sábado, 29 de junio de 2013

JOSE VALLE:"debemos luchar para que se difunda más tango y folklore en los medios"


El presidente del Centro de Estudios y Difusión de la Cultura Popular Argentina (CEDICUPO)José Valle, ideólogo de la cruzada por incrementar la difusión del tango y el folklore en los medios masivos de
comunicación, manifestó: “Todos los que formamos parte, de una u otra forma, del mundo cultural debemos luchar para que se difunda más tango y folklore en los medios. Juntos podemos lograrlo ya que desde que comenzamos a promocionar esta campaña muchísima gente y hasta algunos medios de comunicación se han hecho eco.

El tango y el folklore son expresión genuina de la tradición argentina que atravesó los últimos 150 años historia, y de todas aquellas costumbres y valores culturales que los definen, integrando un universo más que musical y que hace y contribuye a la exaltación de nuestro acervo histórico en lo artístico como un verdadero eje constitutivo de nuestra identidad Nacional.

Tenemos en nuestro país relevantes y trascendentes hechos vinculados al tango y el folklore, cimiento cultural de nuestro pueblo e integrante de nuestro universo musical, la música de todos, que no sólo nos permiten identificarnos como miembros de una misma nación sino que nos representan también en el mundo entero.

En síntesis, la riqueza musical del Folklore y del Tango y todo lo que ha significado históricamente para los argentinos (incluyendo sus repertorios, evoluciones socio-históricas, creadores, intérpretes y el alto nivel poético-musical de ambos lenguajes) justifica su difusión en los medios masivos de comunicación.

Así como un infante tatarea o intenta cantar música extranjera que escucha continuamente en radio, tv u otro medio, es esperable que haga lo mismo con nuestra música regional si la selección musical desde los mismos defiende un poco más los intereses y la identidad nacional, incluyendo dentro de su programación -compartiendo con sones de otras latitudes- nuestra música.

Es importante que desde la primera infancia los niños se familiaricen con la música de su país porque sus letras y sonidos esconden el espíritu, historia y sentimientos del mismo; transmiten, de forma divertida e inconsciente, conocimientos que hacen al ciudadano de una nación.

jueves, 20 de junio de 2013

¿Por qué se conmemora hoy el Día de la Bandera?

En Argentina se recuerda la muerte del creador de la bandera nacional, Manuel Belgrano, quien falleció el 20 de junio de 1820.

La fecha se creó casi dos décadas después, en 1838 durante el Gobierno de Roberto M. Ortiz a través de una ley. Y hace dos años se estableció por decreto nacional el feriado.

¿Cuándo se creó la bandera? La insignia celeste y blanca que nos representa se originó en 1812 mientras el país, que en ese momento se llamaba Provincias Unidas del Río de la Plata, se independizaba del colonialismo español.

Los colores que utilizó Belgrano no los pensó en el momento en que produjo la bandera, sino que se basó en las escarapelas que ya existían. Éstas eran el símbolo utilizado por los adeptos a la revolución del 25 de Mayo de 1810. A diferencia de los españoles y quienes apoyaban la corona ibérica, quienes usaban una escarapela de color rojo.

El 18 de febrero de 1812 la Junta declaró la abolición de la escarapela roja y adoptó la blanca y celeste.
El Congreso Nacional sanciona, en 1938, la Ley 12.361 que establece el 20 de junio, aniversario del fallecimiento de Manuel Belgrano, como Día de la Bandera. La enseña patria, creada por Manuel Belgrano, fue enarbolada por primera vez en Rosario, a la vera del río Paraná, el 27 de febrero de 1812.  La bandera fue confeccionada por María Catalina Echevarría de Vidal.

Actualmente, la celebración más destacada suele realizarse en la ciudad santafesina de Rosario. Allí se izó por primera vez la bandera argentina, por eso en lugar se construyó un gran monumento, hito del festejo que todos los años incluye la asistencia del Presidente de la Nación, además de los veteranos de la Guerra de Malvinas, miembros de las fuerzas armadas y la Policía.

Otra característica del festejo es la bandera más larga del mundo que los ciudadanos de Rosario confeccionaron comunitariamente para el desfile de esta fecha.

jueves, 13 de junio de 2013

El suicidio de Leopoldo Lugones

Tal vez un informe forense y unos libros puedan decir más sobre un hombre que todas las anécdotas que jalonan una vida.Leopoldo Lugones, polígrafo nacido en un pueblo de Córdoba en 1874, apareció muerto por envenenamiento en una habitación de un recreo del Tigre, llamado El Tropezón, el 19 de febrero de 1938. El deceso se produjo la noche anterior. En su mesa, como imagen espartana de su vida, había una botella de whisky a medio consumir, un vaso de agua intacto, una carta y un artículo inconcluso.La carta no decía nada en absoluto sobre los motivos de la muerte. Sólo alertaba que el difunto era dueño de sus actos. Fuera de eso, pedía que lo enterraran sin cajón y sin lápida. Curiosamente, la carta póstuma empezaba así: No puedo terminar el libro sobre Roca. Basta. Y es éste el primer indicio sobre las razones del suicidio del discutido poeta del nacimiento de los tiempos modernos en la Argentina.Pocos suicidas hubiesen recordado a cinco minutos de ejecutar su propia sentencia que no habían terminado un trabajo. Y el basta que sigue a esta constatación resulta significativo. ¿Basta con qué? ¿Con Roca? ¿O con escribir, con la literatura, con sostener un trabajo que se suele suponer gratificante?Este es el problema, éste es el enigma Lugones. El informe forense puede introducir en pistas. Los escritos de Lugones, versos llenos de majestuosidad y arcaísmos, artículos que van desde el anarquismo hasta el desprecio del pueblo y el elogio de la fuerza y del Ejército como la última aristocracia (discurso en Lima, en el centenario de la batalla de Ayacucho, en 1924, donde también dijo su famosa frase Ha sonado la hora de la espada frente al ministro de Guerra argentino Agustín P. Justo) son otro indicios.Diría el informe forense que Leopoldo Lugones, escritor y periodista de 64 años, director de la Biblioteca del Maestro, bebió una fuerte dosis de cianuro, además de alcohol, aquella noche del 18 de febrero. Sus escritos dicen que era un enamorado de la antigüedad griega -en el modo idílico en que entendían esa antigüedad los neoclásicos, los románticos y los parnasianos del siglo pasado-. De modo que el cianuro remite a la cicuta de Sócrates. Una ejecución civil que paradójicamente se encomendaba al propio reo.La sentencia se cumplió en un lugar llamado significativamente El Tropezón. Puede suponerse que Lugones, a quien sus escritos revelan como un megalómano, un hombre que no dudaba sobre su destino póstumo de bronce y laurel, había chocado contra algo. Un imprevisto se descolgó sobre su vida, que describió en algunas entrevistas como la de un buen burgués. Otros constataron que era amante de la buena ropa, que escribía de mañana en un estudio maniáticamente ordenado y limpio, para salir a la tarde a cumplir sus tareas de empleado público. En rigor, no bebía. El whisky simplemente acompañó al veneno.Dicen sus escritos que el tratamiento del sexo, tema oculto de la poesía modernista, resultaba afectado, distante e impregnado de sentimientos machistas de dominación sublimados: Y al penetrar entre tus muslos finos, / la onda se aguzó como una daga, por ejemplo.Hace unos años, el poeta y narrador Juan José Hernández examinó este problema y encontró mucho más. Lugones estaba fijado a la imagen de la mujer como un enigma que conduce a la muerte y su represión erótica le hacía rechazar toda idea de fertilidad y vitalidad en la mujer y complacerse en la luna doncella, la amante niña, que enamora y mata.Cuando Lugones muere, la hora de la espada que había augurado sonaba en todo el mundo. Estaba en auge el fascismo y pronto Hitler se lanzaría sobre Polonia. De algún modo, la revolución, aquí, de José Evaristo Uriburu, que Lugones apoyó, se había diluido en un sistema conservador y tramposo, los dirigentes se parecían más al Viejo Vizcacha que a unos aristócratas, pero no parecía eso motivo suficiente para que bebiera la cicuta.Lo hizo, y recién aparecen evidencias públicas en 1984, porque al fin la luna doncella había entrado en su vida, cuando ya tenía 52. En 1984, la historiadora María Inés Cárdenas de Monner Sans publicó, bajo el nombre de Cancionero de Aglaura, los poemas que Lugones dedicó a su amante niña, Emilia Cadelago, a quien había conocido en la alta madurez, cuando ella era una estudiante. También incluye ese libro sus cartas, que revelan a un erotómano como nunca fue Lugones.Lo que dijo BorgesSe mató por amor, no dudó Borges. El padre Leonardo Castellani, que lo había asistido en su conversión al catolicismo en 1934, durante el Congreso Eucarístico, lamentó ese suicidio de sirvienta. El hijo de Lugones, el comisario Polo Lugones, introductor de la picana eléctrica en la Sección Especial, en 1930, tuvo que ver, aseguraba Emilia, con aquel desenlace. El hijo trató de detener esa primavera tardía del padre amenazando a la familia de la chica con que metería al viejo en un manicomio.Borges, completando el retrato, escribiría años más tarde: Si tuviéramos que cifrar en un hombre todo el proceso de la literatura argentina, ese hombre sería indiscutiblemente Lugones. Para Borges, gran parte de la literatura posterior sería inimaginable sin él. Y sin embargo, no renunciaba a ubicarlo en un plano preponderantemente intelectual. Al prologar un libro sobre Almafuerte, en 1962, Borges escribía: El poeta argentino es un artesano o, si se prefiere, un artífice; su labor corresponde a una decisión, no a una necesidad. Almafuerte, en cambio, fue orgánico, como lo fue Sarmiento, como muy pocas veces lo fue Lugones.Estas muy pocas veces fueron las brechas por las que al fin todo lo reprimido irrumpió en la vida de un hombre de 64 años. A 12 años de haber conocido a la joven Emilia, Lugones bebe su cicuta solo, en el lugar llamado El Tropezón, y establece su enigma. 

domingo, 9 de junio de 2013

IV JORNADAS GARDELIANAS EN BAHIA BLANCA

Producido por José Valle Se aproxima la cuarta edición de Jornadas Gardelianas en Bahía Blanca, única ciudad en el mundo que rinde homenaje al cantor, actor y compositor más grande de nuestro país durante cinco días consecutivos. Además de conferencias, milongas y espectáculos, dentro de las actividades el Centro de Estudios y Difusión de la Cultura Popular Argentina (CEDICUPO) distinguirá a importantes personalidades de la cultura local: Juan Carlos Mandará, Néstor Raúl Matoso, Hilda Vázquez, Atilio Zanotta y al programa televisivo “Música en la Bahía” que cumple seis años difundiendo los valores musicales de la ciudad.

