Aunque parece una tarea sencilla, la elaboración de un sombrero, de manera artesanal, requiere arte y oficio, algo que no se aprende más que de boca en boca y de esa manera, se convierte en una tradición familiar, como ocurre con la familia Maidana, que se dedica a la fabricación de sombreros desde fines del siglo XIX, cuando el señor Luis Maidana, comienza marcando "tafiletes" (tira de cuero que va en el interior del sombrero en la base de la copa, donde se une con el ala), para un local muy importante que estaba situado en el microcentro.
Fueron cambiando las costumbres de esos tiempos, la gente comenzó a usar más sombreros y el señor Luis, con un compañero, dejan de trabajar allí y abren una pequeña sombrerería, en la calle Victoria (actual Hipólito Yrigoyen 1836) .
Luego continuó el hijo de Luis, Luis Bonifacio y se trasladaron a Rivadavia 1943, en el año 1936, con una sombrerería más grande, y abriendo luego una sucursal en Pueyrredón y Santa Fé.
El fue quien desarrolló la industria y el modelaje de sombreros y en las décadas del 40 y el 50, que fueron muy importantes, porque históricamente hace una explosión la clase media, nadie podía salir a la calle si no era con sombrero y al aumentar la demanda de los mismos, le fue muy bien en ese rubro. Al fallecer, en 1962, continuó con esta tradición familiar, el señor Jorge, padre de Adriana, quien gentilmente nos recibió para contarnos la historia de su familia e interiorizarnos, acerca de cómo se fabrica artesanalmente cada sombrero.
El señor Jorge se hizo cargo de la sombrerería y en 1968 se inauguró este local, que tiene la vivienda en la parte superior (Rivadavia 1923), y como el mismo nos contara, "en aquellos tiempos no había tanta gente golondrina como ahora, se echaban raíces y se permanecía en el mismo lugar, por eso yo quise tener el local y la vivienda juntos y cuando lo terminé (dijo con gran emoción), mirándolo desde la vereda de enfrente: 'papá, ahí lo tiene'... aunque no lo pudo ver".
En 1971, Jorge creó un modelo de sombrero al que llamó "corazón de potro" que tuvo mucho éxito, sobre todo entre los criadores de caballos criollos y todo lo que es la Pampa Húmeda y también la Patagonia. Es un sombrero que entró muy bien en el mercado, en todo lo que es la provincia de Buenos Aires, La Pampa, Córdoba y ahora se extendió a toda la Patagonia.
Le preguntamos a Adriana ¿Qué particularidad tiene ese sombrero?
"El modelo tiene una copa cónica, ala corta, de 7 cm y el barbijo. Es distinto al que usaba el gaucho en el resto del país, "el campero", una derivación del sombrero sevillano. El campero es usado en la Mesopotamia, Santa Fé, Chaco y Formosa, derivado del sevillano, que tiene el ala más ancha, copa redonda y más chatita y el sevillano tiene la copa más alta, la base de la copa es lisa y en el campero es redondeada".
"También usaban el chambergo de ala ancha, en Salta y la zona del noroeste del país. Cada zona tiene su sombrero característico, que no es por capricho, sino por necesidad de cada lugar".
"En toda la zona norte es necesario que el sombrero tenga ala ancha, para protegerse del sol. En la Pampa Húmeda y el sur, necesitan protegerse del viento y el frío, por lo cual, no es necesaria el ala tan ancha, ya que no sería práctico".
Jorge aprendió el oficio desde chico y recordó eso muy simpáticamente, porque comentó, que cuando él se acercaba a mirar, lo echaban. Hasta hace dos años, era quien modelaba, pero actualmente, su hija Adriana se dedica de lleno a dar continuidad a este negocio de familia, con ayuda de su hermana, en la parte administrativa. Cada una tiene una función determinada. Agustina, hija de Adriana, también colabora y atiende el local.
Adriana tiene dos hijos (una mujer y un varón) que más allá de seguir sus carreras universitarias, seguramente, también den continuidad a esta tradición, ya que además de llegar a ser profesionales en lo que han elegido estudiar, tienen la ventaja de un prestigio bien ganado que sería bueno que no se corte y continúe.
¿Se perdió la costumbre de usar sombreros como en otros tiempos?
"Sí, el avance de las grandes ciudades y los cambios en la manera de vestir, la complicación que implica viajar en colectivos y subterráneos, los automóviles que redujeron sus espacios, hacen que el uso de sombreros, resulte incómodo. Antiguamente, hasta estaba previsto, en los cines, debajo de las butacas, un lugar para guardar el sombrero, al igual que en los restaurantes, que sobre cada mesita había un estante para apoyarlos".
¿En estos momentos que el tango está en su apogeo, se venden muchos sombreros tangueros?
"Sí, vienen muchos turistas, a raíz de una revista de Estados Unidos, en la que se publicó acerca de los lugares para visitar en Buenos Aires y citan nuestro local, como otro punto de atracción, en cuanto al trabajo artesanal y nuestra permanencia en el tiempo. Les llama la atención ya que en Europa, esta costumbre se fue perdiendo y aquí la seguimos manteniendo. Quedan muy pocas sombrererías artesanales en el mundo y la que más se destacó fue la Borsalino, que cerró y compró la marca una empresa norteamericana, pero ya no es el típico sombrero 'Borsalino'".
¿En qué consiste la técnica Borsalino?
"Fue invención del señor Borsalino, que tenía muy buena calidad de campana (la materia prima con la que se va a modelar el sombrero) Era una mezcla de pelo de liebre con una pequeña parte de pelo de conejo, que era como un terciopelo. Los vascos franceses desarrollaron la técnica y luego los italianos, pero Borsalino fue lo máximo en esto".
