sábado, 25 de abril de 2015

Arturo Cancela

Arturo Cancela (1892-1957), narrador argentino, ejerció el periodismo y, en colaboración con Pilar de Lusarreta, escribió varias piezas teatrales. El carácter más significativo de la obra de Cancela está dado por el humorismo que resulta casi siempre de su realidad circundante y consiste en subrayar una parte de esa realidad que, en apariencia, nada tiene de sobresaliente. De la misma manera, subrayando una actitud, el comportamiento de un personaje crea un tipo. El carácter esencial de este humorismo lleva implícito una crítica en la que se entrevé, en la mayoría de las veces, una moraleja. Sus Tres relatos porteños (1922) —“El cocobacilo de Herrlin”, “Una semana de holgorio” y “El culto de los héroes”,— expresan, aun siendo éste su primer libro, todos los recursos humorísticos, todas las observaciones que reaparecerán luego en la obra de Cancela, situadas en un determinado lugar —Buenos Aires—, elemento fundamental para su punto de observación como narrador y humorista. La unidad de este libro, más allá de sus procedimientos y lenguaje, de la descripción de personajes y situaciones de cada uno de los relatos, se advierte en una parecida actitud para abordar esos tres momentos que reflejan otros tantos instantes de la sociedad y el tiempo observados.
Estos tres relatos inician, por su mismo carácter, una serie de obras que se continúan con una misma actitud en el resto de su producción. Así, la Historia funambulesca del profesor Landormy (1943) encierra en una estructura novelesca ese desfile de personajes y situaciones características de Cancela, y todo lo esbozado en sus relatos aparece en esta novela desarrollado pero sin olvidar la estructura de relato seriado con carácter independiente. Muchos de los procedimientos humorísticos de sus relatos están dados a través de su lengua: las ambigüedades, incertidumbres de personajes o situaciones, se reflejan también en sus procedimientos expresivos. Con toda su obra, Cancela da una visión de su país y de su tiempo, expresada a través de tipos, visión que responde aún a la realidad observada y que sobrevive gracias a las cualidades de su humorismo

martes, 14 de abril de 2015

UN VERMUT CON LA HISTORIA EN EL MÍTICO CAFÉ MIRAVALLES

El viernes 17 de Abril a las 19 horas en el Café Miravalles, dará inicio el nuevo ciclo cultural de Dandy Producciones para la programación anual de BAHIA BLANCA NO OLVIDA. Esta innovadora actividad fusionará la cultura del encuentro, el café, el debate y la música conjugando expositores con artistas de música popular argentina. En esta oportunidad actuarán Florencia Albanesi,Paula Barrio y Gaby “La Voz Sensual del Tango” junto los bailarines Enrique y Norali.
La cita será un viernes de cada mes (de abril a noviembre) a las 19 hs en el histórico Café Miravalles de Av. Cerri 777, con entrada libre y gratuita.
Las charlas serán dictadas por distintos reconocidos escritores, historiadores y periodistas y versarán sobre algunos de los personajes más enigmáticos que han pasado a la historia por sus hechos o por las leyendas que han crecido entorno a ellos, comenzando en la primera entrega con Ezequiel Martínez Estrada y Eduardo Mallea. Ambos escritores serán evocados por Nidia Burgos, Doctora en Letras por la Universidad Nacional del Sur con Posgrado en Gestión en Cultura y Comunicación en FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de Buenos Aires) quien entre 1991 y 2007 presidió la Fundación Ezequiel Martínez Estrada y desde el 1º de abril de 2007 dirige la Editorial de la UNS.

A lo largo del año pasarán por “Un vermut con la historia” exposiciones cargadas de recuerdos y las más variadas anécdotas de personajes diversos: Juan Domingo Perón, Alfredo Palacios, Roque Sáenz Peña, Eva Duarte de Perón, Ramón Bernabé Estomba, Teófilo Bordeu, Regina Pacini y Marcelo Torcuato de Alvear, Luis C. Caronti, Carlos Gardel, el mago Odronoff, Ricardo Lavalle, Juan Galo de Lavalle, Alicia Moreau de Justo, Cecilia Grierson, Domingo Faustino Sarmiento, Moisés Lebensohn, Osvaldo Pugliese, Pepe Arias, Fidel Pintos, Alberto Olmedo, Manuel Dorrego, Bernardo de Monteagudo, Hipólito Yrigoyen, Francisco “Pancho” Ramírez, Martín Miguel de Güemes, Juana Azurduy, Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo, Jorge Newbery, Luiz Inácio Lula da Silva, Nelson Mandela, Amadeo Jacques, Miguel Cané, Lisandro de la Torre, Leopoldo Lugones, Arturo Jauretche, Fray Mocho, Osvaldo Soriano, entre otros.
 “El Miravalles”, puede explicar mejor la naturaleza de una institución social que comprende elementos de antiguas pulperías, “esquinas”, “boliches”, cafés, bares, despacho de bebidas o figones. Pluralizamos porque al no presentar cada uno de esos nombres una figura tipo pura, “El Miravalles” reunió diversos elementos definitorios que son las raíces de antigua data, con las transformaciones propias de cualquier itinerario histórico, generadas por innúmeros factores, particularmente sociológicos y económicos. Simplificando el asunto: “El Miravalles” tuvo nombre y renombre como bar y como café, sin excluir las reales características de otros con funciones entrelazadas en el tiempo y composición social variopinta.
Nombre de montaña, de villa y municipio español, en la provincia de Viscaya; creó aquí, en la ciudad de Bahía Blanca, un inmenso cúmulo de afectos y querencias, dispersas en todos los puntos cardinales, desde el momento de su fundación, por haberse instalado frente a la Estación del Ferrocarril Sud (hoy Roca), en la Avenida General Daniel Cerri, receptando la presencia de viajeros, los que se iba, o volvían, o de paso.
Qué artista de paso por la ciudad no recaló allí, alguna vez, para departir con buenos amigos en una improvisada tertulia?... Selectivo para no mezclar inadecuados operativos trasnochados. Los hermanos Visconti tuvieron allí su ámbito para compaginar frecuentes parlamentos, José Marrone, Luis Sandrini, Antonio Maida, Ezequiel Navarra, entre otros tantos, compartieron una copa en el Miravalles antes de tomar el tren”.Y como si esto fuera poco, Carlos Gardel, de lo cual ya no existen dudas, por la cantidad de testimonios.