MIÉRCOLES 19 DE JUNIO: 
10.30 HS: Café Miravalles (Av. Cerri 777, Bahía Blanca)
Apertura Oficial con inauguración de plaqueta-homenaje al histórico café visitado por Carlos Gardel en su llegada en tren a Bahía Blanca en 1933. Se trata de una obra realizada por el afamado fileteador Pedro Araya cuyo descubrimiento será acompañado por la interpretación del tango “En un feca” por Gaby “La voz sensual del tango” junto al reconocido guitarrista Jorge Vignales. Seguidamente harán uso de la palabra el Dir. del Instituto Cultural, Sergio Raimondi, y Eduardo Giorlandini que referirá a la historia del lugar.
Entrada libre y gratuita.
18.00 HS: Auditorio de la Cooperativa Obrera Ltda (Zelarrayán 560, Bahía Blanca)
Charla-debate moderada por Mariel Estrada. Expondrán Eduardo Giorlandini (nacionalidad de Gardel), Francisco Cabeza (Gardel y las comidas) y Carlos Benítez (Gardel y las mujeres). A continuación se ofrecerá un espectáculo musical a cargo de Lucio Passarelli Cuarteto y Susana Matilla.
Entrada libre y gratuita.

JUEVES 20 DE JUNIO:
21,30 HS: El Motivo Tanguería (Brandsen 550, Bahía Blanca)
Show musical con la cantante marplatense Luciana Panaino que presentará su nueva producción discográfica Sueños de Juventud, la intérprete bahiense Patricia Báez y “Bien Frappe, un Show de Tango” que presentará Demoliendo Mitos protagonizado por María González Rial, Jesús Infante, Francisco Vitali, Quique Lorenzi, Eduardo Canale, Ana Munuce y Ángel Dantagnán.

VIERNES 21 DE JUNIO:
21,30 HS: El Motivo Tanguería (Brandsen 550, Bahía Blanca)
Show musical de Cristina Marinissen y milonga bailable a cargo de Juan Carlos Polizzi Trío (Eduardo Polizzi, Osvaldo Lucero y Juan Carlos Polizzi).

SÁBADO 22 DE JUNIO:
21,30 HS: Café Histórico de Bahía Blanca (Av. Colón 602)
Show musical de Pablo Gibelli y Florencia Albanesi que presentará parte de su show “Canciones de Amor y Humor”.

DOMINGO 23 DE JUNIO:
20,30 HS: Teatro Municipal de Bahía Blanca.
Gala de cierre con la ex niña prodigio del tango María José, Valeria Cotado y Gaby “La Voz Sensual del Tango” junto a Susana Persia, los guitarristas Ramón Maschio y Eduardo Rotela, la pareja de baile de Natalia y Gustavo y la participación especial del bambino de oro del tango, Gianlucca Pezzutti.

LUNES 24 DE JUNIO:
11.00 hs: Intersección de las avenidas Cabanettes y Carlos Gardel, Pigué.

Descubrimiento de obra artística realizada por Pedro Araya en homenaje al zorzal criollo en el monumento que lo recuerda.

viernes, 7 de junio de 2013

Antonio Muñoz Molina ganó el Príncipe de Asturias de las Letras

El escritor español Antonio Muñoz Molina, uno de los autores y ensayistas españoles más reconocidos de la actualidad, fue distinguido hoy con el Príncipe de Asturias de las Letras, que volvió a premiar a un autor en lengua española 13 años después de que lo obtuviera el guatemalteco Augusto Monterroso.
El jurado subrayó en el fallo "la hondura y la brillantez" con que el escritor ha narrado fragmentos relevantes de la historia de su país, episodios cruciales del mundo contemporáneo y aspectos significativos de su experiencia personal", informa la agencia Efe.

Muñoz Molina (1956), que se impuso a candidatos como Luis Goytisolo o Haruki Murakami, empezó a estudiar Periodismo en Madrid y se trasladó después a Granada, en cuya Universidad se licenció en Historia del Arte y donde vivió durante veinte años.

Allí trabajó como funcionario, mientras colaboraba como columnista en el ya desaparecido Diario de Granada. A lo largo de los años ha seguido colaborando como articulista en la prensa, publicando en ABC, El País, Ideal o las revistas Muy Interesante y Scherzo.

Intelectual comprometido y observador de la realidad, Muñoz Molina concibe la escritura como un atesoramiento personal de experiencias compartidas, como "una persecución del fugitivo momento en que el recuerdo se trueca en deslumbradora certeza estética".

Periodismo y literatura se funden en su obra, de estilo sobrio, refinado y depurado, sin artificios innecesarios y cierto tono melancólico.

El escritor se consolidó como uno de los grandes novelistas en lengua española pero es también un gran articulista y ensayista,  defensor de la tolerancia y muy crítico con la corrupción política.

En 1984 publicó su primer libro, "El Robinson urbano", una recopilación de los artículos aparecidos en el Diario de Granada y dos años después apareció su primera novela, "Beatus ille", donde  aparece ya la ciudad imaginaria de Mágina, trasunto de Úbeda -su ciudad natal-, que utilizará en obras posteriores.

Con "El invierno en Lisboa" (1987) ganó el Premio de la Crítica y el Nacional de Narrativa y en 1991 el Premio Planeta por "El jinete polaco", con el que obtuvo asimismo al año siguiente el Nacional de Narrativa.

Luego iría firmando otras muchas que lo irían consagrando como escritor, entre ellas "Plenilunio" (Premios Fémina a la mejor novela extranjera y de los lectores de Crisol), "Sefarad", "Ventanas de Manhattan" o "La noche de los tiempos" (Premio Mediterráneo 2012 a la mejor novela extranjera), ambientada en los primeros día de la guerra civil española.

Con su obra traducida a más de veinte idiomas, Muñoz Molina, académico de la Academia española de la Lengua desde 1995, ha disfrutado desde muy pronto del fervor del público y de la crítica, pero él suele decir que ser escritor "no tiene nada de excepcional".

"La literatura es un alimento tan sencillo como el pan y el agua, y un exceso de intelectualización la convierte en algo horrendo", aseguró en una entrevista este escritor que, por muy sólida que sea su carrera, se sigue considerando "un principiante" cada vez que comienza una novela.

Novelistas tan importantes como los premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y Camilo José Cela también fueron premiados con el Príncipe de Asturias en esta categoría.

El de Letras es el quinto Príncipe de Asturias que se concede este año, cuando se cumple su 33ra edición; anteriormente fueron otorgados el premio Príncipe de Asturias de las Artes al cineasta y dramaturgo austríaco Michael Haneke, el de Ciencias Sociales a la socióloga holandesa Saskia Sassen, y el de Comunicación y Humanidades a la fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz.

Cada uno de los premios, creados en 1981, está dotado con 50.000 euros (65.000 dólares) y una escultura diseñada por el artista Joan Miró.

Los galardones se entregarán en octubre en Oviedo, en un acto presidido por los príncipes
de Asturias, Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, herederos de la corona española.

miércoles, 5 de junio de 2013

Antonio José de Sucre

(Cumaná, actual Venezuela, 1795 - Sierra de Berruecos, Colombia, 1830) Militar y político venezolano. Miembro de una familia patricia venezolana de larga tradición militar al servicio de la Corona española, su padre, el teniente coronel Vicente Sucre y Urbaneja, se adhirió a pesar de ello a la causa emancipadora desde sus inicios.

Educado por su tío José Manuel, a los quince años se alistó en el ejército patriota como alférez de ingenieros y participó en la campaña de Miranda (1812) contra los realistas, durante la cual ascendió a teniente. Tras el fracaso de este primer intento emancipador, se refugió en la isla de Trinidad, donde entabló contacto con Mariño, a quien siguió en 1813 en la expedición de reconquista de Venezuela, en la que tomó Cumaná e intervino en la organización del ejército de Oriente.

Su arrojo y sus dotes para la guerra determinaron su ascenso a teniente coronel, y como tal tomó parte en la ofensiva sobre Caracas. Sin embargo, vencido su ejército en Aragua y Urica, debió huir para no ser apresado por los realistas. Integrado de nuevo en la lucha, en la segunda mitad de 1815 participó activamente en la defensa de Cartagena de Indias, desde donde pasó a combatir en la Guayana y el bajo Orinoco.

Con el grado de general de brigada, marchó en 1818 a Angostura, donde Simón Bolívar había instalado su cuartel general y organizaba la República. Allí se convirtió en uno de sus mejores lugartenientes y se ganó la amistad y el respeto del Libertador, quien destacó siempre sus dotes militares y su elevado sentido de la moralidad.

Enviado a las Antillas con la misión de obtener armas para el ejército, ingresó a su regreso en el estado mayor de Mariño, quien combatía en el Oriente venezolano; más tarde pasó al estado mayor de Bolívar y fue designado integrante de la comisión que firmó el armisticio y la regulación de la guerra de Santa Ana de Trujillo (1820) con el general realista Pablo Morillo, por el que se pretendía evitar al máximo los efectos de la guerra sobre la población civil.

Al año siguiente, marchó al frente de un ejército en apoyo de la sublevación de Guayaquil, puerto al cual también arribaron tropas del general San Martín. Comenzó entonces la campaña de liberación de Ecuador, que tuvo su culminación en Pichincha, batalla librada en 1822.


 Con esta victoria de Sucre se consolidó la independencia de la Gran Colombia, se consumó la de Ecuador y quedó el camino expedito para la liberación de Perú, tras la renuncia de San Martín. Sucre entró en Lima en 1823, precediendo a Bolívar, quien tomó todos los poderes en el país. Participó con él en la batalla de Junín y, el 9 de diciembre de 1824, venció al virrey La Serna en Ayacucho, acción que significó el fin del dominio español en el continente sudamericano.

El Parlamento peruano lo nombró gran mariscal y general en jefe de los ejércitos. Al frente de éstos marchó al Alto Perú, donde proclamó la República de Bolivia en homenaje al Libertador, a quien encargó la redacción de su Constitución. La Asamblea local lo nombró presidente vitalicio, pero dimitió en 1828 a raíz de los motines y la presión de los peruanos opuestos a la independencia boliviana.

