jueves, 23 de octubre de 2014

Cafe historico La Biela

Hace más de 150 años, en lo que ahora es el magnífico barrio de La Recoleta, sólo se contaban unas pocas casas (nada de mansiones o palacetes), el convento perteneciente a los monjes recoletos y una bella Iglesia a cuya sombra descansaban los cadaveres de los menesterosos.  A pocos metros, en las barrancas que daban al Río de la Plata, se estacionaban las carretas que llevarían a la élite del sur de la ciudad, San Telmo, hasta sus campos de verano situados en parajes entonces lejanos: Olivos, San Fernando o El Tigre. Entre el bullicio de las lavanderas y las peleas de los cuchilleros, se erguía una edificación que, según grabados de la época, pudo ser el primer sitio gastronómico de la zona, el mismo sitio donde hoy está La Biela.
Cafe historico La Biela - Cafes historicos de Recoleta
Pero viajemos un poco más atrás en el tiempo. En 1732 no había nada. Sólo quintas desperdigadas a las que se llegaba a través de la Calle Larga, que no se parecía en absoluto a la actual y elegante Avenida Quintana. En esos parajes "reos" y de cuchillos rápidos se instalaron los frailes recoletos, junto a la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar, que se terminó de construir en octubre de ese mismo año.
El cementerio era administrado por la Iglesia, y como parte de una analogía perfecta, con el tiempo fue ascendiendo socialmente al igual que el barrio, hasta convertirse en uno de los más tradicionales de Buenos Aires. En 1810, mientras frente al Cabildo se desataba la Revolución de Mayo, los terrenos que hoy ocupa La biela pertenecían a la Virreina Vieja, Doña Rafaela de Vera y Pintado, viuda de Joaquín del Pino, quien fuera Virrey del Río de la Plata entre 1801 y 1804. La Virreina Vieja ocupó estos terrenos hasta su fallecimiento, ocurrido en 1816, según consta en la placa ubicada en el frente del local.
El tiempo siguió su curso. La peste provocó el éxodo del barrio de San Telmo, cuyos vecinos se fueron instalando progresivamente en La Recoleta. Pero aún por entonces, rodeando el cementerio que ya comenzaba a cobijar a lo más granado de la sociedad, el barrio mantenía su fisonomía de largos conventillos donde convivían hombres y mujeres de dudosa reputación. Por sus calles, gitanos, guitarristas, proxenetas y ladrones continuarion librando sus tremendas batallas hasta casi la mitad del siglo XX.
Desde la pulpería del "Vasco" Michelena hasta la coqueta Confitería La Biela han pasado muchos años, y esta esquina fue testigo y escenario de gran parte de la historia viva de Buenos Aires. Atrá ha quedado aquel minúsculo barcito al que su propietario español bautizó "La Viridita", compuesto por una angosta vereda con sólo 18 mesas. Y atrás ha quedado también "Aerobar", nombre que recibió durante algunos años en homenaje a los pilotos civiles vecinos de enfrente.
Y hacia 1950 la historia vuelve a dar otra vuelta de tuerca. Por entonces, un grupo bullanguero de adoradores de la velocidad, después de agotar la paciencia ajena, fue expulsado del lugar que frecuentaba para sus reuniones. Y qué mejor idea que disipar el mal momento con una picada "y buscamos un nuevo lugar para recalar". La aventura fue corta para uno de ellos ya que la biela de su auto dijo basta en la esquina de Junín y Quintana. "Bitito" Mieres se bajó de su coche y reunió a sus compañeros, Jorge Malbran, Ernesto Torquinst, y otros, afincándose en este pequeño bar al que bautizaron "LA BIELA FUNDIDA" primero, y luego simplemente como "LA BIELA", nombre con el que se hizo mundialmente famoso y que es una marca registrada por la concurrencia de los amantes del automovilismo.
 La Asociación Argentina de Automóviles Sport no tenia sede, y entonces estos fanáticos decían a La Biela "La Secretaría". Luego, sucesores de aquel primer grupo como Charly Menditeguy, Rolo Alzaga, Eduardo Copello, Gastón Perkins y muchos más, fueron testigos y protagonistas de la moda más temible que llenó las veredas de Quintana, Ayacucho y Alvear: las "PICADAS", monstruo ruidoso, provocador de adrenalina y curiosidad de los años sesenta.
A partir de aquí la historia es conocida. La inclinación tuerca queda representada en las paredes de La Biela y el lugar es concurrido por ilustres personajes, adquiriendo fama mundial. Sus mesas han sido visitadas por infinidad de turistas, políticos, empresarios, deportistas y muchos más. Personajes con poder Real o Democrático, como los Reyes de España o los Premieres de varios países. Artistas de la calidad de Adolfo Bioy Casares, Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges, Julio Cortazar, Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Facundo Cabral, Pérez Celis. Actores y actrices de todos los medios. Corredores de Fórmula 1 de distintas épocas, como Jackie Stewart o Emerson Fitipaldi. Futbolistas famosos... En fín, la lista es interminable.
Otra placa de bronce colocada en la entrada nos informa que en el año 1999, La Biela fue declarada "Sitio de Interés Cultural" por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Motivos no faltan. A lo dicho podemos sumar las fotografías autografiadas por José Foilán González o Clay Regazzonni, un dibujo hecho a mano por Fabrizio Ferrari, nieto del "Commendatore" Enzo Ferrari, cuando era niño, un cuadro donado por el último descendiente de la familia Lamborghini donde se ve el auto más lujoso de la marca, y más. Los ejemplos más recientes de la visita del famoso director de cine Francis Ford Coppola, cuya primera salida nocturna en su visita a Buenos Aires fue a La Biela (diario Ambito Financiero, 19 de Agosto de 2003) y los dichos del actor Robert Duvall, aparecidos en el suplemento espectáculos del Diario Clarín del día 24 de Agosto de 2003: "Siempre vamos a La Biela, que es mi lugar preferido en todo el mundo. Es una gran esquina, el café, los mozos.."
Así, el tiempo se detiene un poco en la febril Buenos Aires cuando nos instalamos en una de sus mesas y disfrutamos de la excelente gastronomía de La Biela, al abrigo de su historia viva que nos convoca, nos envuelve y nos deleita.