángel Gallardo y Scalabrini Ortiz, continuando luego con el nombre de Corrientes hasta la avenida Congreso. En 1900 directamente Triunvirato desde Ángel Gallardo hasta Congreso; en 1927, Corrientes, desde la Avenida Congreso; y en 1937 (y hasta la actualidad) Corrientes desde Av. Eduardo Madero hasta Federico Lacroze quedando el nombre de Triunvirato hasta la Av. Ricardo Balbín.
 En 1872 se inauguró en Esmeralda y Suipacha el Teatro Ópera y, entre Maipú y Esmeralda, el Teatro Odeón y el Politeama Argentino (estos dos últimos ya no existen). Hacia principios del siglo XX se instalaron varios cafés y restaurantes que se mantenían abiertos por la noche a los que concurrían muchos músicos de tango. También en esta época muchos judíos procedentes de Alepo se instalaron en negocios desde la actual calle Uriburu hasta Centroamérica (hoy Avenida Pueyrredón), en la zona que se conoce como el Once. Lo mismo hicieron a partir de 1914 los sirios, armenios libaneses y judíos sefardíes y de la Europa Oriental, perseguidos por causas religiosas o como consecuencia de la Primera Guerra Mundial.
En julio de 1890, durante la llamada Revolución del Parque, fueron lugares de cruentos combates la azotea del desaparecido teatro Politeama, los techos de la hoy también desaparecida Iglesia de San Nicolás, y la esquina de la calle Paraná.
El gobierno de Bernardino Rivadavia había decretado en 1822 que se convirtiera en una avenida de 30 varas de ancho (26 m), pero esto no se llegó a realizar. En 1910 una ordenanza del intendente Joaquín Samuel de Anchorena dispuso ensancharla, de manera que a partir de ese año las nuevas construcciones comenzaron a levantarse siguiendo una nueva línea de edificación. Sin embargo hubo que esperar a la década del 30, en que se vio la necesidad de adecuar el diseño urbano al crecimiento de la población y a los nuevos medios de transporte, para que, así como Corrientes, se ensancharan las avenidas Santa Fe, Córdoba, Independencia y Belgrano; y se construyera la Avenida Roque Sáenz Peña, que corta a Corrientes en diagonal.
La calle dejó entonces de ser angosta demoliendo edificaciones que estaban en la vereda norte. Las obras comenzaron en 1931 y la primera cuadra elegida fue la que se extiende entre las calles Uruguay y Paraná, siendo intendente José Guerrico.
La obra se completó en 1936, durante el gobierno del Intendente Mariano de Vedia y Mitre, al celebrarse el cuarto centenario de la primera fundación de Buenos Aires por Pedro de Mendoza, perdiendo además Corrientes la cuadra en la que actualmente se cruza con la Avenida 9 de Julio. En dicha cuadra se demolieron entre otros edificios la mencionada iglesia de San Nicolás y se construyó el que se convertiría en ícono de Buenos Aires: el Obelisco, de 67,5 metros de altura.
Al avanzar las obras fue necesario demoler el Circo Hippodrome, en la esquina con Carlos Pellegrini. En él actuaron figuras muy populares, entre ellas el payaso, acróbata y director circense Frank Brown, nacido en Inglaterra y muy querido por los porteños de varias generaciones, algunos de lo cuales disfrutaron siendo niños su costumbre de repartir golosinas luego de la matiné.[5]
En 2003 se iniciaron nuevas obras que tuvieron que ver con su ancho, y que finalizaron en 2005. En este caso se ensancharon sus veredas de 3,5 m a 5 m eliminando un carril para automóviles. Se renovó también el mobiliario urbano —teléfonos públicos, quioscos, refugios para colectivos— en las cuadras que van desde el 1100, en su intersección con Cerrito, hasta el cruce con la avenida Callao'' en el 1800. Se invirtieron 7,5 millones de pesos.[6] En 2009 el ensanche continuó en la zona de Callao hasta Pueyrredón.
En marzo de 2007, organizada por la Subsecretaría de Industrias Culturales del Ministerio de Producción de la ciudad, se realizó la primera Noche de las Librerías, en la cual se cerraron al tránsito las cuadras de la avenida entre Callao y Uruguay, transformándolas en un gran espacio peatonal con stands de libros y sillones para leer sobre la calle.[7] El evento se continúa haciendo anualmente.
