El miriñaque pertenece al tiempo de ñaupa, siguiendo el dicho en el que se insertó una voz del latín sudamericano, esto es el quichua; me refiero al quichuismo ñaupacc, que significa ‘antiguo’, ‘pasado remoto’. Es como decir “del tiempo de Maricastaña”, un momento lejano en el pasado.
Maricastaña o Mari-castaña o María Castaña existió y es aludida en la expresión. En el siglo XVI fue quien comandó un partido popular en Galicia, que resistía el pago de impuestos. parece ser que “Maricastaña” significa ‘mujer casta’, del mismo modo que “Marisarmiento” quiere decir ‘mujer delgada’, delgada como un sarmiento.
Aquí, entre nosotros, decimos también “del tiempo del miriñaque”, que, en la conocida milonga es recordado y situado en el año 1910, aunque se haya usado antes y después de ese año.
1910, año del Centenario
1910 es el Año del Centenario de la Revolución de Mayo. Al mismo tiempo se había anunciado el fin del mundo, con la aparición del cometa Halley para el 11 de enero. Mientras tanto, la República estaba preparando los festejos del Centenario de su Libertad. Llegaron personalidades importantes de todo el mundo. Hasta ese momento, en lo que iba del siglo, Buenos Aires había sido el escenario de huelgas, manifestaciones, protestas de trabajadores, inquilinos y, asimismo, en otras ciudades, mientras que en las zonas rurales la explosión social se producía igualmente en el sector agrario y se manifiesta poco después. Ya hacía cinco años de la frustrada revolución cívico-militar encabezada por Hipólito Yrigoyen, pero además la ciudad de Buenos Aires había sido igualmente convulsionada por el tranvía eléctrico, en remplazo del tranvía con caballos.
Esta última convulsión social tenía por causa el hecho de que existía la creencia que ese tipo de medio de transporte iba a ser la causa de molestas, ruidos y accidentes fatales. Era, pues, tecnología de avanzada y su velocidad resultaría riesgosa, en el convencimiento popular.
En ese tiempo, se exaltaron las proezas de la emancipación argentina. Los festejos duraron todo el año. Una de las personalidades presentes fue la Infanta Isabel de Borbón, que se interesó por las fiestas criollas, los bailes y las vestimentas, entre las que se contaba el miriñaque evocado por la milonga cuya letra y música pertenece a Alberto Mastra.
La milonga “Miriñaque”
Alberto Mastra en realidad era un seudónimo; el verdadero nombre completo era Alberto Mastracusa, más conocido como “Carusito”, un uruguayo que convivió con payadores y cantores que resumían la temática del campo, el suburbio y la ciudad. Creció en esos ambientes, como poeta y guitarrista; fue un inquieto caminante, de tierras conocidas y tierras extrañas. Como ciertas aves se fue de un lugar a otros y no visitó, como peregrino, santuarios, sino arrabales, boliches y ámbitos donde se enseñoreaba el arcano del arte popular, de la creación sin barreras, del vocabulario y la música en libertad.
Creo que se pareció bastante a Atahualpa Yupanqui, pero en los contornos del tango -al que fue ajeno don Ata- y de la milonga. También se pareció a él en cuanto al uso de la zurda para tocar la guitarra y se diferenció en su bohemia crónica. Sus milongas fueron las milongas del suburbio, predominantemente.
Prontuario de la pilcha y la palabra
En realidad, el miriñaque no era todo el vestido, sino, como lo anotan los académicos madrileños, “el zagalejo interior de tela rígida o muy almidonada y a veces con aros, que han solido usar las mujeres”.
Si seguimos al idioma español no penetraremos debidamente en la comprensión de este asunto.
¿Zagalejo? es el diminutivo de zagal. Y seguimos: ¿qué es el zagal? Enseñan los académicos
de Madrid que es el refajo de las lugareñas. Y, así, seguimos sin entender este idioma extraño
y mentamos que el idioma argentino tiene el cimiento del español y del italiano, principalmente.
pero, prosigo con el diccionario oficial, el de la Real Academia de la Lengua: “ ‘Refajo’. (de re- y fajar). m. Falda corta y vueluda, por lo general de bayeta o paño, que usan las mujeres de los pueblos encima de las enaguas. En las ciudades era falda interior que usaba la mujer para abrigo...”