Se retiró entonces a Ecuador acompañado de su hija y de su esposa, la marquesa de Solanda. Poco después, acudió en ayuda de Colombia, invadida por el peruano José de la Mar, a quien derrotó en Portete de Tarqui. Tras la firma del tratado de Piura, marchó a Bogotá como delegado de Ecuador ante el Congreso allí reunido, en un momento en que la Gran Colombia se encontraba ya en proceso de desintegración. Formó parte de la comisión encargada de negociar con el general Páez, alzado en armas por la independencia de Venezuela. Poco después, también Ecuador la declaró, y hacia allí se dirigía para evitarla, cuando en la sierra de Berruecos cayó víctima de una emboscada, al parecer ordenada por José María Obando, jefe militar de la provincia de Pasto.

martes, 4 de junio de 2013

General Enrique Mosconi, un militar defensor de la soberanía nacional

La vida y trayectoria de Enrique Mosconi (1877-1940) constituye un andarivel de nuestra historia que
permite imaginar un destino nacional distinto al que finalmente terminó prevaleciendo en la segunda mitad del siglo XX. Hoy son menos los que discuten que los países desarrollados alcanzaron ese estadio a partir de una decisiva participación estatal en la construcción de infraestructura y en condiciones propicias para la existencia de una industria de base. Esa discusión, sin embargo, sometió a la Argentina a una larga, crónica y estéril pulseada entre modelos de inserción agroexportadora y modelos de industrialización y sustitución de importaciones; disputas que terminaron por relegar a nuestro país en los mercados internacionales y lo introdujeron en una declinación de sus capacidades productivas que llega hasta nuestros días.


En la revisión de nuestro pasado, es posible encontrar, sin embargo aquellos "eslabones perdidos" de lo que podría haber sido otra historia. Mosconi y Savio, como Lisandro de la Torre o Alfredo Palacios, representaron arquetipos de un "deber ser" que siempre se rescató como un ejemplo a seguir. Pero representaron, al mismo tiempo, arquetipos solitarios de hombres públicos. Singulares entre sus pares, y siempre más admirados que conocidos e imitados.
Hijo de inmigrantes, militar e ingeniero

Enrique Carlos Alberto Mosconi nació en Buenos Aires el 21 de febrero de 1877, cuando Nicolás Avellaneda era presidente. Hijo de Enrico, un ingeniero italiano que llega al país contratado para la construcción de ferrocarriles y vías en Rosario, Córdoba y Mendoza; y de María Juana Canavery, una argentina descendiente de irlandeses. El primero quería un hijo médico; la segunda, un hijo militar que siguiera las tradiciones familiares. Sin duda, las influencias de la madre y el tío, Angel Canavery, quien participó de la Campaña del Desierto, serían decisivas.

Tenía cinco hermanos: dos hermanas mayores, María y Esther, y dos hermanos menores, Ernestina y Ricardo. En 1879 y con solo dos años de edad, es trasladado a Italia con toda su familia, debido al trabajo de su padre. La misma causa que años más tarde, tras la muerte de su madre, los traería de regreso a Buenos Aires.

En la Argentina, Enrico Mosconi se casa con la condesa María Luisa Natti, y para entonces el joven Enrique ya se sentía inclinado a seguir lo que había sido el mandato materno. Ya terminando el bachillerato decide ingresar, en mayo de 1891, al Colegio Militar. Con 17 años, se gradúa el 20 de noviembre de 1894, tres años y medio después, como subteniente de Infantería, con diploma de honor y encabezando el orden de mérito de la promoción de veintidós cadetes.

Con apenas 18 años es enviado a hacerse cargo del Regimiento 7 de Infantería de Línea, en Río Cuarto. En sus ratos libres comienza a redactar el "Reglamento para Infantería en Campaña" que describe detalladamente el empleo de material explosivo, instrucciones para la construcción de puentes. Dicho trabajo comienza a perfilar su vocación abocada al desarrollo de la industria nacional y sus primeros pasos como ingeniero.

En 1896 asciende a segundo teniente. Paralelamente es trasladado a la Capital Federal. Una vez allí decide ingresar a la carrera de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, proyecto que venía madurando desde hacía unos meses. Mientras dedicaba sus horas a los estudios universitarios dirigió una comisión de estudios topográficos en Mendoza, a través de la cual se realizó un relevamiento de información topográfica y estadística de la zona cordillerana. Al año siguiente organiza las mismas tareas en la Patagonia, que concluyen con su proyecto del ferrocarril de Neuquén.

En 1901, Enrique Mosconi, después de cinco años de estudio, egresaba de la facultad con su título de Ingeniero Civil, tras haber presentado y aprobado una tesis sobre un proyecto de embalse para el lago Nahuel Huapi y la colocación de una válvula reguladora en los ríos Limay y Negro, ubicados en la provincia de Neuquén, con el objetivo de habilitar la navegabilidad hasta el Mar Argentino.

En 1903, obtiene el grado de Ingeniero Militar, con solo 25 años, según consta en acta firmada por el entonces Ministro de Guerra, el general Pablo Ricchieri, funcionario del entonces presidente Julio A. Roca. Al año siguiente es enviado, al por entonces Territorio Nacional de Santa Cruz, para levantar el Regimiento 24 de Infantería. En 1904 recibe el premio "General Belgrano", de 50 mil pesos, por un proyecto que había presentado para la construcción de un cuartel de Infantería y otro de Caballería, que debían construirse en el lugar donde hoy se encuentra el Regimiento de Granaderos a Caballo. En su discurso de agradecimiento explica: "...creo que, anualmente, los primeros números diplomados en la Facultad de Ingeniería deberían ser enviados al extranjero, donde se ejecutan esas estupendas obras, orgullo del esfuerzo humano, aptitudes aprovechables después en nuestra marcha hacia delante y, también, porque creo que tales aptitudes deben desarrollarse especialmente en los nuestros para no recurrir tanto a la importación de especialistas, que generalmente no da resultado..."

En el centro, Mosconi en Comodoro Rivadavia, inspeccionando nuevas perforaciones. En diciembre de 1907 se descubrió en el sur el preciado "oro negro" mientras se "buscaban napas de agua" para abastecer a la ciudad. Como director de YPF electrificó Comodoro para agilizar la producción y explotación de los pozos petroleros del lugar.
Las idas y vueltas por Europa
De 1906 a 1908, Mosconi forma parte de la comisión de graduados argentinos enviada a Europa (Bélgica, Italia y Alemania) para realizar un estudio y posterior adquisición de usinas hidroeléctricas y a gas. Para este trabajo, es asignado a los cuerpos de la especialidad de Ingenieros en el ejército alemán. Estuvo durante cuatro años incorporado al Batallón 10 Pioneers de Westphalia, participando de las maniobras imperialistas de 1907, mientras cursó sus estudios de posgrado en la Escuela Técnica Superior de Artillería e Ingeniería de Charlottenburg.

En Alemania también conoce el pensamiento de Friedrich List (1789-1946), economista cuyas ideas industrialistas tuvieron gran influencia en Europa y los Estados Unidos. List pasó más de 20 años en Norteamérica colaborando con representantes del Sistema Americano de Economía Política. En su libro Sistema Nacional de la Economía Política decía que "aquellas naciones que poseen, en la zona templada, un territorio extenso, abundantemente provisto con recursos naturales, dejarían desaprovechada una de las más ricas fuentes de bienestar, civilización y poderío, si no procurasen realizar la división del trabajo y la confederación de las energías productivas conforme a un módulo y esenciales para ello". Esta es la línea de pensamiento que reflejará Mosconi en toda su obra.

En 1909 regresa a la Argentina como Jefe del Batallón 2 de Ingenieros, pero su estadía en el país será por unos pocos meses. A fines de ese mismo año accede a integrar una nueva comisión que se traslada a Europa para adquirir material técnico para el Arma de Ingenieros. Realiza estudios teóricos y desempeña tareas en unidades de telegrafistas y ferrocarrileros en Alemania, Francia y el Imperio Austro-Húngaro.

Regresa a Buenos Aires en enero de 1911 y es destinado a la Inspección de Ingenieros, como auxiliar. El 29 de marzo del siguiente año asciende a teniente coronel y es nombrado Jefe del Batallón 1 de Ingenieros en Campo de Mayo. En 1913 viaja nuevamente a Alemania para la compra de más material para el trabajo de los ingenieros militares, pero la cercanía de la Primera Guerra mundial hace que le sean requisados todos los elementos. En 1914 Mosconi regresa al país y es designado al frente del Arma 1 de Ingenieros. En 1915 es trasladado como subdirector general de Arsenales de Guerra y un año después asume como director del Arsenal "Esteban de Luca", donde comienza a aplicar lo aprendido en Alemania, introduciendo el reemplazo de la energía térmica de carbón por petróleo crudo en hornos de fundición y calderas, y experimentando en fundición de aceros realizados con óxido de Quequén.

Reforma el sistema de arrastre de la ametralladora dándole a ésta un valor táctico del cual carecía; prohíbe en los talleres el uso de maderas extranjeras, y a cambio ordena la utilización de las maderas nacionales; sustituye el cáñamo de importación por el caraguatá mesopotámico, en la fabricación de armería; y se producen granadas de mano de tipo alemán. Repara maquinaria vieja y la pone en funcionamiento a la vez que duplica el índice de producción en los talleres de cartuchería.

Prepara la primera estadística industrial militar del país para poder conocer el tiempo necesario para la construcción de los materiales que una movilización militar requería. Eran ideas provenientes de las teorías económicas "tayloristas" que, por esa época se difundían en el mundo, sobre la maximización del rendimiento en el tiempo de trabajo. Investiga, obtiene y emplea productos del país para la construcción de nuevos cañones para fusil máuser y ametralladoras.
Pozo Nº 2

Pozo Nº 2 en Comodoro Rivadavia. Fue el primero explotado industrialmente.
El día en que nació una idea
Con motivo de la finalización del año militar, la Escuela de Aviación organiza excursiones de entrenamiento que llegarán hasta las fronteras argentinas, previstos para iniciarse una mañana de agosto de 1922. Al llegar el día, Mosconi se encuentra con que la empresa norteamericana Wico (West Indian Oil Company), la única que importaba combustible para aviones en la Argentina, se negaba a suministrarlo sin pago adelantado.