¿Vienen muchos extranjeros a comprar?
"Los turistas que nos visitan suelen llevar tarjetas del local, y cada año, viene alguien recomendado por quienes ya nos visitaron y conocen la calidad de nuestros productos. Vienen muchos franceses, italianos, españoles y alemanes que además preguntan dónde va a bailar tango la gente de Buenos Aires, porque les gusta ir a conocer las milongas"
¿Qué tipo de sombrero se utiliza para el tango?
"Para el tango se utiliza el sombrero partido al medio y el chambergo. El primero es una derivación del modelo austríaco y el Orión, que es el que usaba Carlos Gardel, como el "bombín", pero en lugar de tener la copa redonda, está partida al medio y el ala tiene reborde. El partido al medio, en vez de tener reborde, tiene el ala planchada como en la época en que comienza a popularizarse el tango".
"Al tanguero le gusta el detalle, la cinta de seda, que le da un toque diferente".
¿Cuál es el sombrero más vendido?
"El de tango se vende muy bien y además, cada sombrero debe adaptarse al tipo de cara y de físico, por lo que el sombrero debe verse bien en cada persona, adaptándolo a sus características".
Por ejemplo, el señor Jorge, le indicó a Adriana que trajera para mi una gorrita tipo golf, que pesa solo 33 gramos y según su conocimiento sabe captar muy bien lo que va para cada persona, ya que nunca hubiese pensado en comprarme una gorra de ese estilo y realmente sentí que me quedaba bien. Más allá de probarla, Jorge tuvo la generosidad y delicada atención de decir que me quedaba muy bien y obsequiármela.
Adriana nos dice que "por esa razón, al sombrero, en lunfardo, se le llama funyi (hongo) y eso es lo que hay que evitar, una persona de contextura pequeña con sombrero grande (que parecería un hongo) o viceversa".
¿Cuántas fábricas de sombreros hay en Buenos Aires?
"Sombrererías tradicionales, hay dos más, después hay otras casas que venden sombreros, pero también corbatas y otras cosas".
¿Algún famoso que le haya comprado sombreros?
"Fernando Soler, nos ha comprado e incluso, cuando Liza Minelli estuvo en Buenos Aires le obsequió un sombrero tanguero. Schumacher, también tiene uno nuestro y boxeadores como Archie Moore y jugadores de fútbol, como Labruna y otros".
¿Con el auge del golf, se venden muchas gorritas?
"Sí, gorritas y sombreros, que por el ala, protegen más que la gorra, porque como los torneos son muy extensos y hay que cuidarse del sol, no puede faltar el sombrero y el protector solar para este deporte".
¿Entre los porteños, hay alguna franja dentro de la sociedad que se caracterice por el uso del sombrero?
"Sí, por ejemplo, como accesorio de vestir lo usan los abogados, jueces, políticos y algunos médicos. También la gente que practica turismo aventura o tiene un country, lo usan para protegerse del sol".
¿Podrías contarnos cuándo comienza a usarse el sombrero en Buenos Aires, cuáles fueron los modelos y cómo fueron cambiando?
"El uso del sombrero viene de la época de la colonia, San Martín cruzó los Andes con un sombrero jipi japa, hoy conocido como Panamá, que le había regalado Bolívar".
"Ese tipo de sombrero se llamó Panamá porque, cuando se construyó el canal de Panamá, los ingenieros eran norteamericanos pero los obreros eran polacos y muy blancos, entonces, al estar en esa zona tan cálida, cerca del Ecuador, debían protegerse del sol con sombreros".
"Luego, a mediados del siglo XIX comenzó el uso de la galera y posteriormente, el bombín en invierno y el rancho en verano".
Hasta en las manifestaciones, los hombres iban a protestar con sombrero (increíble, me hizo pensar en los piqueteros actuales, con capuchas y palos).
¿Bueno, ahora podrías mostrarnos cómo se elabora un sombrero?
Lo más importante es el fieltro, que se fabrica con pelo de liebre compactado con fuerza centrífuga y queda como algo consistente y rígido.
Esto resiste la lluvia y la nieve. Vamos a demostrarlo. Adriana llenó la copa con agua y no filtraba ni una gota.
Luego, dependiendo del modelo y medida, se elige la horma, que se coloca en la copa, se sujeta con hilo, se pone al vapor, para darle flexibilidad y forma.
Una vez que queda bien marcada la copa, se le van lijando los bordes, para que queden lisos y prolijos. Se deja secar durante 24 horas, para que adquiera bien la forma.
El próximo paso es el planchado del ala, el corte de la misma a la medida que prefiera el cliente, luego se corta el tafilete (la tira de cuero interna) a la medida y después pasa a la costurera. Se prepara la cinta que va a llevar y si es un modelo de campo, el barbijo, el moñito de terminación que lleva adentro y la costurera, cose todo a mano, para que vuelva a la parte del modelaje.
Allí termina todo el proceso y se obtiene un sombrero realmente artesanal, bien terminado y listo para la venta.
Alberto, quien trabaja allí desde hace 20 años, hace 10 sombreros por día. Comenzó barriendo la vereda del local y luego, mirando cómo trabajaban los demás, fue aprendiendo el oficio. Le agradecemos mucho su gentileza de enseñarnos el paso a paso de este artesanal trabajo que realiza con tanta dedicación.
También, un agradecimiento especial para el señor Jorge Maidana, su hija Adriana y su nieta Agustina, que nos han recibido tan cordialmente.
Si usted ingresa a Maidana Sombreros, seguramente no sabrá por cuál decidirse, aunque Jorge o Adriana le harán la sugerencia correcta e ideal para su personalidad.
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