En 1857 circuló por ella, desde la actual Riobamba hasta Pueyrredón, el primer ferrocarril argentino, llamado Ferrocarril Oeste de Buenos Aires. En 1873, debido a la gran urbanización de la ciudad, este tren dejó de circular por el mencionado trayecto, retirándose las vías desde 1892.
En 1871, durante la epidemia de fiebre amarilla; y con la finalidad de evacuar con mayor rapidez los cadáveres de la ciudad, se incorporó un tramo del Ferrocarril Oeste desde Pueyrredón hasta un cementerio que se habilitó al efecto, en donde actualmente se encuentra el Parque Los Andes (y que luego se trasladaría al actual de la Chacarita). La construcción del tramo, que se concluyó en dos meses, la dirigió el ingeniero Augusto Ringuelet. Al tren que cumplía la lúgubre misión de transportar los cadáveres se lo conocía como de la muerte o fúnebre, al igual que a las tres estaciones en la que se depositaban los mismos para ser trasladados: la Bermejo, en la esquina sudoeste de la calle homónima (hoy Jean Jaurés) con la avenida Corrientes, la que se encontraba en la esquina sudoeste de Corrientes y Medrano; y la de la esquina con Scalabrini Ortiz (entonces llamada Camino Ministro Inglés).
Al mencionado tren lo sucedió el tranvía Fúnebre y a partir de éste, en 1887, la compañía Lacroze obtuvo una concesión para extender vías por donde circularía el llamado tranvía Rural, de tracción a sangre como todos los de esa época, desde la actual Pueyrredón hasta la Chacarita, por la actual Corrientes, y de este último punto hacia Belgrano y de aquí ramales a la provincia. Este contrato se le otorgó con la condición de que además de pasajeros debían llevar cadáveres hasta el cementerio. Eran tranvías de techo abierto y asientos de madera y fue principalmente gracias ellos que las viviendas se fueron extendiendo sobre las quintas y los hornos de barro que aún existían.
Mucho más moderno, desde el año 2007 el Tranvía del Este tiene una parada a menos de 50 m del inicio de la avenida: la estación Corrientes, en Av. Alicia Moreau de Justo, entre Lavalle y Corrientes.
En cuanto al subte, en 1912 el Congreso de la Nación Argentina sancionó la ley para la realización de la línea que debería unir el Correo Central y la intersección de las calles Triunvirato y Elcano y que recibiría el nombre de línea B.
El 17 de diciembre de 1927 se firmó en Nueva York el convenio financiero para construirlo y se otorgaba la concesión de la línea de pasajeros, encomiendas y cargas a la compañía Lacroze Hermanos.
El primer tramo, entre Lacroze y Callao, fue inaugurado el 17 de octubre de 1930 y medía 7,021 km. El 22 de junio del año siguiente fue extendido hasta la estación Carlos Pellegrini. Finalmente la línea se completó el 1 de diciembre de 1931 cuando el subte llegó hasta la estación Leandro N. Alem. Estos tres tramos se realizaron en su totalidad por debajo de la avenida e incluyen 19 curvas y 13 estaciones.
Para el habitante de Buenos Aires Corrientes es, desde pibe,[8] un faro de la cultura y el entretenimiento, donde es posible encontrar cines y espectáculos de teatro o revista de todos los países y épocas, y debatir luego sobre lo visto en uno de sus tradicionales cafés, o cenando pizza con cerveza a altas horas de la noche en un restaurante o pizzería. O, si se está solo, pasear por los corredores de las librerías-"disquerías", modernas o "de viejos". Es en una de esas librerías que Umberto Eco se inspiró para escribir su famosa obra "El nombre de la rosa", tal como el autor lo dice en su prólogo.
Puestos de flores y los llamados "manteros" (artesanos que sobre una manta exhiben sus productos sobre las veredas) completan el cuadro animado de esta gran vidriera comercial.[9]