El entonces coronel Mosconi se reunió con el gerente de la empresa para ratificar la noticia. Una vez confirmada, estableció que la empresa no le vendería más nafta a menos que se anticiparan los pagos, Mosconi replicó, según cuenta en su libro: "Advierta que el Servicio Aeronáutico del Ejército no debe un centavo a su compañía; que se trata de una repartición militar solvente y dependiente del Ministerio de Guerra y que, por lo tanto, no sólo me sorprenden sus manifestaciones y su exigencia, sino que las considero impertinentes y no las acepto".

En ese mismo momento, comienza a reflexionar sobre qué pasaría si ese combustible era requerido, no para una simple práctica aeronáutica, sino para la defensa aérea del territorio nacional. Más tarde comentará: "Allí, en el mismo escritorio me propuse juramentándome conmigo mismo, cooperar con todos los medios legales para romper los trusts". La decisión de Mosconi cambió la historia argentina.

Fundó YPF, creando con ella una de las obras más importantes del siglo XX a nivel mundial, que más tarde se constituiría como modelo de otras que se fundaron en el resto de Iberoamérica. También hacia esa meta iba Mosconi el 1º de agosto de 1929, cuando YPF rebajó el precio del litro de nafta y tomó "la dirección y el contralor del mercado de combustible líquido en la Argentina". El juramento de 1922, "romper los trusts" se había cumplido.
La primera destilería

Luego de que el 13 de diciembre de 1907 se descubriera en Comodoro Rivadavia el tan preciado petróleo, mientras se buscaban napas de agua para abastecer a la ciudad, fundada en 1901, el tema pasaría a ser de gran importancia nacional, pero las obras para llevar adelante las extracciones no estarían todavía impulsadas con suficientes fuerza y dinamismo.

firma el decreto con el que daría lugar a la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Esta nueva denominación encontraría su razón en una necesidad de centralizar la explotación del mineral, tanto de Comodoro Rivadavia, como de Salta, Jujuy y los recientes descubrimientos de Plaza Huincul, así como de aumentar la producción para satisfacer las demandas nacionales e internacionales que provocaba el momento de entre guerras.

Así es como, después del incidente con la Wico, Mosconi pasaría a ocupar el cargo de Director General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), tras la asunción de Marcelo T. de Alvear a la presidencia. Ya en su cargo, el cual ocupará durante 8 años, tomará decisiones determinantes en el desarrollo de la empresa, pero cada paso encontraría un sustento teórico fuerte pensado y proyectado por el mismo Mosconi. Durante esos años escribe el libro que acompañaría su obra: La batalla del petróleo. YPF y las empresas extranjeras.

Una vez en su cargo, Mosconi viaja al sur para hacer un relevamiento de la situación en que se trabaja y saber cuáles son las necesidades. Después de cada uno de sus viajes redacta informes que son entregados al gobierno, en los que constan las falencias, desorganizaciones fiscales y administrativas, así como la necesidad de suplantar a las empresas extranjeras que se encontraban explotando petróleo tanto en Comodoro Rivadavia como en Plaza Huincul.

Más tarde, en 1923, redacta un tercer informe que entrega al Ministerio de Agricultura en el que solicita la modificación de la Ley de Minas, para establecer nuevas zonas de reserva y un control estricto del mercado de combustibles. Como primer paso, con decidido entusiasmo, Mosconi proyectó la construcción de la destilería de La Plata. Esta iniciativa marcó un toque de alarma para los trusts petroleros, que iniciaron toda clase de resistencias al proyecto. Sin embargo el Congreso Nacional aprueba el contrato, se pone a disposición de YPF la suma de 24 millones en letras de Tesorería, y se firma un acuerdo con la norteamericana Bethlehem Steel Co. para la construcción de la destilería, la cual es inaugurada en diciembre de 1925, después de un año.

La destilería entra en producción inmediatamente, elaborando nafta, kerosene, fuel oil y a menos de cinco meses de su habilitación comienza la producción de nafta de aviación. El año 1926 señala la entrada de YPF en el mercado de combustibles con sus propios productos. Las ganancias capitalizadas y reservas ascienden a más de 71 millones de pesos; el beneficio líquido del ejercicio es de 6 millones. La producción fiscal de petróleo alcanza a 415.558 metros cúbicos, volumen equivalente al 76,9% del total nacional. Se importan más de 45 mil toneladas de crudo .Otra de sus grandes obras durante la gestión de Director de YPF fue la electrificación de Comodoro Rivadavia, necesaria para agilizar el modo de producción y explotación de los pozos petroleros del lugar, así como el buen funcionamiento del sector administrativo de la empresa.

Aprovechando la energía libre generada se creó, en 1927, la fabrica de latas, con maquinaria automática. Como dijera el mismo Mosconi "si se hubiese tenido que adquirir esta cantidad de latas (736.538 envases) se habría gastado más de lo que costó su fabricación en la destilería. Esta economía amortizó aproximadamente la cuarta parte del capital total invertido". Otro complemento fue la fábrica de cajones y el aserradero que representó una economía anual de más de un tercio del capital invertido en ella, obteniéndose cajones mejores que los que se compraban hechos. En 1928 se da inicio a la explotación de petróleo en Salta y debido a una intensa exploración llevada a cabo en la zona noroeste, se produjo en 1933 el descubrimiento petrolífero de Tranquitas.
Un precio competitivo para el combustible nacional
En 1927 el modelo de petrolera nacional saca del décimo puesto a la Compañía Británica de las Indias Orientales, produciendo un 6% de crudo por sobre ésta. El comentario del general Mosconi fue: "el concepto que establece el precio uniforme en todo el territorio de la Nación sólo rige en muy pocos países. Con ello consideramos haber implantado un principio de la mayor trascendencia". En tan poco tiempo YPF se había transformado en un principal promotor del bienestar general.El 1º de agosto de 1929 se resolvió rebajar dos centavos el litro y ochenta centavos por tonelada. "La trascendencia de la medida adoptada es histórica. En el preámbulo de su resolución dice que 'tomó esas disposiciones de acuerdo con directivas emanadas de Poder Ejecutivo, que se inspiran en conceptos de solidaridad nacional, fomento de las industrias de transformación, agropecuarias y de transporte, y para establecer una más equitativa relación entre los precios de producción de derivados petrolíferos y los de venta al consumidor, todo lo cual beneficiará en modo muy importante a la economía nacional'". "Desde el 1° de agosto de 1929, fecha en que los trusts petrolíferos inglés y norteamericano quedan definitivamente rotos en nuestro país, los habitantes de la República no sufren más imposiciones que las emanadas de su propio gobierno que decide libre de ingerencias extrañas en todo lo relativo al combustible líquido y empiezan a volverse tierra adentro los millones que hasta entonces tomaban el mar".

Mientras a nivel internacional los trusts subían los precios del combustible, la joven YPF se daba el lujo, a partir del 17 de febrero de 1930, de rebajarlo en seis y medio centavos por litro; lo que, sobre un consumo total anual de 800.000.000 litros, representaba $1.000.000 por semana, para la economía nacional. La importancia de estas estrategias de mercadotecnia, realizadas por Mosconi, encuentran su razón de ser en el convenio Achnacarry –firmado entre Standard Oil, Royal Dutch, Shell y Anglo Persian en 1928– regido por el principio del as is y según el cual cada empresa conservaba la posición que tenía en el mercado en el momento en que se firmara el acuerdo.

La exposición de sus ideas denotaba una preocupación por asegurar los beneficios de la explotación petrolera nacional a través de legislación adecuada. "El monopolio (sin expropiación de las concesiones existentes) acabará con los rozamientos y lucha de intereses –afirmaba el entonces titular de YPF– con los entorpecimientos y falsas canalizaciones de los trámites legales y reglamentarios de los expedientes. Acabará asimismo con la intromisión de elementos extraños en nuestra política interna, con el soborno, cada vez más alarmante. Evitará futuras complicaciones y perturbaciones en nuestra economía, en nuestro derecho y nuestra soberanía. Usufructuaremos así, íntegramente, en paz y tranquilidad, con honor y dignidad, como podemos y debemos hacerlo, los beneficios de nuestras explotaciones petrolíferas".
Pasado, presente y futuro del petróleo
Sin descuidar su pasado académico y previendo la necesidad de formar especialistas en el tema del petróleo, para un futuro no lejano, Mosconi logra que el 30 de diciembre de 1929 el Poder Ejecutivo dé lugar a su proyecto de un convenio entre YPF y la Universidad de Buenos Aires. Este acuerdo establecía que la petrolera otorgaría a la universidad la suma de $50 mil anuales para solventar los gastos necesarios para la capacitación de profesionales en la especialidad.

Así es como Mosconi se convierte en una de las figuras más importantes en la historia de la urbanización e industrialización del país. Pero como cualquier actitud comprometida con la transformación de la realidad nacional, sus decisiones y su pensamiento no concitaron sólo apoyos y generaron resistencias en el pensamiento dominante. Para muchos oficiales, la idea de una economía argentina completamente distinta de la que existía, con su base agraria y su dependencia del comercio exterior, resultaba ilusoria.

A pesar de estas opiniones encontradas, también fueron muchos los oficiales que encontraron en su figura un símbolo y un referente. No solo saludaron con aliento la tendencia hacia la industrialización, sino que se identificaron con ese incipiente nacionalismo económico que procuraba desarrollar los recursos petrolíferos de la Argentina bajo el control estatal. En su carácter de primer Director de YPF (1922-1930), Mosconi se esforzó por demostrar que los argentinos eran capaces de explotar estos recursos sin la participación de concesionarios extranjeros.

"Resulta inexplicable la existencia de ciudadanos que quieren enajenar nuestros depósitos de petróleo acordando concesiones de exploración y explotación al capital extranjero, para favorecer a éste con las crecidas

ganancias que de tal actividad se obtiene, en lugar de reservar en absoluto tales beneficios para acrecentar el bienestar moral y material del pueblo argentino. Porque entregar nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera."

