Conocido como "El Lecherito", "El Vasquito" o más popularmente "El Vasco Aín", fue un destacado bailarín
de tango que tras debutar el circo de Frank Brown, descolló en los escenarios de Europa y Nueva York. Cuenta una leyenda nunca comprobada que el 1 de febrero de 1924, por una iniciativa del entonces embajador argentino ante el Vaticano -muy preocupado por disipar el aura de la inmoralidad del tango y su prohibición eclesiástica-, "El Vasco" Aín, realizó una exhibición ante el papa Pío XI. Prudentemente, su pareja en esta oportunidad no fue la despampanante Edith Peggy, su compañera en el mítico cabaret El Garrón, de Montmartre, sino la traductora de la embajada, la mucho más recatada señorita Scotto. Y el tema elegido no fue "El Choclo" "íQué fideo!", "El fierrazo" o "Abanicáme la zona", que eran las más corrientes sino "Ave María", de Francisco Canaro, que aunque carece de connotación religiosa y alude a la voz de saludo, sonaba más adecuada para la ocasión. Parece ser que a Su Santidad el baile le resultó muy aburrido. No es para menos.
Nacido en Callao y Bartolomé Mitre, en pleno barrio de La Piedad un 4 de marzo de 1882, Casimiro Aín aprendió a bailar desde chico al compás de los organitos callejeros y fue bailarín del circo del payaso inglés Frank Brown, que tuvo mucho éxito en Buenos Aires.
En 1903 viajó a Europa en un buque de carga y a su regreso, tres años después, actuó en el teatro Ópera junto a su esposa. Durante los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo supo participar en algunos espectáculos y luego viajó a Francia con la orquesta típica que integraban el bandoneonista Vicente Loduca, el violinista Eduardo Monelos y el pianista Celestino Ferrer, verdaderos pioneros de la difusión del tango en el exterior. Corría 1913 cuando los músicos debutaron en luego el mítico Cabaret “El Garrón”.
Más tarde radicado por un tiempo en Nueva York, Casimiro regresó a Buenos Aires en 1916. En los años veinte viajó otra vez a París, donde ganó con su eventual compañera, Jazmín, el denominado “Campeonato Mundial de Danzas Modernas” que se realizó en el teatro Marigny con la participación de más de cien parejas de baile. Con la alemana Edith Peggy, junto a quien se lo ve en una de sus fotografías más conocidas, recorrió toda Europa.
s vasco anSe dice que el primero de febrero de 1924, por iniciativa del entonces embajador argentino ante el Vaticano, García Mansilla, el vasquito bailó ante el Papa Pío XI el tango “Ave María”, de Francisco y Juan Canaro. Su pareja habría sido en esa ocasión la bibliotecaria de la embajada, una señorita de apellido Scotto y el tango elegido recibió la aprobación del Papa. La anécdota fue narrada por el mismo Aín en un reportaje que se le realizó a su regreso de Italia. Algunos investigadores, en cambio, como el musicólogo Enrique Cámara, catedrático de la Universidad de Valladolid y con muchos años de residencia en Italia, no encontraron testimonio alguno sobre la presencia del bailarín porteño en los salones de la sede papal.
El periodista Abel Curuchet publicó en 1923 un artículo en el que resume las muchas conversaciones que mantuvo con Aín y que nos permite conocer un poco más acerca del personaje. “Es en realidad un hombre simpático que habla a grandes voces, ni joven ni viejo –decía el cronista-, que tendrá a lo sumo cuarenta años. De mediana estatura, viste con corrección aún cuando su elegancia es escasa. Al saber que soy cronista y que desconozco su obra y su prestigio, el hombre se desvive por ponerme al corriente de su vida”.
Contaba “el Vasco”: “Yo me dediqué al baile por casualidad. Fue una aventura de muchacho curioso y bohemio. Mi primera salida del país fue allá por 1903. No sabiendo qué hacer en Buenos Aires, me embarqué sin rumbo en un vapor que me condujo a Inglaterra. Estuve un mes en Londres y de allí pasé a París. Con dos amigos comenzamos a recorrer los bares y cabarets, con una guitarra raída y miserable y un violín destartalado, formamos un terceto errante y pintoresco. Yo comencé a bailar el tango criollo. El éxito que tuvimos fue rotundo, empezamos a ganar dinero a granel. De París fui a España…
z vasco an 2Casimiro recordaba que “En 1913, deseoso de conquistar fama y fortuna, hice mi segunda salida de la patria. En el vapor Sierra Ventana, partimos a la aventura, yo y tres muchachos amigos. Uno de ellos pianista, el otro cargaba su violín y el tercero con un bandoneón. (se refiere a Ferrer, Monelos y Loduca, viaje que fue costeado por Ramón Alberto López Buchardo, importante personaje de la sociedad porteña).
“Llegamos a Bulogne Sur Mer y ni bien desembarcamos tomamos el tren rápido a París que llegó a las doce de la noche. Era una noche de un invierno cruel y lo primero que decidimos fue marchar a Montmartre. Encontramos el primer cabaret y nos metimos, estaba rebosante de gente. Y llegado el momento nos metimos con lo nuestro, atrajimos al público que nos tiraba unos francos, tantos que los cuatro vivimos muy bien durante un mes. Hubo suerte, porque aquel cabaret era el “Princesa”, famoso luego cuando en manos de Manuel Pizarro se transformó en “El Garrón”. «También anduve por Dinamarca, Alemania, Rusia y Portugal. Por el momento no creo que regrese al Viejo Mundo. Aquí he reunido una fortuna respetable que me permite vivir rodeado de comodidades. Además están mi familia, mi madre, mi esposa y mis hijos”.
Aín vivió otra vez en Argentina desde 1930 y partió al otro mundo a los cincuenta y ocho años, desde su ciudad natal, el 17 de octubre de 1940.
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