Mientras arengaba a sus partidarios desde un balcón es muerto a tiros el caudillo popular mendocino Carlos Washington Lencinas, hijo del recordado “Gaucho” José Néstor Lencinas. La prensa opositora atribuyó el asesinato a una orden del presidente Hipólito Yrigoyen y lo explotó políticamente. Hubo actos de protesta en todo el país y una fallida interpelación en el senado. .
Desde los inicios de la UCR, el mendocino José Néstor Lencinas venía combatiendo al “Régimen” oligárquico. Para las masas mendocinas, él era “el gaucho Lencinas”. Para los conservadores, sus “descamisados” seguidores eran “la chusma de alpargata”. Lo notable, como señala la investigadora Susana Ramella de Jefferies, es que “los lencinistas adoptaron la alpargata como símbolo de su partido”, anticipando una disputa simbólica más tarde retomada por el peronismo.
Según el historiador Celso Rodríguez, este movimiento mendocino, junto con el que luego liderarían en San Juan los hermanos Cantoni, harían de las conquistas sociales el centro programático de sus gobiernos, sobrepasando “las moderadas ambiciones del Partido Radical a nivel nacional”.
En Mendoza, el sueldo mínimo y la jornada máxima de ocho horas hicieron que “las masas cuyanas adquirieran un nuevo sentido de dignidad y una nueva conciencia de su valer”. El “populismo cuyano” -como lo llama Rodríguez- venía a revolucionar las sociedades de principios del siglo XX e iba a debatir tanto con las derechas como con las izquierdas.
Pero, además, estos populismos llegarían a desprenderse del viejo tronco radical, distanciándose cada vez más del liderazgo de Yrigoyen. Las divergencias se hicieron casi insalvables debido al “estilo personalista de sus incuestionables caudillos”, provocando desde intervenciones federales a las provincias, hasta la oposición de los legisladores cuyanos a los proyectos que Yrigoyen elevaba a un Congreso ya de por sí adverso a sus intenciones de redención social.
Esta inmensa falta de perspectiva política iba a llegar hasta la incongruencia cuando los tres movimientos populares se aliaran a sectores conservadores y de izquierda para combatirse mutuamente. Lencinistas y bloquistas, más sus ocasionales aliados conservadores y socialistas a nivel nacional, enfrentaron a los yrigoyenistas, mientras los yrigoyenistas y sus aliados socialistas y conservadores provinciales, peleaban contra los populistas cuyanos.
En vez de embanderarse en un “antipersonalismo” que estaban lejos de representar, debieron haberse apoyado mutuamente para neutralizar a sus opositores. Todos tenían enfrente a los mismos grupos liberales que buscaban obturar el cambio de las reglas del juego político, económico y social. Como quien dice, los ejes del debate cultural de una comunidad. La ruptura final entre el lencinismo y los seguidores de Yrigoyen no llegó a producirse: la muerte del Gaucho Lencinas les ganó de mano.
En la dirección de la UCR lencinista lo sucedió el mayor de sus hijos, Carlos Washington “El Gauchito” Lencinas, quien en 1922 alcanzó la gobernación de Mendoza. Su popularidad, dice Rodríguez, “no sólo era heredada, pues sus cualidades personales lo distinguían como un indiscutible líder de los radicales”. Durante su gobierno hizo logró que se aprobar la pensión a la vejez e invalidez, pero sería desalojado prematuramente por una nueva intervención federal.
Hacia 1928, trabajaría junto a Federico Cantoni apoyando la fórmula “antipersonalista” que enfrentaba a Yrigoyen, entendiendo que la reelección de don Hipólito implicaría nuevas intervenciones a sus provincias. El aplastante triunfo yrigoyenista hizo que el Senado finalmente rechazara los postergados diplomas de los electos senadores cuyanos.
Poco antes de volver al pago, Lencinas recibió un llamado alertándolo: se planeaba matarlo en suelo mendocino. Telegrafió entonces a Yrigoyen responsabilizándolo por anticipado de lo pudiera ocurrirle, y que finalmente ocurrió durante el multitudinario acto de recepción que le hicieron sus partidarios.
La investigación oficial habló de un marido engañado, y la autoría intelectual del asesinato nunca se investigó. Los lencinistas se la adjudicaron a Yrigoyen, pero este crimen sólo contribuyó a minar aún más su declinante prestigio.
Los realmente beneficiados fueron los conservadores, que asistieron complacidos al final del odiado populismo lencinista y sus sueños de justicia social, que no pudieron sobrevivir a la muerte de Carlos Washington.
El investigador Adalberto Zelmar Barbosa apunta que, mientras los yrigoyenistas mendocinos festejaban “sin disimulos el asesinato de Lencinas”, en San Juan “organizaron un multitudinario asado (… ) al que asistió el entonces Fiscal de la Intervención Federal en Mendoza, doctor Ricardo Balbín”.
Se asegura que fue su gran amor la cancionista de tangos Ada Falcón autora de los tangos "Pecado
mortal" y "Sueño con él", dedicados al caudillo
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