lunes, 18 de marzo de 2013

EL 18 DE MARZO DE 1962 EL PERONISMO GANA CATEGÓRICAMENTE LAS ELECCIONES PROVINCIALES Andrés Framini es electo Gobernador de la Provincia de Buenos Aires


Hoy se conmemora un aniversario del triunfo electoral de la fórmula Framini/Anglada
Hoy se se cumplen 51 años de ese triunfo inolvidable, quisiera como tributo transcribir el que ha sido uno de los mejores homenajes que se le han realizado. Lo hizo el entonces Diputado de la Nación  Lorenzo Pepe, otro compañero, militante y amigo:
Cámara de Diputados de la Nación, 

–Pepe, Lorenzo Antonio. Señor presidente: hace un rato mi amigo Alfredo Bravo me decía que yo era casi el "vocero oficial del bloque peronista" en algunos temas puntuales, y tengo que decir que es cierto, por lo menos en los temas relativos al desarrollo del peronismo y a su historia en los últimos 50 años, porque uno participó de ese proceso. Los temas académicos los dejo para los entendidos. Soy un hombre que se ha hecho en la política a fuerza de buril y martillo, como este hombre a quien hoy vamos a rendir homenaje. Me refiero al querido amigo Andrés Framini, con quien tuve el honor de participar en la lista que él encabezara el 18 de marzo de 1962: Framini fue electo gobernador junto con Anglada y yo era un humildísimo candidato a diputado provincial. Para llegar a ese acto hubo que armar lo que se conocía como el equipo de Framini, en el que había muchos veteranos y muchas mujeres grandes, pero también una camada de hombres muy jóvenes, como el que habla, que ahora es viejo pero que en ese entonces apenas tenía 30 años.

Pido para mí las virtudes y el final de Framini, pues murió en la trinchera que él había elegido. Acababa de ver nada menos que parte de la película –es larga– de Leonardo Favio: Perón, sinfonía de un sentimiento, y cuando en la CTA comenzaba a hablar los compañeros –de diferentes ideologías, como todos sabemos–, cayó muerto sobre la mesa. Fue la mejor, la más preciosa de las muertes para los hombres que en la política toman banderas y las llevan hasta el final de su camino biológico. Ese fue Andrés Framini, un hombre que marcó profundamente a la sociedad contemporánea en la que le tocó vivir.

Debo recordar, querido Alfredo, que Framini confesaba su simpatía por los socialistas antes de Perón. Su padre sentía esa simpatía por el socialismo, y además él rescataba del socialismo de entonces –nació en 1914, y yo estoy aludiendo a 1930– una forma de hacer política desde la misma escuela de la política. Mientras el resto de los partidos utilizaba métodos más o menos parecidos a los de la actualidad, invitando a la gente a comer un choripán o un asado, el socialismo entregaba un libro. Así que, de paso, querido Alfredo, va un homenaje de este "vocero del peronismo" a los viejos socialistas de entonces. 

Andrés Framini tenía un sentido de su compromiso con la ideología que abrazó, que todavía me conmueve, al igual que a las mujeres y los hombres del peronismo, porque desearíamos que eso siempre fuera de ese modo. Sin embargo, todos sabemos que no ha sido así.

Si se me preguntara con quién lo compararía, tendría una lista en esta etapa en la que la política ha sido desacreditada por los medios. Por ejemplo, hoy escuché a García Batallán, nada menos que desde el ministerio político, descalificar a la política con una crueldad absolutamente imperdonable. (Aplausos.)

Ha habido hombres y mujeres que hasta el final de su vida dieron testimonio de su compromiso con la política grande, la del compromiso con la gente, la del trabajo por la justicia social y la reivindicación de los sectores que menos tienen. Me referiré a casi todos ellos y a su ejemplo de vida. Allá por 1984 se discutió en esta Cámara el tratado referido al Canal del Beagle, y Rubén Rabanal, queridos amigos del radicalismo, quien se estaba muriendo de un cáncer terminal, se sentó en su banca para votar; dos días después falleció. Ese es un ejemplo de la entrega a la política, la política abrazada con el sentimiento, que nos brindaron hombres como Framini, Rabanal o Germán Abdala, estimados colegas del Frepaso, quien ingresó a este recinto en un sillón de ruedas. Debemos reivindicar la política a través de estas figuras. Todos ellos han muerto, pero estoy seguro de que estos pibes, estos jóvenes peronistas, radicales, del Frepaso, de la Alianza, sabrán reivindicar esa política.

No puedo omitir mencionar a Oscar Alende, un hombre del Partido Intransigente, quien se había enojado con Frondizi. Lo llevaban y lo traían casi inconsciente, porque don Oscar quería venir a esta Cámara. De carambola la muerte no lo encontró sentado en su banca. Ese es otro ejemplo de la entrega y las cosas sublimes de la política al servicio de la gente. 