Barrio de San Nicolás

Lo más bohemio y preciado de la calle Corrientes se halla en este barrio, particularmente desde su intersección con la calle Esmeralda —la esquina del tango— hasta la Avenida Callao. La paralela calle Lavalle, peatonal desde Leandro N. Alem hasta Cerrito, la acompaña por su lado norte, con sus cines y entretenimientos propios, aportándole así, a la "que nunca duerme", un gran caudal de noctámbulos y bohemios.
En su inicio, entre la Avenida Eduardo Madero y la calle Bouchard, se halla el Luna Park, Monumento Histórico Nacional construido en 1934 (Chiappori y Quiroz), que fuera un estadio cubierto de box llamado también "Palacio de los Deportes". Allí pelearon boxeadores de primera línea, tales como Carlos Monzón, Nicolino Locche y Pascual Pérez, por mencionar sólo algunos de los tantos boxeadores argentinos que consiguieron títulos mundiales en sus categorías.

En él, Eva Duarte conoció a quien sería su esposo y tres veces presidente de la Nación Argentina, Perón, en 1944 en un acto político–solidario con el fin de recaudar fondos para las víctimas del terremoto que asoló la ciudad de San Juan. En la actualidad se realizan también actividades religiosas, políticas, artísticas, deportivas y sociales. Además es utilizado para la presentación de espectáculos y otros eventos sociales (por ejemplo, recitales de variados géneros musicales, el festival G3, Holiday on Ice y hasta la realización de la fiesta de casamiento de Diego Armando Maradona).
En la cuadra siguiente, entre Bouchard y la Avenida Leandro N. Alem, se encuentra otro Monumento Histórico Nacional: el monumental Palacio de Correos, que en la actualidad se está transformando en el Centro Cultural del Bicentenario. Exponente clásico de la arquitectura del academicismo francés, obra inicialmente concebida por Norbert Maillart, fue inaugurado en 1928.
Cruzando Alem (o "del Bajo") se trepa Corrientes por lo que hasta el siglo XIX fuera la empinada barranca sobre la costa del Río de la Plata. En la primera cuadra, del lado sur, hay sólo dos edificios: el primero es el Comega (de Douillet y Joselevich), de 85 m de altura y fachada lisa revestida de mármol travertino italiano, un exponente del estilo racionalista construido en 1932, y una de las más importantes obras del modernismo argentino.
La arquitectura sobria del Comega se contrapone con la del edificio vecino, en esquina con la calle 25 de mayo, que albergó al "Hotel Jousten", (hoy NH) de estilo renacentista español, neoplateresco, inaugurado por el presidente Marcelo T. de Alvear en 1928. En este hotel el General Arturo Rawson dirigió a un grupo de conspiradores, al que se lo conoció como los generales del Jousten, que durante la llamada Revolución del 43 derrocarían mediante un golpe militar al gobierno de Ramón Castillo, nombrando al mencionado Rawson en su reemplazo.

Corrientes y la calle Reconquista (peatonalizada en 2009) marca un punto neurálgico dentro de la zona financiera de Buenos Aires. En la esquina noreste se encuentra el edificio que actualmente es sede de la Sindicatura General de la Nación (SIGEN) y que obtuviera en 1947 el Premio de Arquitectura Ciudad de Buenos Aires, en la categoría de carácter administrativo. De arquitectura racionalista, llama la atención la supresión de la ochava de la esquina, que se logró retirando el frente de la línea de edificación. Su reloj, a 45 metros de altura, es el tercero más alto de la ciudad.[10] Unos metros hacia el este, se destaca sobre esa misma vereda la Torre Club Alemán, también sede del Instituto Goethe.

