sábado, 14 de febrero de 2015

Somos, si se quiere, un país que vive de mito en mito.

Ahí están los casos del jockey Irineo Leguisamo y el caballo Yatasto en el turf, como así también el de Juan
Leguisamo
Domingo Perón, Evita, el `Che` Guevara, Carlos Gardel, Diego Maradona y, quizá próximamente, el de Lionel Messi, en otros rubros. Nos gustan los mitos y escribimos la historia en base a ellos.
Yatasto

Leguisamo fue un gran mito del turf nacional y popular. Fue un jockey uruguayo que vino a nuestro país con "una mano atrás y otra adelante" y aquí alcanzó la gloria, hizo fortuna y conoció a Gardel, al punto que hasta una bebida caña lleva su nombre: "Legui".

Fue una figura inolvidable, un hombre que hasta el día de hoy está en boca de los "burreros". Ellos, los más veteranos, lo tienen por el más grande de la historia.

Y cuando alguien se anima a cierta comparación le salen con un "Legui fue único", y se termina la conversación. Así son, así somos.

Con Yatasto pasa lo mismo. No hay rival posible. Fue, al decir popular, el más grande caballo de la historia. Y esa barrera no se pasa. Los pibes que van hoy al hipódromo conocen sus hazañas.

Es la memoria colectiva la que genera el mito.

Si cambiamos de vereda y nos vamos a la política está Perón, Evita en lo social y el `Che` Guevara en lo internacional. Se venden remeras con sus caras, se escriben libros, se hacen películas...

Que nadie se anime a tocarlos. Que nadie los ponga en duda.

Pertenecen al imaginario popular. Amor y odio, pero nunca serán ignorados.

En música está Gardel desde su muerte en Medellín, Colombia.

Y en fútbol Maradona y otro por nacer, el de Messi con sus proezas en Barcelona de España y que seguramente si gana un Mundial también se convertirá en mito. Si no, habrá quedado en el camino de la gloria eterna.

Volviendo al turf argentino, Pablo Falero, otro uruguayo, es el jockey más importante de los últimos 25 años. Es un fuera de serie, un jinete que tiene un reloj en la cabeza. ¿Mejor que Legui? Ahí nace la discusión, la duda, el antes y el ahora.

Los hombres que vieron a Legui no dan el brazo a torcer. Los que no lo vieron se quedan con Falero, a pesar del respeto por la historia pasada.

El mito de Legui, el fantasma de Legui, anda siempre por todos los rincones del hipódromo. ¿Fue mejor la época pasada que la actual? Otro dilema, otro tema que nunca alcanza la claridad necesaria para un justo juicio de valor.

Pablo Falero cruzó el charco como Legui en los años 20.

También vino con hambre de éxito. Y lo logró con creces. Desde el año `90 que no para de ganar estadísticas.

¿Quién lo puede discutir? Nadie. Pero cuando surge la comparación con Legui ahí comienza la gran polémica. Es como cuando alguien se anima a decir que tal cantor de tango es mejor o igual que Gardel. Ahí todos ponen el grito en el cielo.

O cuando otro se anima a decir que alguien hizo más que Perón. Por Dios, nadie lo permite... O si sale uno con que Messi ya superó a Maradona.

En el hipódromo, entre carrera y carrera, suelen hablarse todos estos temas con pasión popular. Los veteranos de un lado y los jóvenes del otro.

Unos y otros ponen los mejores argumentos. Pocos son los que tratan el tema con objetividad. La pasión, por lo general, es más fuerte que la reflexión.

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