Para Mosconi la soberanía nacional no comenzaba ni terminaba en los discursos celebratorios de fechas patrióticas, ni era una metáfora de circunstancia. Creía que los conceptos de soberanía y nacionalidad, eran algo tangible: la defensa del patrimonio argentino, sus riquezas naturales, eran los hombres y mujeres que con su trabajo escriben las páginas más auténticas de la nacionalidad.
Fue un tenaz defensor de los intereses petrolíferos nacionales durante esos ocho años al frente de YPF. Supo impulsar la nueva empresa, no sólo multiplicando su producción sino dotándola de la estructura necesaria para el cumplimiento de sus objetivos. Luego de una prestigiosa carrera militar, Mosconi dedicó su accionar a tratar de conseguir una política que permitiera resultados positivos para el país. Y buscó proyectar, también, esa experiencia a la región.
Mosconi "contagia" su modelo a toda Iberoamérica

Previo a su viaje por varios países de América latina para difundir el modelo industrialista argentino en el tema del petróleo, Mosconi realizó algunas conferencias radiales en las que consideró las relaciones derivadas de la finalización del conflicto chileno-peruano, como ejemplo y punto de partida de sus postulados. Dijo: "en estos momentos de satisfacción para chilenos y peruanos, deben ambos pueblos escrutar con mirada avizora el porvenir, para comprender las ventajas de todo orden que significaría en el mañana el término de la cuestión de Tacna y Arica y la unión de Chile y el Perú". Y continuó: "La cordialidad, el respeto mutuo, el espíritu fraterno entre Chile y la Argentina, que han existido, existen y deseamos sinceramente se acentúen para bien común, no pueden sufrir disminución ni sentirse rozados por conceptos que expresen justas aspiraciones patrióticas".

"En las relaciones internacionales pueden seguirse dos directivas: la de las intenciones ocultas, origen de la desconfianza que conduce a un recíproco e inútil desgaste de fuerzas, a la exageración del armamentismo, que en los países de América del Sur, por el grado de su desarrollo cultural y económico, sólo es ilusión de fuerza, ya que resulta contraproducente querer acopiar armas y pertrechos bélicos si ello no corresponde al poder económico de la Nación... la inversión de crecidos caudales que, por la razón expresada anteriormente, tendrían fin provechoso si se emplearan en destinos más productivos, que son los que en realidad constituyen la base de la organización de la paz y de la guerra."

"La otra dirección es la indicada para el crecimiento armónico de nuestros organismos nacionales y la firme orientación de nuestros destinos. A ella conducen los acuerdos internacionales, las convenciones aduaneras y las vinculaciones económicas que fomentan el intercambio comercial señalando rumbos de progreso y bienestar, y que para que lleve en sí la garantía de su seguridad tiene la exigencia de una proporcionada organización militar."

"Los países de Latinoamérica que, como el nuestro, explotan petróleo y no posean yacimientos carboníferos o bien no sean éstos comercialmente explotables, deben preservar las fuentes de combustible líquido de toda influencia que no sea eminentemente nacionalista; el combustible constituye la plataforma sobre la que se levantará su futura organización industrial". En 1927, Mosconi decide que sus acciones contra los trusts petroleros no deben limitarse al ámbito nacional y proyecta la ruptura del control de las compañías petroleras internacionales a nivel continental, convirtiéndose en un precursor de los planes de integración iberoamericana. Así fue que, invitado por diferentes gobiernos de la región, inició una gira en barco en la que visitó varios países para dictar conferencias y mantener reuniones oficiales. Sostuvo como prioridad el establecer relaciones con los institutos militares de formación y fue consolidando lazos fraternales, al dejar en cada país una réplica del sable del General San Martín, como un símbolo de unidad americanista.
Primera exploración en los mares
Una de las primeras exploraciones realizadas en nuestros mares, contó con la cooperación de técnicos extranjeros, como por ejemplo José Fuchs.
En Bolivia
El presidente de Bolivia, viendo la necesidad de la importación de petróleo, hace a la Standard Oil Co. una concesión para la construcción de dos oleoductos para llevar petróleo desde Argentina hacia dicho país. Mosconi interviene sin demora, entendiendo que "la concesión es solicitada por la Standard Oil Co., de actuación conocida en el mundo entero, que en nuestro país se ha destacado por sus procedimientos nocivos a nuestra moral, a nuestra política y a nuestro bienestar, y que actualmente se encuentra en litigio ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación con la Provincia de Salta, cuyos decretos recientes restablecen el imperio de prescripciones legales desconocidas por el Poder Ejecutivo del Dr. Corbalán" (gobernador de Salta).

Este pedido le llega a él de mano del Presidente vía un memorándum de seis páginas referente a un convenio provisional de transporte; un anteproyecto de concesión de oleoducto desde la mina Mirtle, sobre el río Bermejo y Manuel Elordi, donde ha establecido depósitos y refinería la Standard Oil Co. Además, pide concesión para construir, paralelamente a las tuberías de petróleo, cañerías de agua, cañerías para conducir gas natural, que podrá ser empleado por el concesionario para cualquier uso privado o público; líneas telegráficas y telefónicas y estaciones de radio, un ferrocarril de vía angosta, las líneas de luz y fuerza eléctrica requeridas y, finalmente, los muelles necesarios en el río Paraguay o en el Paraná.

Mosconi se opone rotundamente a lo que considera tanto una violación de la soberanía nacional como de la de Bolivia: "Considero que no conviene a los intereses de nuestro país acordar la concesión de ninguno de los dos oleoductos en cuestión, el segundo de los cuales constituye un verdadero corredor de 1.500 kilómetros de longitud desde la frontera de Bolivia hasta los puertos de nuestro litoral, que se entregaría a la Standard Oil Co. para uso de ella y del gobierno de Bolivia".


"Semejante solicitud de concesión no corresponde al estado moral y a la capacidad económica, técnica e industrial de nuestro país, en virtud de lo cual el Poder Ejecutivo que nos preside, con altas miras de resguardar la riqueza de los yacimientos y defensa de nuestro patrimonio y de nuestra tranquilidad política, ha concretado y sostiene conceptos monopolistas integrales de la industria petrolífera".

"Es, sin embargo, posible dar satisfacción al pedido del Gobierno de Bolivia tomando nuestro Gobierno a su cargo la construcción de dos oleoductos, es decir, el de Aguas Blancas o Embarcación y el de Cuiba a Formosa, Santa Fe o Campana".
Torres en Comodoro
Torres y torres se yerguen en el mar y la tierra de Comodoro Rivadavia, merced a la tesonera obra del gran visionario.
En Colombia y Perú
En Colombia transmite la experiencia argentina sobre el petróleo a hombres del Parlamento y al propio presidente Abadía Méndez en momentos en que Bogotá esta discutiendo un proyecto de ley sobre explotaciones petroleras. Un periodista le pregunta cuál de los dos trusts, el anglo-holandés Royal Dutch o el norteamericano Standard Oil, era preferible por su capacidad técnica, método de trabajo y modalidades.

La respuesta de Mosconi es que "el grupo norteamericano es menos científico, más audaz e impetuoso, dispone de ilimitados recursos financieros, por lo tanto desarrolla un espléndido vigor en las empresas y no reconocen limitaciones en la obtención de sus propósitos y de allí se derivan las reacciones que provocan sus ásperos procedimientos, que comienzan con las manifestaciones personales y se extienden hasta el desconocimiento y el atropello de la soberanía de otros pueblos. El grupo europeo es más científico y metódico en sus planes y en sus sistemas de trabajo es más suave, al extremo que en ciertos momentos pasa inadvertido, más no por eso deja de obtener con habilidad las finalidades que persigue...".

"Al final de cuentas –concluye– los dos grupos son equivalentes y compararía con una cuerda de cáñamo al grupo norteamericano, y con una de seda al europeo; de modo que en respuesta a la pregunta que me hiciera, manifesté que si las dos cuerdas, ruda la una, suave la otra, han de servir para ahorcarnos, me parecería más inteligente renunciar a ambas, y concentrando nuestra voluntad y nuestra capacidad en este problema especial, de características únicas, resolverlo por nuestras propias fuerzas, haciendo con ello un gran bien que las generaciones futuras agradecerán".


Con el modelo argentino de YPF se crea YPFC (Yacimientos Petrolíferos Fiscales Colombianos). En Perú es recibido por el presidente Leguía y dicta dos conferencias. A su regreso, el 26 de marzo de 1928 en declaraciones al diario La Prensa expresa su especial preocupación por "las perturbaciones que los grandes trusts producen en los pueblos en que operan".
En México
Invitado por el rector de la Universidad de México, y el Departamento de Petróleo de la misma, Mosconi viaja en enero de 1928 y brinda conferencias sobre la novedosa experiencia argentina con el petróleo. Refiriéndose al primer encuentro con el presidente, el general Plutarco Elías Calles, cuenta: "Sus primeras frases fueron de un hondo sentido: 'Ojalá, general, me dijo, Méjico no hubiera tenido nunca petróleo'. ¿Quiere el lector más gráfica y más brevemente pintado el grave problema? ¿No explicaba eso la lucha que aquel gobernante debía sostener en defensa de intereses de los cuales sabía que estaban pendientes otros, los más caros, quizá, de su pueblo, que ha sido siempre un pueblo de libertad y de sacrificio? Recordaré siempre aquellas palabras del presidente Calles y las recordaré como ciudadano argentino que desea que su patria no sufra los males de Méjico, por el único pecado de ser un país rico y aspirar una lógica situación de pueblo libre".

En la misma entrevista, Mosconi felicita al presidente mexicano por "la amplitud de miras que se revela en la manera cómo han abordado y están procurando resolver su problema petrolero, no desde un solo punto de vista, sino en todas sus fases: científica, económica, política y social. Política indudablemente salvadora y benéfica para el porvenir de su país".
" 'Al expresar a usted la profunda satisfacción que nos ha producido su visita y felicitarle personalmente por la obra que han realizado, me permito suplicarle transmita nuestro cordial saludo y haga extensiva esa felicitación nuestra a las personalidades que con usted están realizando la obra a que me he referido y que sin duda merecerá la gratitud de su patria y la simpatía, no sólo de los pueblos de la América latina, sino también de todos los que traten de colocarse en un alto nivel'. He trascripto parte de la carta que al salir de Méjico recibí del ingeniero Paredes, no sólo por el valor que sus elevados sentimientos patrióticos y sus profundos conocimientos técnicos dan a esa comunicación, sino para que el lector advierta de qué manera los hombres a quienes el país hermano ha confiado el cuidado de su riqueza petrolera están trabajando con el fin de que su patria llegue a disfrutar ampliamente de lo que en realidad le pertenece".

"El abastecimiento de petróleo para las necesidades del país es un problema que ha venido ocupando la atención preferente del Gobierno Federal con el propósito de alcanzar una solución que satisfaga los intereses nacionales en forma amplia y definitiva. El Gobierno Federal desea ofrecer una amplia oportunidad para que participen en esta organización el mayor número de elementos nacionales a fin de lograr que la Compañía Petroleros de Méjico S.A., sea una empresa genuinamente mejicana, manejada por mejicanos, para beneficio de los mejicanos".