En la esquina opuesta se halla la Plazoleta de San Nicolás, de 35 metros de frente por 50 de fondo,[11] punto de encuentro y recreo de los trabajadores del llamado microcentro porteño. Allí se encuentra una Comisaría del Turista, donde oficiales especializados hablan diversas lenguas foráneas y se presta auxilio al turista en caso de delitos comunes o extravío de documentos. La plazoleta, mayormente plaza seca, se sitúa junto a un edificio de frente vidriado y dos arcos adintelados de granito negro sudafricano: se trata de la casa central en Buenos Aires del Banco de Tokio. Al estar recostado sobre la medianera sur su frente deja lugar a una plaza de 16 metros de profundidad que se une al espacio libre de la plazoleta.

En la cuadra del 400, se halla el edificio Safico, de estilo racionalista y gran simetría. Con sus 26 pisos alcanza los 100 metros de altura. En él funcionan muchas de las agencias noticiosas extranjeras.
El cruce de Corrientes y la peatonal Florida es uno de los puntos más transitados de Buenos Aires. En la esquina suroeste se encuentra un edificio de dos pisos que fue el palacio de la familia Elortondo Alvear. Construido en 1870 su arquitectura es de un estilo neogótico veneciano, poco común en la ciudad.
En el número 718 el templo de la Iglesia Metodista llama la atención por su arquitectura, también de estilo neogótico. Erigido en 1874, su fachada, retirada unos metros de la línea de edificación, es asimétrica, ya que del lado oeste posee una esbelta torre que termina en una aguda flecha. Llaman también la atención sus vitrales exteriores e interiores. En su interior cuenta con un órgano de más de un siglo de antigüedad.

