Cuento de hadas, casualidad, suerte? Quién lo sabe; quizá la historia de Ariana Than tenga una pizca de cada uno de esos ingredientes. Lo seguro es que su caso es ni más ni menos que la sal del turf. Pero conozcámoslo...
De pronto, Rubén Turín levanta la vista y ve una alazana llamativa. "¿Quién es?", pregunta. "Una Luhuk, pero está casi vendida", contesta Silvia Schonholz de Alfonso, dueña de la cabaña.
Frío polar. En el haras Masama, en Macachín, La Pampa, a mediados del 99, un grupo de propietarios mira productos. La piel no aguanta el fuerte viento; ni hablar de las manos, que no pueden siquiera dar vuelta las páginas del catálogo. El estudio termina y eligen un potrillo por Political Ambition.
Rubén no se da por vencido y retruca: "Si me la arrendás te compro otra potranca". Silvia analiza la idea y dice que sí.
El hombre ya tenía lo que había ido a buscar y ahora debía completar el lote con un relleno. Una yegua chiquita, de nombre Ariana Than, hija del ignoto Jonathan, es el nuevo crédito del stud 10 y 6, los colores de Turín y Marcelo Saborido, a los que se sumó Juan C. Drovandi, amigo de siempre, para integrar la sociedad. El precio: 2500 pesos, a pagar en diez cuotas.
Lo que sigue es fácil de imaginar. Ni el Political Ambition ni la Luhuk respondieron, y Ariana Than, la petisa de sobrante , les dio las mayores alegrías.Desde éxitos en clásicos cuadreros hasta su debut, con victoria incluida, en Palermo, hace pocos días.
No fue el primer caso de este tipo; tampoco será el último. ¿Cuento de hadas, casualidad, suerte? Qué les importa a Turín, Saborido y Drovandi, que viven un sueño gracias a la petisa que un día se llevaron de un haras, de relleno. Casi por casualidad y, por suerte, para disfrutar un cuento de hadas propio. .
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