Un gran aporte para la concreción de PEMEX, la empresa petrolera estatal, lo constituyen las ideas americanistas que Mosconi les expuso. Diez años después de aquella visita, el 18 de marzo de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas ordenó la inmediata nacionalización de toda la industria petrolera mexicana.
También en los Estados Unidos
Luego de su recorrida por los países de América del Sur, Mosconi decide visitar los Estados Unidos para conocer algunos establecimientos de importancia dedicados a la exploración y explotación de minerales. En su recorrida, llega hasta una de las destilerías de la Standard Oil, en Bayona. Tras observar y analizar los modos de trabajo y producción llevados a cabo por esta empresa logra establecer algunos parámetros comparativos de balance positivo para Argentina.

A su regreso al país, expresa ante las autoridades nacionales y a los miembros directivos de YPF que ha llegado a conclusiones satisfactorias sobre la eficiencia del personal argentino, de las fábricas y yacimientos, así como sobre los sistemas de trabajo imperantes. Encuentra similitudes tanto en la maquinaria como en la forma de organización interna de la empresa entre un país y otro, fundamento inquebrantable para seguir adelante con sus ideas de industrialización y de independencia económica de Argentina. Pero el sueño no duraría mucho tiempo. Los difíciles años ´30 se acercaban.
Mosconi, acusado de comunista
En setiembre de 1930, cuando se produce el golpe militar conducido por el general José Félix Uriburu, el general Mosconi no acepta plegarse al mismo, lo que produce su renuncia automática a la dirección de YPF, el 9 de septiembre, fecha de su primera detención. Es que, militar comprometido con el orden constitucional, había además intentado organizar una resistencia que no encontró acogida en el depuesto vicepresidente Enrique Martínez. Tras la revolución del 6 de septiembre, con la destitución de Yrigoyen de su segunda presidencia, todo lo referente a políticas y gestiones de industrialización parece quedar en suspenso No resultaba extraordinario que Uriburu designara a un militar para la conducción de YPF, ya que así había ocurrido hasta entonces. Sí resultaba curiosa esa misma medida para la Dirección de Correos y Telégrafos y para la Administración de Ferrocarriles del Estado, cuya conducción había sido desempeñada por civiles. También resulta desconcertante, cuando en 1931, Uriburu designa a un civil en la dirección de YPF.

Pero lo que más preocupaba a quienes habían dedicado varios años de su vida al proyecto de industrialización y de nacionalización de las industrias, son las personas que acompañan al nuevo presidente. Los colaboradores de Uriburu eran, entre los más cercanos, Enrique Santamarina, vicepresidente de la Nación, accionista de Astra (perteneciente a la Standard Oil); Matías Sánchez Sorondo, ministro del Interior, presidente de la Franco Argentina Comercial y Financiera y además abogado de la Standard Oil; Ernesto Bosch, ministro de Relaciones Exteriores y presidente de la Compañía Industrial y Comercial de Petróleo (del grupo de la Anglo Persian) y presidente de Escandinavia S.A.; Ernesto Padilla, ministro de Justicia e Instrucción, director de la Germano Argentina de seguros, vocal de la compañía Técnica e Importadora; Horacio Beccar Varela, ministro de Agricultura, director de la S.A. Argentina de Comodoro Rivadavia (de capitales ingleses), síndico de Austea S.A. (subsidiaria de la Standard Oil) y abogado del National City Bank of New York, director de la Destilería de Petróleo El Cóndor, presidente de Firestone, vocal de Sol Compañía Petrolera y abogado del Frigorífico Anglo, entre otros; Octavio Pico, Ministro de Obras Públicas, con importantes cargos en las subsidiarias de la Standard Oil (Cia. Argentina de Comodoro Rivadavia y Petrolera Andina S.A.
El 6 de diciembre, Mosconi es nuevamente detenido, acusado de comunista y de querer realizar un contragolpe. Luego, se le abre un sumario culpándolo de manejar indebidamente el presupuesto de YPF. "Y ahí comienza el drama para Mosconi. El sumario abierto es la amenaza suspendida sobre su dignidad. El destierro encubierto lo coloca en una condición de prófugo. Se lo castiga por haberse atrevido a enfrentar los trusts extranjeros del petróleo, se lo destierra porque se lo teme. Y él se siente impotente, sin medios a su alcance para modificar la situación. La represión de la dictadura es despiadada. Confina, encarcela, tortura. Las libertades democráticas quedan canceladas. El proceso de subversión institucional, la limitación de las libertades que han de fatigar al país por más de un cuarto de siglo, lo inaugura el régimen uriburista. Bajo su gobierno se instalan y crean los organismos de represión en la policía y en el ejército que después otros regímenes perfeccionarán".

En realidad, el presidente Uriburu se reúne con Mosconi en la Casa Rosada para anunciarle que viajará a Europa en "misión de estudios"; así es como lo envía a Italia con el fin de seguir analizando la evolución de la aviación europea. Parecía ser, en efecto, un destierro disfrazado.

En su libro El petróleo argentino, como testimonio de sus obras y como alegato final a la acusación de aplicar indebidamente el presupuesto de YPF, Mosconi expresa: "Para conocimiento cabal de mis compatriotas, que así sabrán en detalle cómo la organización petrolífera fiscal, que en el mes de octubre de 1922 tenía una cuenta capital de pesos moneda nacional 61.969.912,722 en octubre del año 1930 elevaba esa cuenta a la suma de 228.403.788,402, logrando un aumento de pesos moneda nacional 166.433875,682 para el período 1922-1930."




José Félix Uriburu, militar y político argentino (1868-1932). En septiembre de 1930, cuando se produce el golpe militar y asume la presidencia, el general Mosconi no acepta plegarse al mismo. Inmediatamente presenta su renuncia al cargo de director de YPF, el 9 de septiembre, fecha de su primera detención. El 6 de diciembre es nuevamente detenido, acusado de comunista y de querer realizar un contragolpe. Se le abre un sumario culpándolo de manejar indebidamente el presupuesto de YPF. El sumario abierto es la amenaza suspendida sobre su dignidad.
Regreso a su país para el último adiós
El inmerecido y forzado distanciamiento lo entretiene en Europa solo durante un año. A su regreso al país, Mosconi se encuentra con el general Agustín P. Justo como presidente, antiguo condiscípulo suyo. Este lo designará Director de Gimnasia y Tiro del Ejército. Era otro simbólico desmérito. El viejo luchador quedaba relegado a un papel protocolar.

Poco después, en 1933, un ataque de hemiplejía lo fulminaría, pero la soportaría estoicamente durante casi siete años. El 31 de diciembre de ese mismo año era retirado de oficio, con el grado de general de división.

Mientras comienza los ejercicios de rehabilitación decide dejar testimonio de sus experiencias. Con la ayuda de su hermana Ernestina escribe El petróleo argentino 1922-1930 y la ruptura de los trusts petroleros inglés y norteamericano del 1° de agosto de 1929, que recibe la medalla de oro de la Academia de Artes y Ciencias de Brasil. En él expuso sus ideas centradas en una política de puerta cerrada y monopolio estatal que –según sus palabras– "terminará con la lucha entre los trusts e YPF". En ese sentido, Mosconi afirmó: "Dos organizaciones, la fiscal y la privada, no pueden coexistir, pues representan intereses antagónicos, destinados a vivir en una lucha de la cual sólo por excepción saldrá triunfante la organización estatista. Para asegurar para nuestro país la riqueza petrolera debe encararse a fondo la cuestión, siendo ello imposible de lograr mientras el Estado no monopolice íntegramente la explotación de sus yacimientos."

Debido al éxito de este libro decide recopilar todos sus discursos en el libro Dichos y Hechos y luego redacta La creación de la Quinta Arma y las rutas aéreas argentinas, rememorando sus días dedicados a la aviación. Ya inválido, en el ostracismo político, sin dinero y sin propiedades más que la casa en la que vivía con sus hermanas, en la esquina de Aráoz y Arenales, que había sido comprada por un préstamo al Banco Hipotecario, del que aún restaban varias cuotas, Mosconi fallece el 4 de junio de 1940.

Al día siguiente el diario La Nación publica un obituario destacando las cualidades del militar: "Hace ya tiempo que una enfermedad larga había privado al país de la colaboración sobresaliente del general Enrique Mosconi. Especializado en una de las actividades productoras de la Nación, de mayor repercusión en la economía y en la industria, era un técnico de autoridad y de eficacia indiscutible. Habría sido útil en cualquier época de la República, y en las presentes circunstancias, cuando el problema del petróleo asume importancia tan singular, el fallecimiento del general Mosconi representa una pérdida sumamente sensible".

Además publicaban sus condolencias sus hermanos y sobrinos, los miembros de directorio de YPF, miembros del Aeroclub Argentino, partidarios de la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA), del Centro de Aviación Civil y del Círculo Militar, quienes se ofrecen a participar de la ceremonia otorgándole al general los mayores honores.
Plaza Huincul

Plaza Huincul a comienzos de la década del 30.
Una consigna: "Romper con los trusts"
A través de los libros anteriormente citados y varios trabajos periodísticos Mosconi logró explicar claramente sus ideas sobre la cuestión petrolera. En una nota publicada en Noticias Gráficas el 17 de septiembre de 1932, señaló: "El país reclama una ley que garantice al pueblo argentino el usufructo total de los beneficios derivados de las explotaciones petrolíferas y que esto se realice en la mayor tranquilidad, libre de la áspera lucha de intereses que pone a prueba, y a menudo mancha, el honor de las personas y la dignidad de las funciones públicas".

"Se trata –continuaba Mosconi– de un asunto demasiado complejo, constituido por múltiples especializaciones que deben ser consultadas para formular un proyecto que coordine con unidad de doctrina las distintas actividades que integran la industria petrolífera y defender así, esta fundamental riqueza pública, establecer el conveniente ordenamiento de su explotación y alcanzar los objetivos que imponen el presente y el porvenir económico de la Nación".