La calle que nunca duerme

S.PEYROU,H.DEL CARRIL(H) Y GABY


Las luces se encienden,
calle Corrientes,
se llena de gente,
que viene y que va,
salen del cine,
ríen y lloran,
se aman,
se pelean,
se vuelven a amar
y en la Universal[12]
fin de la noche,
moscato, pizza y fainá,
moscato y pizza.
"Moscato, pizza y fainá"
de Memphis la Blusera
Desde comienzos del siglo XX la avenida ha sido la columna vertebral de la cultura y el entretenimiento de la ciudad, en especial en el tramo que va desde la llamada "esquina porteña", en la intersección con la calle Esmeralda, hasta la aristocrática avenida Callao.
En efecto, en estas cuadras la vitalidad de su movida cultural es un imán tanto para el turismo como para los propios porteños. Y junto a las estridentes marquesinas de los teatros se suman comercios de los más diferentes rubros, en especial los de libros y gastronómicos, lo que la convierte en un enorme emporio comercial.
Por todo esto, en la década del 50, Roberto Gil, periodista y conductor de un programa de radio llamado "Calle Corrientes", transmitido por LR4 Splendid, la bautizó como, "La calle que nunca duerme", denominación que se hizo muy popular y sigue teniendo vigencia.
Quien camine entre las calles Cerrito y Callao puede entretenerse largo tiempo en sus librerías, abiertas hasta altas horas de la noche, muchas de ellas especializadas en vender libros usados y antiguos con descuentos. Las hay con modernos escaparates, que invitan a entrar y, en muchos casos, se puede tomar un café en ellas mientras se lee, sin obligación de compra, un libro de sus estanterías. Y están las otras, que venden libros usados diversos, ordenados en cajones y estantes que cualquiera puede revisar circulando por entre sus estrechos corredores; y que utilizan precarios locales con una simple persiana metálica a la calle que pueden hacer creer, equivocadamente, de la imposibilidad de encontrar allí un ejemplar valioso e importante, ya sea de un libro, de un CD o de un disco usado. La Librería Gandhi-Galerna, en el 1743, se especializaba en ciencias humanas y revistas culturales, ocupó el edificio del viejo Cine Losuar, y cerró al final del año 2009. En su lugar, en junio de 2011, se instaló un restaurante de comida uruguaya que si bien tiene el nombre de "La Pasiva", importante cadena uruguaya, no tiene nada que ver con ésta.[13] Otras librerías importantes son Antígona, La Cátedra, Zivals, Liberarte, Losada, Hernández, Cúspide, Dickens, Fausto, etc.
El entretenimiento y la cultura
Entre Esmeralda y Av. 9 de Julio
Si bien este tramo se caracteriza por el entretenimiento, la cultura y la gastronomía, aún hay gran cantidad de edificios utilizados exclusivamente para oficinas comerciales. Uno de ellos es el imponente República, concebido originalmente por el arquitecto Federico Peralta Ramos para la empresa telefónica ENTel, y que hoy es propiedad de Telefónica. Se encuentra en la esquina noroeste de Corrientes y Maipú, en la cual también se hallan sobre la acera dos kioscos de revistas: uno de ellos posee publicaciones de todos los países del mundo y el otro de todas las provincias argentinas.
El teatro Maipo queda a menos de 50 m de la avenida, en el 449 de la calle Esmeralda. La tradicional sala le ha dado y le da cierto misticismo a la esquina de Corrientes y Esmeralda, desde varios puntos de vista: el de la música, el de la política, el de las canciones, y el de las bellas mujeres. Es el representante de un tiempo de decir y sentir popular. En el pasado como espacio para la revista y el monólogo político. En la actualidad como sitio para que gane lugar la forma teatral.
Dos grandes símbolos porteños del cine-teatro se enfrentan en el tramo de Corrientes al 800: el Gran Rex y el Ópera. El primero se halla en la vereda norte, y es el teatro de los grandes espectáculos musicales, que recibe a los artistas más consagrados, nacional e internacionalmente. Su capacidad para 3.300 espectadores hace casi imposible en las noches de los fines de semana caminar por sus veredas desbordadas de peatones y vendedores ambulantes que ofrecen productos relacionados con los espectáculos que se están exhibiendo. El edificio, de 1937, es un exponente arquitectónico del estilo racionalista, obra de Alberto Prebisch, el mismo arquitecto que creó el Obelisco que se encuentra a dos cuadras de allí. Su imponente fachada es un sencillo rectángulo de gran volumen con superficie vidriada y que carece de motivos ornamentales.
Junto al Gran Rex, se halla el Tabaris, cuya cartelera está dedicada al llamado Teatro de revista. Primitivamente se llamó "Royal Pigall", y llegó a ser un club nocturno de categoría. Fue el primer lugar público en tener aire acondicionado.
El Teatro Ópera es en parte el responsable inicial de que Corrientes adquiriera su importancia cultural. En efecto, el origen de este teatro se remonta a 1871. En ese año el empresario Antonio Petalardo vislumbró que esta calle, entonces estrecha y alejada de la ciudad, se animaría con la instalación de teatros. Así nació el Ópera, que tenía unas instalaciones asombrosas y llegó a tener una usina eléctrica propia. En 1935 se decidió demoler el primitivo edificio y el arquitecto belga Alberto Bourdon concibió el actual, de fachada sobria y original, con capacidad para 2.500 personas, escenario apto para diversos espectáculos y una pantalla de cine de grandes dimensiones. Allí actuaron Ava Gardner, Edith Piaff, el Folies Bergère, el Lido de París, etc. En su interior el techo simula un cielo estrellado y los laterales una arquitectura callejera, dando así esa misma sensación de libertad nocturna que tiene la avenida. En el Petit Opera de su subsuelo se dan preestrenos cinematográficos y se realizan reuniones culturales.
En 2010, por un acuerdo comercial con el Citibank, adoptó el nombre comercial de Teatro Opera Citi

