Distintas productoras están realizando simultáneamente documentales sobre los cafés en Italia, Argentina y Estados Unidos.La excusa es el “café pendiente”, una costumbre que nace en los café de Nápoles, donde los habitués pagan más café que el que consumen, dejando pago uno para quien lo necesite y no lo pueda pagar. Es una especie de pequeña solidaridad urbana, que se extendió en algunas ciudades como Buenos Aires y Nueva York; responde al concepto del efecto mariposa, donde un pequeño movimiento puede generar olas del otro lado del mundo.
En los cafés pasan muchas cosas: amores, separaciones, negocios, reencuentros, amistad… sobre ésos lugares de encuentro y de intercambio hablará ésta película hecha, por varios en las distintas ciudades.
A su vez, pareciera que están los cafés también ligados a la música. En Nápoles, por ejemplo, Pino Daniele ha sido un emblema por en cafés de Italia. En Nueva York hay bandas de Jazz y Rap que se mezclan con el café de la mañana en invierno. En Argentina el café inevitablemente está conectado con el tango, y por ello se ha elegido a la infartante morocha bahiense Gaby La voz sensual del tango para que interprete “El último café”. La escena rodada el pasado 26 de mayo en el legendario Bar de Cao (uno de los bares notables de Buenos Aires) ubicado en Matheu e Independencia, esquina disputada entre los barrios San Cristóbal y Balvanera y la producción esta a cargo de Romana Audiovisual.
El Bar de Cao y algo de su historia
En 1915, el edificio de dos plantas y techos de inalcanzable altura, abrió sus puertas como fonda. Quince años más tarde, dos hermanos de cepa asturiana comprarían el local. El plan de Pepe y Vicente Cao era hacer de esa esquina un almacén con despacho de bebidas, empresa que lograron con creces y a la que le dieron una larga vida. Los fiambres fueron uno de sus productos destacados, cortados frescos al momento. Otros de los productos más buscados eran los fideos secos, las lentejas, el azúcar y el arroz, provisiones infaltables para pasar el invierno y rendir culto al afamado guiso casero. La Avenida Independencia al 2400 invitaba a pasar al almacén -una verdadera fiesta de variedades- y a la vueltita, por Matheu 812, el despacho de bebidas acumulaba a los que llegaban al encuentro de algún trago.
En esa esquina que supo ser generoso emporio, en el que las conservas, la mercadería al peso, los salamines y las botellas rebosaban de las estanterías, anónimos trabajadores inmigrantes llegados a Buenos Aires en busca de su América, encontrarían en ella memorias de su España patria. Muchos otros parroquianos (de aquí, de allá y de ningún lado) concedieron al Bar de los Hermanos Cao el honor de ser su más fiel confidente, su indeclinable cómplice, su eterno compañero.