Designado titular de YPF, el general Mosconi consiguió, a lo largo de sus ocho años de gestión, que la empresa pasara de una producción de casi 350.000 metros cúbicos de petróleo en 1922 a más de 872.000 metros cúbicos en 1929, y de un capital de casi 62 millones de pesos en 1922, a uno de más de 228 millones en 1930. Defensor del patrimonio petrolífero del país, puso de manifiesto más de una vez su opinión adversa a los trusts. En el artículo anteriormente citado agregaba, a propósito de un proyecto parlamentario sobre hidrocarburos, que "es decididamente propulsor del capital privado, que en nuestro país forman casi sin excepción, empresas extranjeras filiales de los grandes trusts y, lo que es peor, descuida este proyecto la necesidad de impulsar el desenvolvimiento de YPF, colocado con respecto a los trusts en inferioridad de condiciones".

En esa oportunidad, y ante las controversias suscitadas por "el trance de acaparamiento" de la Standard Oil –efectivizada mediante la concesión petrolífera en Salta– señalo: "me aferro ahora más que nunca al concepto de puerta cerrada y monopolio que terminará con la actual lucha de predominio entre los trusts e YPF, lucha cuya aspereza irá siempre en aumento".

lunes, 3 de junio de 2013

Discepolín por Tania

El 23 de diciembre de 1951 moría en Buenos Aires Enrique Santos Discépolo, el gran poeta del tango, autor de CambalacheYira… Yira…Cafetín de Buenos Aires y Uno. Su compañera Tania así lo recordaba en estas líneas, publicadas en el diario La Opinión Cultural el 17 de diciembre de 1972.
Fuente: Diario La Opinión Cultural, domingo 17 de diciembre de 1972.
Por las madrugadas, cuando cierta nostalgia invade a los clientes de Cambalache, una whiskería donde se escuchan tangos, una mujer gastada pero sonriente se instala ante el micrófono y declama –literalmente-, las mejores letras de Enrique Santos Discépolo. Es Tania –Ana Luciano-, una española de edad incierta que vivió casi 25 años junto al mayor poeta de la canción popular porteña. Ella cantaba Esta noche me emborrachoantes de conocer a Discepolín y aún hoy, a 21 años de la muerte de su esposo, sigue interpretando sus angustiados versos. La semana pasada, Tania narró ante Osvaldo Soriano, redactor de La Opinión, sus recuerdos de juventud, su relación con Discepolo, las anécdotas más reveladoras de la vida del autor de Uno. Tania dice: “Mi vida es la vida de Discépolo”. Así lo confirma su relato.
Mi carrera empezó a los ocho o nueve años, en Toledo, España. Como mi padre era militar, lo destinaron a Valencia. Allí se hacía mucho teatro filodramático. La gente, en vez de ser aficionada al juego a las carreras, se acercaba al teatro. Todo el  mundo hacía obritas. Yo trabajaba siempre. Era una niña muy bonita, muy mona, con bucles muy graciosos. Pero ante todo, era una moza muy atrevida que sabía bailar, cantar y tocar las castañuelas.
Empecé a trabajar en una troupe de esas que estaban muy de moda entonces, en las que todo giraba alrededor de algunas figuras estelares y el resto eran números menores.
Vinimos a la Argentina en 1924 con la Troupe Ibérica. Yo tenía 17 años y, entre otros, venía Pablo Palitos. Antes habíamos ido a Francia al Marruecos español y al Marruecos francés. En el grupo había bailarines, acróbatas, cantantes, en fin, todas las atracciones. En esas giras yo viajaba con mi mamá, pero a la Argentina ya me vine casada con uno de los bailarines de la troupe.
Debutamos en el teatro Casino, que en ese entonces reunió las mejores atracciones del music-hall. Copamos todo el espectáculo porque la troupe era enorme y tuvimos gran éxito. Pasaron muchas cosas para que me quedara en la Argentina. Yo era apenas una muchacha muy mona, que cantaba y bailaba, pero nada más. No me sentía estrella; por el contrario, era una chica humilde que cantaba bulerías.
Me quise cambiar el nombre porque Tania sonaba muy a ruso, qué se yo. Hablé con el empresario y le dije que quería usar mi verdadero nombre –Ana Luciano-, que me gustaba más. Él me convenció de que Tania era mejor, porque la gente ya me conocía por el nombre.
La troupe empezó a disgregarse. Al empresario le convenía hacer grupos para poder trabajar simultáneamente en Rosario, Mendoza, Brasil. Nos costó mucho separarnos porque veníamos trabajando juntos desde España. Yo me fui a Brasil con mi marido y un grupo de compañeros. Resultó que allá no gustaba la canción española que yo hacía. Era un problema. Pero en el grupo iba un dúo de guitarras que tocaba folklore. Lo dirigía Mario Pardo y era lo que hoy los Hermanos Ávalos. Uno de ellos era el autor de Claveles Mendocinos. Estos muchachos me decían: “Vos cantás tangos en el camarín, ¿por qué no te largás en el espectáculo?”. Yo les contesté que no me animaba, pero insistieron: “Vos en España estrenaste el tango Fumando espero”. Tenía razón. El autor era español y allí se cantó mucho. Todas las grandes estrellas hacían Fumando espero. Salían con grandes boquillas echando humo y tenían mucho éxito.
Entonces, un día, en un festival de beneficio, canté ese tango. Se pasaban películas y después, para completar, se hacía número vivo. Gustó. Luego el grupo volvió a disgregarse. Mientras algunos se iban de gira por el interior del Brasil, yo me quedé con el dúo y con un par de bailarines que hacían piezas internacionales. Tuve que empezar a aprender otros tangos. Como todos los que saben poco empecé a aprender los más difíciles. Igual que esos guitarristas malos, que siempre tocan a De Falla. Aprendí A la luz de un candil,Sentencia, ese otro de “arrésteme sargento”, todo trágico porque yo me sentía mejor así. Ya conseguía más fuerza para interpretar, porque tenía diecinueve años. El empresario me ofreció quedarme tres meses. Pero sólo el dúo y unos acróbatas. Nos fuimos de gira  a San Pablo, Río Grande, Pelotas y todas las ciudades importantes. En San Pablo me encontré con un empresario argentino, que se llamaba Argüelles.
Él nos había visto cuando actuamos en Buenos Aires y se acordó: “Yo te conozco, estuve con vos cuando llegaron de España”. Entonces me ofreció volver a Buenos Aires para cantar tangos. Se iba a inaugurar un cabaret, el Follies Berger, que era parecido al Chantecler y al Tabarís. Me dijo que pagaba los pasajes y me ofreció un contrato. Esto era en 1926. Yo no sé por qué quería que cantara tangos. No tenía estilo ni nada. Tal vez alentado por el éxito de Azucena Maizani, a quien yo admiraba mucho. Ella se vestía de gaucho, pero a mí me dijo que conservara mi vestuario, que era muy europeo. Tenía que salir de soirée.
En ese lugar había muchas mujeres contratadas, de manera que no era fácil escapar a los celos y las habladurías. Pero yo tenía algunas ventajas: primero, que estaba con mi marido, después, que nunca tuve pinta de vampiresa y todas empezaron a sentir ternura por mí, me protegían. Empecé a cantar tangos. Iba a verme gente importante: Razzano, Firpo, Fresedo, Canaro, todos iban a ver a la galleguita que cantaba tangos. También lo conocí a Gardel, pero nunca fui muy amiga de él, porque en la época que pude serlo ya se fue de gira al exterior. Pero el que más venía era Razzano, (que invitaba a otra gente). Un día Fresedo me ofreció grabar un tango con él.
Empecé a crecer. Pero a crecer como se hacía antes, ganando dos mil pesos por mes, no como ahora, que los artistas se hacen millonarios de la noche a la mañana. Grabé el tango con Fresedo. Otro día vino Firpo y me dijo: “Tania, ¿quiere cantar conmigo en el teatro Casino, en un gran espectáculo? Voy a llevar tres cantores. Mi orquesta nunca tuvo mujeres. Me gustaría que usted fuese la primera”. Fui a cantar estribillos, como se usaba entonces. Pero también seguí en el Follies Berger.
Un día, Razzano lo encontró a Enrique Santos Discépolo en el restaurante El Tropezón. Discepolín iba allí a cenar con los cerebros de la época y no tenía nada que ver con el cabaret, pero Razzano lo convenció para que fuera al teatro a ver a la “gallega que canta Esta noche me emborracho”. Ese tango lo había estrenado Azucena Maizani, no yo, como cree mucha gente.
Una noche fue a verme con un grupo de amigos. Al terminar el espectáculo, me lo presentaron. A mí me daba lo mismo Discépolo, Razzano, Fresedo, qué sé yo, en esa época estaba en otra onda. Yo iba al hipódromo, a las carreras, me importaba ver qué vestidos y qué alhajas me ponía, qué coche usaba. Pero esa noche, Discéplo me invitó a verlo actuar en un sainete que estaba haciendo con su hermano Armando. Yo no le di mucho corte, lo único que podía sacudirme entonces era un galán o algo así.
Me decían: “Este es el autor de Esta noche me emborracho, el hermano del gran dramaturgo Armando Discépolo”. A mí no me iba ni me venía. Sin embargo, él era un hombre que atrapaba a la gente por sus maneras, por su forma de ser. Recuerdo que me dijo como veinte veces “no se moleste por mí”. A mí me pareció una falta de educación irme, así que dejé que me invitar. Me dio un palco y lo fui a ver. Sí, me pareció buen actor. Entré a saludarlo y me invitó a cenar en El Tropezón. Creo que fui dos veces a charlar con él pero me aburrí mucho. Estaba rodeado de gente. Eran todos cráneos y yo no entendía nada de lo que hablaban. Un día me mandó una caja de marrons glacé. Eso me conmovió mucho, entonces fui yo quien lo invitó a tomar un té al Richmond, que era donde iba la gente de mundo de la época. “Cómo no”, me contestó. A mí me parecía un muchacho fino, elegante, distinto a la gente que conocía yo, que era muy rica pero con otro estilo.
Salimos uno y otro día. Creo que fui yo quien lo conquistó a él. Se fue dejando conquistar de a poco. En esos días yo me estaba separando de mi marido. Fue una cosa sin peleas, sin líos, hicimos una separación legal y él se fue a España. Creo que la aparición de Enrique precipitó todo. Mi vida empezó cuando lo conocí a Discépolo. Entonces nací.