En 1906, uno de los patriarcas del teatro argentino, Jerónimo Podestá, inauguró en lo que hoy es Corrientes 960 un teatro al que llamó Nacional. En 1910 lo compró Pascual Carcavallo, quien lo transformó en la "catedral del género chico criollo". Fue el responsable del acceso a la ansiada calle Corrientes de muchos autores nacionales. En 1933, año en que Carlos Gardel cantó allí por última vez en Buenos Aires, quedó en manos de Enrique Muscio, quien unido en 1952 a Carlos Petit, transformó al Nacional en un templo de la revista porteña. En 1961 Alejandro Romay se convirtió en el nuevo dueño y le construyó en 1973 cinco escenarios suntuosos, hasta que, el 22 de julio de 1982, la sala fue consumida por el fuego mientras se representaba una revista con la popular "diva" Susana Giménez, que parodiaba a la dictadura militar en uno de sus números. Sólo se salvaron el frente y la marquesina que ocupaba los 25 metros del edificio. Nunca se determinó si el incendio había sido intencional. Romay reabrió el teatro el 1° de marzo de 2000 e instaló la tradición de poner en escena al menos una gran comedia musical por año. En el 2006 se lo alfombró a nuevo y se le dio a la sala un aspecto de cabaret de los años 20.

El Broadway, en el 1155, es otro cine-teatro de importancia. Ocupa una construcción de estilo art decó, realizada por el arquitecto Jorge Kálnay. Fue considerada una de las más importantes obras de Sudamérica. Constaba de una perfecta acústica sin resonancias ni ecos.
La Confitería Ideal si bien no se halla sobre la avenida misma, se encuentra a menos de 50 metros, en Suipacha 384, y contribuye a su actividad cultural, de entretenimiento y gastronómica. Fue fundada en 1912 por el pontevedrense Manuel Rosendo Fernández y construida por C.F. González. Conserva su prestigio y romanticismo en sus dos plantas con balaustradas, pilastras e iluminación de estilo itálico y mantiene el frente y ornamentos de origen: arañas de Francia, sillones de Checoslovaquia, vitrales de Italia, "boiserie" de roble de Eslovenia, etc. La flor de lis aparece en numerosos motivos, entre ellos en los dos óvalos de bronce de su entrada. Al segundo piso, donde hoy día se dictan clases de tango en su salón de baile, se accede por una lujosa escalera de mármol o por su gran ascensor.
En el pasado se reunía en ella la colectividad inglesa y lo más próspero de la burguesía porteña. Carlos Gardel, Tita Merello, Hugo del Carril y Raúl Lavié son algunos de los grandes cantores de tango que la frecuentaron. Entre los ilustres visitantes destacamos a Vittorio Gassman y Maurice Chevalier.
Llegando a Cerrito, sobre el lado sur, pueden obtenerse datos sobre paseos y entretenimientos de Buenos Aires en el puesto de información turística de la ciudad.

En la intersección con la Avenida 9 de Julio se yergue sobre la Plaza de la República el Obelisco de Buenos Aires, de 67,5 metros de altura, que fuera construido con motivo del cuarto centenario de la primera fundación de la ciudad. Punto de reunión de grandes concentraciones políticas, deportivas, artísticas y de protesta de la historia argentina, debajo del monumento se cruzan las líneas B, C y D de subterráneos.
De Av. 9 de Julio a Callao
En lo que a cine se refiere, se destacan, entre Esmeralda y Callao, el Lorca al 1400, el cine-teatro Premier al 1500, construido en 1944 con tres pisos visibles a través de un gran ventanal con vidrios enmarcados en varillas de bronce en su frente y dos estatuas del escultor Ferrari que se yerguen a ambos lados. El Premier fue acondicionado en 1980 para que fuera el escenario de la final mundial de ajedrez entre el exiliado ruso Víctor Korchnoi y su compatriota Lev Abramovich Polugaievsky.

