La periodista María Luján Picabea, que en su libro "Todo lo que necesitas saber sobre literatura para la infancia" recorre las temáticas, disparadores y recursos que exploran las narraciones del género, sostiene que los chicos suelen decodificar las historias de una manera distinta a las que fueron imaginadas por un escritor y remarca la importancia de que los pequeños lectores cuenten con un interlocutor para compartir sus experiencias literarias.
"Quería contar cómo abordar ciertos temas a través de la literatura y también cómo ésta puede ser una excusa para exteriorizar sentimientos", explica Picabea .
Dividido en cuatro ejes -"Invitar a leer", "Entre anaqueles", "Un cuarto propio" y "Afuera todo es misterio"- la autora realiza un repaso de los temas que aborda la literatura para niños: miedos, muerte, naturaleza, familias, migraciones e inclusión, entre otros.
¿Por qué el libro habla de 'literatura para la infancia' y no literatura infantil? "Me molesta mucho tildar al género de infantil porque ninguna literatura es infantil", refuta Picabea y cita a Ana María Machado, una de las mejores autoras de la literatura brasileña contemporánea, "quien decía algo así como 'hay que escribir de tal manera que hasta los chicos disfruten leer'".
"La literatura para la infancia tiene esto de maravilloso de poder decir algo muy profundo en una frase, un trazo, un color que marca la diferencia y eso hace que uno dispare a otros lugares o se haga preguntas profundísimas".
En el texto editado por Paidós, la periodista -nacida en Rojas, provincia de Buenos Aires, ex redactora del diario Clarín y autora del libro "José Bleger, las batallas de un hombre en construcción- recorre la producción de autores de la talla de María Elena Walsh, María Teresa Andruetto, Isol, Márgara Averbach, Antje Damm, Aleksandra Mizielinska y Philippe Lechermeier, entre otros tantos.
El cuento del escritor alemán Wolf Erlbruch "El pato y la muerte", es uno de los que está incluido en la extensa biografía del libro: la muerte es la protagonista de la historia que se presenta personificada como tal y entabla un diálogo, mezcla de emoción y miedo, con el pato que un día la descubre persiguiéndolo.
"La muerte es uno de los temas que más le cuesta abordar a la literatura al igual que la enfermedad y lo que está asociado al dolor. Y eso está muy presente en los chicos pero somos los adultos quienes los alejamos. En mi recorrido por bibliotecas personales, de amigos y hasta tirada en el piso de las librerías donde ubican los libros para chicos, me encontré con varios libros que abordan este tema".
"Creo que los adultos no hablamos de esos temas fundamentales frente a los chicos porque no tenemos todas las respuestas que nos hacen y hay que afrontar que es así. El miedo pasa porque a los adultos nos asusta admitir delante de los chicos que no tenemos todas las respuestas", sostiene.
"En los temas de género -muy en boga en los últimos tiempos- se presenta el conflicto de contar algo que no sea trillado -'rosa para las mujeres o celeste para los varones', por ejemplo- sino que se buscan textos que rompan con los estereotipos", puntualiza la especialista.
Otro de los capítulos tratados por la autora es el apego: la escritora cuenta en su libro que "podríamos recorrer unos cuantos títulos que con más o menos gracias presentan personajes en el duro trance de dejar el chupete, la mamadera, los pañales, pero preferimos centrarnos en otros que habla del proceso desde una perspectiva más amplia, mas profunda y con más matices".
Así es como con estos datos, la periodista desgrana algunos cuentos como "Quiensabedonde" (Cristina Valentini), "Arciboldo" (Perla Suez) y "La lagartija y su cola" (Chanti) para entender cómo esos autores trataron el tema del desapego de una manera amena y empática para los chicos.
"El enganche de los pequeños con la literatura es poder identificarse con los personajes de los libros -explica-. Los pequeños se van enganchando en la medida que al personaje le pasen o no, cosas similares que no las pueden expresar o no las identifican como tales; pero al verse en el espejo del personaje comprenden que sus inquietudes van por ese lado".
A lo largo del libro, la escritora brinda un apartado bajo el título "Sabías qué... y cuenta por ejemplo que "a los 18 años María Elena Walsh pasó una temporada en los Estados Unidos con el poeta español Juan Ramón Jiménez, quien le acercó a Emily Dickinson y a Erza Pound; o que Márgara Averbach escribe siempre a mano la primera versión de sus cuentos y que dice que no le salen si no dibuja las letras; o que Ana María Shua empezó a recopilar relatos populares para sus hijas porque no encontraba entre los cuentos infantiles ninguno que planteara verdaderos conflictos".
¿Recordás cuál fue el primer libro que te hizo lectora? "No fue uno en especial, fue mi hermana quien recitaba poesía por las noches y yo repetía como loro sin saber qué decía o a qué autor pertenecía mi balbucear", recuerda entre risas. En honor a esos primeros juegos con palabras llenas de musicalidad, Picabea le rinde un homenaje con "Arrorró (Ruth Kaufman), "Cocorococó" (Didí Grau) y "Una traza de duendes" (Cecilia Pisos), entre otros.
La periodista habla de la importancia del rol del adulto en el momento de la lectura, aún en chicos que sepan leer. "Uno plantea un disparador pero el niño avanza a otras historias llenas de vivencias propias y ajenas que casi siempre están muy alejada a la interpretación del adulto".
"Cuando una historia cuenta algo lindo, bien narrado y con una bella ilustración siempre surgen ganas de compartirla con los demás, por eso es importante tener un interlocutor con quien involucrarse, charlar y hasta pensar la vida misma", finaliza.
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