Recuerdo que fui yo la que se declaró. Le dije: “¿Por qué no salimos? Yo tengo coche”. Él me contestó: “Yo no, yo soy pobre”. Tuve que decirle que yo tenía coche pero no era rica. Ahora me resulta absurdo; salíamos con mis amigas, todos juntos.
Paseábamos por Palermo. Yo era más atrevida o más audaz que él. Íbamos acá, allá, a cenar, todo fue tan lindo… Un día me dijo: “Encontré un departamento precioso”. Era un bulín frente a El Tropezón. Por entonces yo vivía en un piso en Uruguay casi Corrientes. El cambio para él fue un poco trágico. Para mí no tanto porque me quedaba sola en un piso, le había dicho chau a mi marido y quedaba libre. Pero para él era casi trágico, porque vivía con Armando, que era como un padre para él. También vivían allí otra hermana y el cuñado. Un día Enrique sacó un par de zapatillas y un pijama, otro día la máquina de escribir, otro día  decide que no va a volver allí. Así que tuvieron unas discusiones momentáneas. Eso lo amargó bastante.
Lo primero que se llevó fue un armonium que usaba para dar serenatas con Filiberto, Riganelli y otros. En la casa teníamos cuatro muebles locos. Entonces llegó mi hermana de Europa y se vino a vivir con nosotros. Yo dejé de trabajar porque mi vida había cambiado. A él no le caía bien que yo siguiera en el cabaret, así que aprovechamos que se me habían presentado algunas giras con un trío de tangos.
Le cuento mi vida con Discépolo, o su vida, porque en verdad yo no existía sin él. Él trabajaba con su hermano, pero no quería salir de gira. Siempre yo ganaba un poco más que Enrique y así se compensaba todo. Él era muy él. La gente suele decir que yo lo dominaba. No es cierto, a Discépolo no lo dominaba nadie. Tenía una paz que daba la sensación, que era yo la que lo dominaba, pero no.
Yo nunca creí que un hombre me iba a decir: “Mirá, me voy a caminar por Corrientes, pero solo”. O también: “¿Por qué no te vas con un amigo o una amiga y venís tarde que quiero escribir?”. Siempre quería estar solo. Después era más fácil, porque compramos una casa en La Lucila y tenía todo el país para él.
Era un descontento. Él leía una obra de teatro suya y le decían “¡Qué bien!”, y luego, al día siguiente, la rompía. Le costaba mucho escribir. Yira yira le llevó dos años.
En el teatro Argentino hizo con su hermano Armando y con Faust Rocha, Fin de jornada, Lluvia, El grillo. Yo seguía cantando tangos y la Tania español había quedado atrás.
Enrique era una caja de sorpresas. A veces se aparecía con varios amigos, sin avisar nada, pero no me permitía que pusiera mala cara. Imagínese usted a la chiquilina caprichosa que era yo, acostumbrada a hacer lo que quiere, frente a tales circunstancias. Yo tengo que haberlo querido mucho porque si no, cómo resigné mis ideas a bailar a Olivos, mi farras, por un tipo que era todo lo contrario a mí. ¿Cómo pude pasar del gran jolgorio a las charlas intelectuales? Sí, lo quería mucho.
Recuerdo que él escribía las letras de sus tangos una y otra vez. Se paseaba por la habitación y me las leía, después casi siempre las destruía. Los únicos tangos que escribió rápidamente fueron Cafetín de Buenos Aires y Uno, porque íbamos a debutar en el teatro Casino y no teníamos tangos, además había que hacer una película y necesitaban Cafetín de Buenos Aires. Entonces los escribió en tres o cuatro meses. Para él, ero era una velocidad increíble.
Nunca se le dio por escribir prosa. Yo no sé por qué. Él podía estar horas hablando y fascinando a todo el mundo. Alain Delon no hubiera tenido nada que hacer en una reunión donde estuviera Discépolo. Por ejemplo: llegamos a París, conocíamos a tres personas y al mes ya estábamos rodeados de tanta gente que era increíble.
Un día me dijo: “¿Sabés qué me gustaría ser? Linyera, para no hacer nada”. Ahora, él hubiera sido hippie, para ir por los caminos sin que nadie lo moleste, sin hacer nada.
Yo lo llamaba “Don Fulgencio”. Parecía que nunca hubiera tenido infancia. Cuando fuimos a la casa de La Lucila, él se compró un mameluco jardinero y estaba todo el día con la manguera y las plantitas. Muchos dicen que si viviera, estaría lleno de plata. ¡Qué equivocados están! No tendría un peso, porque no le gustaba trabajar. Decía: “Yo tengo una mujer preciosa, tengo un gato, una casa muy bien puesta y hasta personal de servicio. ¿Qué más quiero?”.
El gato se llamaba Morris. Era un gato reo, reo, negro, grande, que llegó un día a la casa, perdido. Le dijo: “Te voy a poner Morris porque sos inglesito”. Era un gato de albañal que se peleaba por ahí y venía todo lastimado.
Enrique tenía su piso de arriba en la La Lucila, con vista al río, donde trabajaba en sus cosas. Todos los días a las siete de la tarde, cuando se ponía a trabajar el gato subía la escalera, entraba y saltaba al escritorio. Él no le permitía a nadie tocarle los papeles pero Morris se desparramaba por encima, arrugaba todo y recibía sonrisas. El gato no se daba con nadie. Hablaba  con él, lo seguía por el jardín, ocupaba un sillón de raso que yo quería mucho. Un día, cuando lo vi en el sillón, le dije: “¿A vos te parece que el gato puede estar allí, todo sucio como anda, sobre ese sillón de raso blanco maravilloso?” Él me contestó: “Hay tantos que se sientan en ese sillón y que no lo merecen. Dejá que se siente el gato”.
Un día íbamos para La Lucila en el auto y él ve un tipo durmiendo en un zaguán. Frenó, se bajó, se sacó el sobretodo y se lo puso encima, encima del tipo. Yo le dije: “¿Cómo le das el sobretodo?” y él me responde: “¿Sábes los sobretodos que me van a dar mañana cuando salga, aunque no tenga plata? En la sastreras me quieren mucho”. Otra vez le di diez pesos a un pobre y él me sacó la mano y le dio mil pesos. Yo puse el grito en el cielo, pero Enrique me dijo: “¿Qué iba a hacer el pobre tipo con diez mangos? Con mil tal vez puede solucionar algo”. Yo me tuve que ir haciendo a ese estilo.
Su único defecto fue creer demasiado en la gente. Pero contra lo que dicen muchos, él no tenía nada que ver con esa angustia que había en sus tangos. El lo dijo veinte veces. Con Chorra, por ejemplo, me contaba que conoció a un tipo al que le habían hecho eso: un tipo de un mercadito, que se enamoró de una mina, qué sé yo. Me contó una vez que él había tenido una novia de la que estaba muy enamorado. Un día decidieron suicidarse en el río. Llovía mucho y Enrique fue a esperarla a la costanera para tirarse juntos al río. De pronto ella llega en un taxi, baja y Enrique ve que se había puesto un perramus y tenía un paraguas. Entonces le dijo: “Yo te espero debajo de la lluvia y vos te venís así, toda tapada; rajá, no merecés ni suicidarte”.
En la casa de La Lucila había un cuadro, una puntura muy linda en la que yo aparecía muy hermosa mirando hacia la puerta de entrada. Un día llego y el cuadro no está. Le pregunté a la muchacha de la limpieza: “¿Qué pasó con el cuadro? ¿Se cayó, se rompió?” M dice: “No, el señor mandó a retirarlo y ordenó que lo colgáramos en el garaje”. Cuando Enrique vino le pregunté por qué lo había hecho: “¿Sabés qué pasa? –me dijo-. Tenías un gesto como diciendo: ¿para qué vienen acá? Lo mandé sacar para que no se ofendieran las visitas”.
Él podía vivir con poco. Decía: “Los pilotos norteamericanos bombardean Corea y comen apenas un chocolatín. Total, yo no tengo que bombardear Corea”. Era un tipo alegre a su manera. Siempre con amigos: Canaro, Fresedo, Lomito, Manzi, venían todos a casa con las novias y esposas. También jugaba a las carreras pero sin plata. Se compraba la Verde, elegía los caballos y jugaba de grupo. Al caballo tal y al caballo cual, y decía “perdí” o “gané”. Hacía cosas de chico.
Yo siempre trabajé más que él. Enrique no era trabajador. No tenía hora para escribir. Se levantaba a la una de la tarde y salía a caminar a ver a sus amigos. Yo tenía que preocuparme de que comiera porque era un inapetente. Creo, en serio, que a él le hubiera gustado ser hippie para eludir el trabajo. En sus últimos años estaba muy cansado. Se angustió mucho por el asunto ése de las charlas por radio durante el gobierno de Perón. A él nunca lo obligaron a decir algo que no quería. Él lo conocía a Perón desde que éste era teniente coronel y tomó lo de Mordisquito como una obligación para consigo mismo. Lo angustió mucho la reacción de algunos amigos que dejaron de hablarle, le quitaron el saludo. Él no podía soportar que lo creyeran obsecuente. Jamás lo fue. Sin embargo, esa angustia nunca me la transmitió a mí. Nunca me dijo nada. Creo que esto tuvo mucho que ver con su muerte. El cansancio y esta angustia.
Se murió de repente. Estábamos planeando un veraneo de un mes en Pinamar y luego teníamos que ir al casino de Mar del Plata a hacer Blum. El 22 de diciembre de 1951 se sintió cansado y no se quiso acostar. Se quedó en el sillón ése del living, frente al balcón. Era como el gato: le gustaba mucho tirarse en un sillón. Parece que la gente hubiera intuido la tragedia: Osvaldo Miranda, pasaba por la calle y subió a charlar un rato. Vino también otra gente que no tenía por qué venir. Hasta el valet, que tenía su día libre, vino. Cuando ya no quedaba nadie por llegar, empezaron a visitarlo médicos y más médicos. Yo no me daba cuenta de nada. Miranda y mi sobrino estuvieron con él hasta último momento. El día 23 a las diez de la noche me nombró “Tania…”, dijo y cerró los ojos.
Si la ventana hubiera estada abierta yo me habría tirado. Estaba desesperada. En el verano me fui sola a Pinamar. Estuve cinco meses. Lo que le voy a decir es una cursilería, pero pensé mucho en Alfonsina Storni. Mientras miraba el mar pensaba en su coraje para meterse en el agua y no volver. Pero fui cobarde primero, fuerte después. Sabía que tenía que vivir y asumí su muerte. Sólo quien vivió con Enrique puede saber lo difícil que era perderlo. Aún hoy mi vida es la suya. Por eso me refugié en Cambalache, donde todavía canto. ¿Qué otra cosa puedo hacer?