Por último, llegando a avenida Callao, el cine Los Ángeles, que se especializa en exhibir películas para público infantil y fuera la primera sala en el mundo en pasar películas exclusivamente de Walt Disney. Fue declarado sitio de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
El teatro y la revista son rubros que distinguen a la avenida en el tramo del 1100 al 1700. En el 2007 se contabilizaron en estas siete cuadras 25 teatros.[14] El Lola Membrives, en el n.º 1280, comenzó su historia en 1914 cuando se construyó un edificio destinado a salas de espectáculos llamado Smart Palace. En 1921 este teatro se modernizó y tres años después lo tomó a su cargo Blanca Podestá (sobrina del dramaturgo argentino José Podestá) y Alberto Ballerini. El Smart Palace se trasladó a la vereda de enfrente, y en el edificio que quedó vacío se instaló en 1927 el Teatro Cómico, que tuvo su etapa de oro cuando actuaba Lola Membrives, quien desde 1936 tomó a su cargo la dirección. Cuando murió, tomó su mando una sociedad que tenía por principal accionista a su hijo Juan quien en 1978 lo vendió con la condición de que recibiese el nombre de su madre.
Paralelamente, el teatro Smart tuvo temporadas brillantes con las interpretaciones de Blanca Podestá, por eso, al morir ésta en 1967, cambió su nombre por el de la actriz. Por su escenario pasaron grandes figuras como Florencio Parravicini, Gloria Guzmán, Mecha Ortiz, Alberto Closas, Margarita Xirgu, Miguel de Molina y María Antinea. En 1933 se conocieron en él Carlos Gardel y Federico García Lorca.
El Multiteatro, que funciona desde 1975, tiene su sede de dirección y programación en el n.º 1283. Son 4 modernas salas que tienen capacidad para 131, 320, 369 y 417 espectadores, con los últimos adelantos arquitectónicos en la materia. Al 1300 se encuentra el Metropolitan con un frente de estilo Art decó.
Pero el centro cultural más grande e importante es el Teatro San Martín, situado en la vereda sur del 1500 e inaugurado en 1944. En 1950, en ocasión de cumplirse un siglo del fallecimiento del Libertador de América, se le dio el nombre del prócer argentino. El actual complejo de teatros, conocido como Centro Cultural San Martín, es una construcción en hormigón armado, cristal y carpinterías metálicas que se comenzó a gestar en 1954, derribando el antiguo teatro y edificios linderos. Si bien simbólicamente se lo inauguró el 25 de mayo de 1960, al celebrarse los 150 años de la Revolución de Mayo, la verdadera inauguración ocurrió en octubre de 1961. Alberga tres salas teatrales equipadas con moderna tecnología, la mayor con capacidad para 1.700 expectadores, un cine y una fotogalería. Sus 30.000 m² cubiertos se reparten en cinco subsuelos, cuatro niveles y tres cuerpos, de doce pisos. Posee talleres donde se confecciona el vestuario, la escenografía y los decorados. En él se realizan conferencias, espectáculos musicales y teatrales, exposiciones plásticas y otros eventos culturales.


Junto al San Martín se halla el teatro Picadilly, y en frente, tras una moderna fachada vidriada y murales de artistas plásticos, el Centro Cultural de la Cooperación. Se inauguró en 2002 y en él se presentan obras de teatro, exposiciones, debates y conferencias. Su planta baja cuenta con una librería y café. También en esta cuadra, el Teatro del Nudo y Liberarte (declarado de interés cultural por la Legislatura de la ciudad) son locales polifuncionales con salas de teatro mezcladas entre bares y librerías.
También a esta altura de la avenida, más precisamente en el n.º 1553, Carlos Gardel tuvo un domicilio desde el año 1904 junto a su madre Berta.
Entre Montevideo y Rodríguez Peña, en la vereda norte, se halla el cine–teatro Astral, con fachada de estilo Luis XVI oculta por los carteles. Se contrapone con su interior decorado con figuras geométricas "futuristas". Es obra de Alberto Bourdon, el mencionado belga que construyó el Opera.
Junto al Astral se halla un clásico de la música y el teatro argentino: el Presidente Alvear, inaugurado en 1942, con capacidad para 1.000 espectadores y dotado de moderna infraestructura, cuenta con talleres de escenografía, luminotecnia, sonido y sastrería.

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