Hoy se conmemora un
aniversario del triunfo electoral de la fórmula Framini/Anglada
Hoy se se cumplen 51 años de ese triunfo
inolvidable, quisiera como tributo transcribir el que ha sido uno de los
mejores homenajes que se le han realizado. Lo hizo el entonces Diputado de la
Nación Lorenzo Pepe, otro compañero, militante y amigo:
Cámara de Diputados de la Nación,
–Pepe, Lorenzo Antonio. Señor presidente:
hace un rato mi amigo Alfredo Bravo me decía que yo era casi el "vocero
oficial del bloque peronista" en algunos temas puntuales, y tengo que
decir que es cierto, por lo menos en los temas relativos al desarrollo del
peronismo y a su historia en los últimos 50 años, porque uno participó de ese
proceso. Los temas académicos los dejo para los entendidos. Soy un hombre que
se ha hecho en la política a fuerza de buril y martillo, como este hombre a
quien hoy vamos a rendir homenaje. Me refiero al querido amigo Andrés Framini,
con quien tuve el honor de participar en la lista que él encabezara el 18 de
marzo de 1962: Framini fue electo gobernador junto con Anglada y yo era un
humildísimo candidato a diputado provincial. Para llegar a ese acto hubo que
armar lo que se conocía como el equipo de Framini, en el que había muchos
veteranos y muchas mujeres grandes, pero también una camada de hombres muy
jóvenes, como el que habla, que ahora es viejo pero que en ese entonces apenas
tenía 30 años.
Pido para mí las virtudes y el final de
Framini, pues murió en la trinchera que él había elegido. Acababa de ver nada
menos que parte de la película –es larga– de Leonardo Favio: Perón, sinfonía de
un sentimiento, y cuando en la CTA comenzaba a hablar los compañeros –de
diferentes ideologías, como todos sabemos–, cayó muerto sobre la mesa. Fue la
mejor, la más preciosa de las muertes para los hombres que en la política toman
banderas y las llevan hasta el final de su camino biológico. Ese fue Andrés
Framini, un hombre que marcó profundamente a la sociedad contemporánea en la
que le tocó vivir.
Debo recordar, querido Alfredo, que
Framini confesaba su simpatía por los socialistas antes de Perón. Su padre
sentía esa simpatía por el socialismo, y además él rescataba del socialismo de
entonces –nació en 1914, y yo estoy aludiendo a 1930– una forma de hacer
política desde la misma escuela de la política. Mientras el resto de los
partidos utilizaba métodos más o menos parecidos a los de la actualidad,
invitando a la gente a comer un choripán o un asado, el socialismo entregaba un
libro. Así que, de paso, querido Alfredo, va un homenaje de este "vocero
del peronismo" a los viejos socialistas de entonces.
Andrés Framini tenía un sentido de su
compromiso con la ideología que abrazó, que todavía me conmueve, al igual que a
las mujeres y los hombres del peronismo, porque desearíamos que eso siempre
fuera de ese modo. Sin embargo, todos sabemos que no ha sido así.
Si se me preguntara con quién lo
compararía, tendría una lista en esta etapa en la que la política ha sido
desacreditada por los medios. Por ejemplo, hoy escuché a García Batallán, nada
menos que desde el ministerio político, descalificar a la política con una
crueldad absolutamente imperdonable. (Aplausos.)
Ha habido hombres y mujeres que hasta el
final de su vida dieron testimonio de su compromiso con la política grande, la
del compromiso con la gente, la del trabajo por la justicia social y la
reivindicación de los sectores que menos tienen. Me referiré a casi todos ellos
y a su ejemplo de vida. Allá por 1984 se discutió en esta Cámara el tratado
referido al Canal del Beagle, y Rubén Rabanal, queridos amigos del radicalismo,
quien se estaba muriendo de un cáncer terminal, se sentó en su banca para
votar; dos días después falleció. Ese es un ejemplo de la entrega a la
política, la política abrazada con el sentimiento, que nos brindaron hombres
como Framini, Rabanal o Germán Abdala, estimados colegas del Frepaso, quien
ingresó a este recinto en un sillón de ruedas. Debemos reivindicar la política
a través de estas figuras. Todos ellos han muerto, pero estoy seguro de que
estos pibes, estos jóvenes peronistas, radicales, del Frepaso, de la Alianza,
sabrán reivindicar esa política.
No puedo omitir mencionar a Oscar Alende,
un hombre del Partido Intransigente, quien se había enojado con Frondizi. Lo
llevaban y lo traían casi inconsciente, porque don Oscar quería venir a esta
Cámara. De carambola la muerte no lo encontró sentado en su banca. Ese es otro
ejemplo de la entrega y las cosas sublimes de la política al servicio de la
gente.
Entre los socialistas deseo mencionar a
Guillermo Estévez Boero. ¿Quién puede decir algo de esta gente? También quiero
recordar al amigo Fernando Caimi, de Santa Fe, quien murió a raíz de un cáncer
en el pulmón una semana después de votarse en esta Cámara una ley trascendente
del gobierno de la administración del doctor Menem. Había estado aquí sentado,
levantando la mano. Otro vacío imposible de llenar fue el que dejó Francisco de
Durañona y Vedia, quien en una gira proselitista murió en Córdoba solo; su secretario
lo encontró muerto en su habitación. Don Amado Juri, querido amigo, que siempre
me preguntaba: "¿Cuándo vamos a ir a caminar por la plaza de los
Naranjos"?, en San Miguel de Tucumán, también fue un verdadero ejemplo de
entrega a la política, al igual que don Martín Illia, que supo trabajar mucho y
bien por su Córdoba querida. Y Roberto García, un taximetrero, hombre entregado
a la política, murió hace un año.