Entre los socialistas deseo mencionar a Guillermo Estévez Boero. ¿Quién puede decir algo de esta gente? También quiero recordar al amigo Fernando Caimi, de Santa Fe, quien murió a raíz de un cáncer en el pulmón una semana después de votarse en esta Cámara una ley trascendente del gobierno de la administración del doctor Menem. Había estado aquí sentado, levantando la mano. Otro vacío imposible de llenar fue el que dejó Francisco de Durañona y Vedia, quien en una gira proselitista murió en Córdoba solo; su secretario lo encontró muerto en su habitación. Don Amado Juri, querido amigo, que siempre me preguntaba: "¿Cuándo vamos a ir a caminar por la plaza de los Naranjos"?, en San Miguel de Tucumán, también fue un verdadero ejemplo de entrega a la política, al igual que don Martín Illia, que supo trabajar mucho y bien por su Córdoba querida. Y Roberto García, un taximetrero, hombre entregado a la política, murió hace un año.

¿Por qué este ramillete de ejemplos? ¿Qué tienen que ver estos hombres que murieron, con actos de corrupción, corruptela, lavado de dinero, todo esto que se nos endilga a los hombres y mujeres de la política? Esa gente merece ser reverenciada, como lo hacemos los peronistas respecto de la figura de Andrés Framini y de millones de militantes del peronismo; hombres que podían contar la única historia que no puede ser tergiversada, que es la historia oral, la que se transmite desde el corazón y los sentimientos a los hijos y a los nietos. No hay forma de tergiversar la historia cuando quien la cuenta ha sido protagonista, como es el caso de estos hombres que he nombrado, y puntualmente de Andrés.

Era un hombre grande, llegó acá con bastón. Recién recordaba con nuestro ex vicegobernador "Balito" Romá, que Andrés no recibía pensión; tenía dos departamentitos de un ambiente y medio, y tuvo que vender uno para poder seguir subsistiendo. Desde la actividad de la política o, lo que es aún más gratificante para quien pasó por el campo social, desde la actividad de la representación gremial porque fue secretario general en 1951, cuando conoció a Perón. ¿Qué había robado Framini?; tuvo que vender su casa para poder subsistir.

Gracias al gobierno de Duhalde y de Romá, por ley se le reconoció el triunfo electoral de 1962, se le dio categoría de señor gobernador y se lo reivindicó 40 años después, poco antes de su muerte.

Frondizi fue injusto. Yo militaba en la seccional Alianza, de la Unión Ferroviaria, y recuerdo que un día Andrés llegó con una orden. Ustedes saben cómo nos manejamos los peronistas; no crean que estamos tan rotos y tan divididos. No; hay objetivos comunes que nos comprometen porque están de por medio la República y su gente. No especulen con que acá hay tres bloques. Hay uno solo y es bien fuerte.

Como decía, Frondizi fue injusto, porque Framini colaboró para que él fuera presidente. El propio Framini vino con Susana Valle –la hija del honorable general Juan José Valle–a pedirnos que votáramos a Frondizi en 1958. Muchos nos negamos y en aquellas elecciones hubo casi 1 millón de votos en blanco. Sin embargo, a consecuencia de la ruptura que sufrieron los radicales en Avellaneda –ellos conocen esto mejor que yo–, Frondizi les paga con la anulación del proceso electoral, cuando el radicalismo tenía 900 mil votos y nosotros 1 millón noviecientos mil. El propio Perón le dijo casi en solfa –porque era candidato a vicegobernador por todas las fórmulas– "que iba a dejar de ser caballo para pasar a ser jinete". Así fue como encabezó la fórmula con Anglada, un hombre que venía del interior, y ganamos estruendosamente. 

La política no es tan mala cuando está al servicio de la gente. Por ella, esos hombres entregaron sus vidas, como lo hizo Andrés, que no se comprometió con el Polo Social. Hago esta aclaración porque me lo pidió su hija al pié del ataúd en el que se velaban sus restos. Recuerdo que contaba como anécdota el momento en el que conoció a Perón; fue en 1951, cuando era secretario general de la Asociación Obrera Textil. Han pasado 50 años. Andrés hubiese cumplido 87. Mientras algunos hombres sexagenarios juegan a las bochas debajo de los eucaliptus, Framini le seguía hablando a la gente. Por eso no mueren nunca. Siempre habrá un joven para recoger este nombre y este apellido, del cual la familia tiene que estar muy orgullosa, porque la política no solamente lo enriqueció espiritualmente. Digo esto porque en alguna oportunidad él mismo contó cómo salvó la vida en la noche trágica del 24 de marzo de 1976. ¿Tan mala es la política? ¿Alguien recuerda que gracias a esta política, que entre ustedes y nosotros construimos en estos últimos 18 años, volvió el Estado de derecho a la república? Gracias a la política el respeto a la dignidad de las personas volvió a la república y el sistema democrático comenzó a funcionar. Creo que no es tan mala la política. ¡Guay con los que promueven esa idea!

¿Hay que recortar? Está bien, hay que recortar. ¿Saben cómo termina esta historia? ¡Ustedes van a alcanzar a verlo: van a sentar en estas bancas a los gerentes de las multinacionales, al imperio, a los poderosos! (Aplausos.) 

Pido perdón a mis colegas y compañeros por este desborde. A mí, que amo tanto este lugar, terminaron quebrándome. He bajado los brazos, y esto me duele en el alma porque he peleado para hacer una república mejor para todos. Nos ganó el imperio, pero no hablo del imperialismo yanqui, que era un viejo mensaje en las décadas del 60 y del 70: hablo del imperio económico en el mundo. La globalización nos derrotó, nos hizo arrodillar, y si no tenemos valentía para salir de este atolladero, no habrá destino para los argentinos. 

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