miércoles, 1 de abril de 2015

Circo criollo

Los historiadores afirman que el circo criollo fue el primer espectáculo que puso en juego algo de la identidad sudamericana, por haber sido el primero que dejó de imitar las artes provenientes de Europa, tiene sus inicios a mediados del siglo XVIII en Argentina y Uruguay.
Realizaba sus presentaciones en carpas que iban de pueblo en pueblo, su significación ha sido destacada en todas la referencias al teatro rioplatense, sobre todo lo relacionado a la actividad de los Hermanos Podestá ya hacia finales del siglo XIX. Se trataba de un espectáculo con pista circense y escenario, donde las obras teatrales jugaban el rol artístico más importante.Se caracteriza por tener dos partes, la primera de habilidades y la segunda de representación de un drama criollo. El primer y más famoso drama es el titulado Juan Moreira, que representa la historia del gaucho perseguido por la ley, tema anteriormente tratado por José Hernández en Martín Fierro.
Los antecentes de espectáculos circenses en la zona del Río de la Plata se remontan a 1757, acróbatas y volatineros como Arganda en el coliseo de Aguiar y Sacomano en Buenos Aires, Joaquín Duarte, Joaquín Oláez y Gacitúa y la familia de Fernando García que actuaban en la Plaza de Toros de Retiro o en el Circo de la Alameda, también el Circo Bradley, que ofrecía actos de jinete y payaso hacia 1820, y el circo de José Chiarini. Hacia 1836 comenzaron a aparecen los volatineros criollos.
En 1840 nació Sebastián Suárez a bordo de una embarcación en jurisdicción brasileña, aunque sería anotado en Buenos Aires. Siendo niño ve al Circo Olímpico de Juan Lippolis, y ese encuentro lo lleva a buscar materiales como bolsas de arpillera, a las que desarma y vuelve a armar extendidas para confeccionar su propia carpa de espectáculos.
En cada presentación circense de la zona Sebastián Suárez aprende trucos y técnicas, utiliza maquillaje y ropas estrafalarias y se convierte en tony. A la entrada coloca un cartel que dice: "Circo Flor América". Así nació el primer circo de Buenos Aires, al que luego Alejandro Rivero (yerno de Sebastián Suárez) bautiza Circo Unión y luego el Circo de los 7 Hermanos.
Algunos historiadores opinan que el verdadero circo criollo nació 1886 cuando los hermanos Gerónimo y José Podestá y la representación la obra de Eduardo Gutiérrez Juan Moreira.
Los hermanos Podestá fueron contratados en Montevideo por Pablo Rafetto en 1877 para realizar acrobacias y allí nació el personaje de José Podestá "Pepino el 88".Luego, con su compañía el Circo Arena, recorrieron Uruguay y en 1880 se embarcaron hacia Buenos Aires. Difundieron enormemente los temas gauchescos y los aires musicales. A través del circo criollo se dio a conocer el pericón en reemplazo del folclórico gato, y popularizó otros ritmos musicales tradicionales, rescatando a muchos de ellos del olvido.
A partir de 1886 comenzaron a denominarse circos "de primera parte" a los que solo ofrecían números de pista y circos "de primera y segunda parte", los que ofrecían luego una representación teatral. La denominación de circo criollo responde al carácter humilde y las representaciones autóctonas que los caracterizaban.
Sus giras acercaron las primeras experiencias teatrales a poblaciones alejadas de la capital, así como costumbres y usanzas rurales al público de la ciudad. Su creciente popularidad, así como la expectativa generada por la llegada de un nuevo espectáculo, motivó a numerosos autores dramáticos.
A fines del siglo XIX surgieron numerosos circos criollos argentinos como el Circo Ecuestre, el San Carlos, Circo Paysandú o Circo Pabellón General Lavalle, y en la primera década del siglo XX el Queirolo, el Anselmo, el Giani, el Unión, el Fassio, el Saporitti, el Sarrasani o el Alarcón, entre otros