¡Ahora sí, caracho! Pero hay que tener cuidado con otras dos palabras, ya citadas, “bayeta” y
“vueluda”.
En resumen, una especie de segunda enagua para abrigo, “vueluda” (con mucho vuelo) y con
aros. El vestido se ajustaba de la cintura para arriba y abajo era bombé, es decir, convexo. Lo
usaron las mujeres que frecuentaron los lugares elegantes y lujosos del tango. Lo podemos ver en revistas antiguas, o en películas como “La Historia del Tango”, filmada en 1948, con Virginia Luque, en el papel de “La Morocha”, en lo de Hansen. En “Caras y caretas”del 15 de agosto de 1903, podemos ver al payador, actor y bailarín, Arturo de Nava, y una actriz de la compañía de los Podestá, con su miriñaque, personificando en el Teatro Apolo a la pareja corralera, bailando el tango “El Maco”, de Tornquist.
Pero no imaginemos de miriñaque a Paquita Bernardo, la bandoneonista; ni a Carmen Calderón, la última compañera de “El Cachafaz”; ni a Peggy, compañera de baile del “Vasco” Aín; ni a Linda Thelma, una de las primeras cancionistas que usó el traje varonil, como Azucena Maizani; o a la cancionista japonesa del tango, Ranko Fujisawa; o a Gina Lollobrigida, aprendiendo el tango con el profesor Gino Landi; Rosita Quiroga, Manolita Poli, Mona Maris o la arrabalera Tita Merello.
Nada de chamuyo rantifuso
Quien lea la letra de Alberto Mastra, o escuche la milonga cantada, creerá que se trata de una parla rea y no es tal. Se trata de un poema sencillista, costumbrista y descriptivo del tiempo de ñaupa, del miriñaque, del pantalón con trensilla, el cuello alto y la corbata de plastrón, a más de otros usos sociales exhumados con el tiempo, como la patilla o el bigote.
Era la edad de los carreteros del puente arenero, de cantores y reseros, del suisse y el pernod; del tiempo en que los novios se sentaban a tres metros y del fonógrafo:
“Vamos a hacer volver a atrás el almanaque
cuando las damas se vestían de miriñaque
y se cubrían desde el cuello hasta los pies.
Cuando mi ‘papi’ se dejaba la patilla,
cuando el bigote daba porte de señor,
cuando se usaba el pantalón con la trensilla,
el cuello alto y la corbata de plastrón.
Dónde están... dónde se han ido
mis tiempos queridos.
Dónde están tus carreteros del puente arenero,
dónde está tu barrio norte,
dónde está Pepe el cantor,
el resero, La Tablada,
el rosarino Taboada,
¿dónde están, quién los llevó?
Tiempo de ayer que fue rodando
y se perdió,
lo mismo que el suisse,
lo mismo que el pernod.
¿Dónde estará? -No sé...
Te cantarán -Tal vez...
Te llorarán -Igual que yo.
Cuando los novios se sentaban a tres metros
y era el fonógrafo la moda antes del dial.
Cuando el “Victoria” se paseaba por el centro
y había una línea solamenta del tranway.
Y aunque parezca una comedia lo que siento,
o me critiquen porque soy como yo soy,
con todo orgullo yo me quedo con mis tiempos
aunque me obliguen a vivir el ritmo de hoy.”
El vocabulario de esta letra
Los versos de Mastra no tienen lunfardismos, aunque a algunos de estos vocablos se los pueda considerar tales, en un sentido amplio. Anoto aquí el significado con el que se utilizaron en el poema y no otro:
CARRETEROS. Conductores de carros y carretas.
DIAL. Radio, en sentido figurado.
FONOGRAFO. Aparato para registrar y reproducir sonido mediante un procedimiento mecánico.
MIRIÑAQUE Falda interior del vestido de la mujer.
PAPI. Diminutivo apocopado de papá.
PERNOD. Ajenjo.
PLASTRON. Tipo de corbata muy ancha.
RESERO. El que arrea ganado//Matarife//Comprador de reses.
SUISSE. Bebida alcohólica aderezada con esencia de ajenjo.
TRANWAY. Tranvía.
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