¿Por qué este ramillete de ejemplos? ¿Qué
tienen que ver estos hombres que murieron, con actos de corrupción, corruptela,
lavado de dinero, todo esto que se nos endilga a los hombres y mujeres de la
política? Esa gente merece ser reverenciada, como lo hacemos los peronistas
respecto de la figura de Andrés Framini y de millones de militantes del
peronismo; hombres que podían contar la única historia que no puede ser
tergiversada, que es la historia oral, la que se transmite desde el corazón y
los sentimientos a los hijos y a los nietos. No hay forma de tergiversar la
historia cuando quien la cuenta ha sido protagonista, como es el caso de estos
hombres que he nombrado, y puntualmente de Andrés.
Era un hombre grande, llegó acá con
bastón. Recién recordaba con nuestro ex vicegobernador "Balito" Romá,
que Andrés no recibía pensión; tenía dos departamentitos de un ambiente y
medio, y tuvo que vender uno para poder seguir subsistiendo. Desde la actividad
de la política o, lo que es aún más gratificante para quien pasó por el campo
social, desde la actividad de la representación gremial porque fue secretario
general en 1951, cuando conoció a Perón. ¿Qué había robado Framini?; tuvo que
vender su casa para poder subsistir.
Gracias al gobierno de Duhalde y de Romá,
por ley se le reconoció el triunfo electoral de 1962, se le dio categoría de
señor gobernador y se lo reivindicó 40 años después, poco antes de su muerte.
Frondizi fue injusto. Yo militaba en la
seccional Alianza, de la Unión Ferroviaria, y recuerdo que un día Andrés llegó
con una orden. Ustedes saben cómo nos manejamos los peronistas; no crean que
estamos tan rotos y tan divididos. No; hay objetivos comunes que nos
comprometen porque están de por medio la República y su gente. No especulen con
que acá hay tres bloques. Hay uno solo y es bien fuerte.
Como decía, Frondizi fue injusto, porque
Framini colaboró para que él fuera presidente. El propio Framini vino con
Susana Valle –la hija del honorable general Juan José Valle–a pedirnos que
votáramos a Frondizi en 1958. Muchos nos negamos y en aquellas elecciones hubo
casi 1 millón de votos en blanco. Sin embargo, a consecuencia de la ruptura que
sufrieron los radicales en Avellaneda –ellos conocen esto mejor que yo–,
Frondizi les paga con la anulación del proceso electoral, cuando el radicalismo
tenía 900 mil votos y nosotros 1 millón noviecientos mil. El propio Perón le
dijo casi en solfa –porque era candidato a vicegobernador por todas las
fórmulas– "que iba a dejar de ser caballo para pasar a ser jinete".
Así fue como encabezó la fórmula con Anglada, un hombre que venía del interior,
y ganamos estruendosamente.
La política no es tan mala cuando está al
servicio de la gente. Por ella, esos hombres entregaron sus vidas, como lo hizo
Andrés, que no se comprometió con el Polo Social. Hago esta aclaración porque
me lo pidió su hija al pié del ataúd en el que se velaban sus restos. Recuerdo
que contaba como anécdota el momento en el que conoció a Perón; fue en 1951,
cuando era secretario general de la Asociación Obrera Textil. Han pasado 50
años. Andrés hubiese cumplido 87. Mientras algunos hombres sexagenarios juegan
a las bochas debajo de los eucaliptus, Framini le seguía hablando a la gente.
Por eso no mueren nunca. Siempre habrá un joven para recoger este nombre y este
apellido, del cual la familia tiene que estar muy orgullosa, porque la política
no solamente lo enriqueció espiritualmente. Digo esto porque en alguna
oportunidad él mismo contó cómo salvó la vida en la noche trágica del 24 de
marzo de 1976. ¿Tan mala es la política? ¿Alguien recuerda que gracias a esta
política, que entre ustedes y nosotros construimos en estos últimos 18 años,
volvió el Estado de derecho a la república? Gracias a la política el respeto a
la dignidad de las personas volvió a la república y el sistema democrático
comenzó a funcionar. Creo que no es tan mala la política. ¡Guay con los que
promueven esa idea!
¿Hay que recortar? Está bien, hay que
recortar. ¿Saben cómo termina esta historia? ¡Ustedes van a alcanzar a verlo:
van a sentar en estas bancas a los gerentes de las multinacionales, al imperio,
a los poderosos! (Aplausos.)
Pido perdón a mis colegas y compañeros por este
desborde. A mí, que amo tanto este lugar, terminaron quebrándome. He bajado los
brazos, y esto me duele en el alma porque he peleado para hacer una república
mejor para todos. Nos ganó el imperio, pero no hablo del imperialismo yanqui,
que era un viejo mensaje en las décadas del 60 y del 70: hablo del imperio
económico en el mundo. La globalización nos derrotó, nos hizo arrodillar, y si
no tenemos valentía para salir de este atolladero, no habrá destino para los
argentinos.