sábado, 22 de noviembre de 2014

MARÍA JOSÉ Mentana presenta su nuevo disco “CienTROILOS”

El bandoneón de Troilo volverá a sonar la noche del 27 de noviembre en el Tasso, gracias a la gentil colaboración de la Academia Nacional del Tango y la Comisión Centenario Aníbal Troilo, que prestará el valiosísimo instrumento para la ocasión.
A cien años del nacimiento del Bandoneón Mayor de Buenos Aires, la consagrada cantante María José Mentana presenta su nueva producción discográfica “CienTROILOS” (Discos Melopea).
Un homenaje cantado para el cual María José convocó a los grandes maestros Atilio Stampone, Leopoldo Federico, Osvaldo Berlingieri, Raúl Garello, Ernesto Baffa, Carlos Buono, Hugo Rivas y Litto Nebbia, Horacio Ferrer , entre otros, para juntos recrear algunas de las obras más emblemáticas del gran Pichuco, compuestas en colaboración con sus ‘poetas-hermanos’.
Acompañan a Maria José : Ariel Pirotti - Pablo Fraguela( piano) Eva Wolff (Bandoneón) Andrés Serafini (contrabajo) y las palabras de Gabriel Soria y Marcelo Guaita.
María José Mentana, más conocida como María José, inició su carrera artística en 1970 con tan solo nueve años de edad debutando en el programa Grandes Valores del Tango, tras lo cual la crítica argentina la llamó "la niña prodigio”.
Desde muy joven realizó giras por toda la Argentina, Chile, Brasil, Uruguay, Venezuela y Colombia, presentándose en los festivales más importantes de América y de Europa. Luego aquella "niña prodigio" deslumbró realizando conciertos en las principales ciudades de Holanda, Italia, Francia, Suiza, Finlandia, Bélgica, Suecia, Turquía, China y sobre todo en Japón, país que visitó en varias oportunidades como cantante invitada de orquestas, entre las que se distinguen Mariano Mores y Néstor Marconi.
Luego de una exitosa carrera artística y de compartir escenarios con las grandes figuras y referentes del tango, continuó realizando extensas giras por el mundo transmitiendo nuestra música del Rio de la Plata y logró concretar un sueño: cantar como solista con orquestas sinfónicas, tales como: la Orquesta Sinfónica de Venezuela, la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas, la Sinfónica de Bogotá, la Orquesta Sinfónica de Salta, la Orquesta de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, la Orquesta del Tango de Buenos Aires, entre otras.

Desde hace algunos años también se dedica a la docencia, es profesora de la Academia Nacional del Tango y en la actualidad continúa con sus clases particulares y Master Class dentro y fuera de la Argentina.
Dueña de un gran estilo, que proyecta una personalidad propia a través de su voz, María José Mentana, editó más de una decena de CDs. Y es una de las voces femeninas más personales que el tango lograra en las últimas décadas. Tanto el público como la crítica especializada la reconocen por poseer una voz de intensos matices y por su interpretación profunda y afinada.
Su pasión y fuerza al interpretar el Tango la coloca entre las cantantes más reconocidas de nuestra música ciudadana.

sábado, 15 de noviembre de 2014

2003 Muere Antonio Tormo, "El cantor de las cosas nuestras"

Cantante de enorme popularidad, integró en los inicios de su carrera La Tropilla de Huachi Pampa, conjunto
folclórico que, dirigido por el poeta y compositor Buenaventura Luna, en el que actuaban notables músicos e intérpretes como Diego Canales, Remberto Narváez, José Samuel Báez, el Zarco Alejo y el gran guitarrista Eduardo Falú. A partir de mediados de los `40 descolló como solista, dejando grabadas antológicas versiones de "El Jarillero", "Ay que se va", "Cuando no me quieras", "Los ejes de mi carreta", "Amémonos" y los que serían sus mayores éxitos, "Mama vieja", "Mis harapos" y "En el rancho e¦la Cambicha". Tanta era su popularidad que comenzó a ser llamado "el cantor de los cabecitas", en referencia al apodo despectivo con que las clases medias y altas de Buenos Aires nombraban a los trabajadores provenientes de las provincias. A la vez, esos trabajadores comenzaron a ser también llamados "veinte y veinte", aludiendo al hecho de que cuando entraban a los bares y almacenes en los que había pasadiscos, gastaban veinte centavos en una pizza y otros veinte para oír los temas de Antonio Tormo. A partir de 1955, el cantante más popular del país también será prohibido por la dictadura militar autodenominada Revolución Libertadora y la censura sobre sus temas se prolongará hasta la recuperación democrática de 1983, momento a partir del cual comenzará a ser reivindicado y conocido por las nuevas generaciones.
Había nacido en Mendoza el 18 de septiembre de 1913.

Comentarios de distintos autores que incluimos con el fin de respaldar la afirmación de que Tormo ha sido el inventor del folklore de masas y el comunicador de los provincianos identificados como “cabecitas”:
...”Entonces tenía algo que decirnos a todos nosotros, por eso lo llamaron “El cantor de las cosas nuestras”.
“La voz del poeta fue en la ocasión la voz del pueblo que creció a la par de Antonio y clavaba el dial en radio Belgrano para escuchar esa campana terrestre que se llamaba Antonio Tormo, de oficio tonelero, hombre de trabajo pesado al que un día allá en los valles se le instaló el sueño del canto y comenzó a cantar entre la gente y fue la gente la que hizo un tormo. Porque Tormo es un amasijo popular, una escultura hecha por su propio pueblo al que respondió sin dar jamás un paso atrás. Cantó todo lo que tenía que cantar. Cantó al niño desvalido, cantó a los pobres, cantó a la alegría de los vinos jocundos de nuestros valles, cantó al amor y cómo...”
...“A los cabecitas... nos decían también “veinte y veinte”, porque cuando estalló Tormo habían puesto en los boliches las máquinas de discos con monedas y los gallegos decían que íbamos a poner “veinte pa’ la pizza y veinte pa’Tormo”.
Armando Tejada Gómez – 1991 –

“Fue la época en que una voz humilde y bien modulada, la de Antonio Tormo, arrasó con las preferencias del público provinciano. El “Cantor de las cosas nuestras” fue el primer intérprete de música popular que logró vender más de un millón de discos. Su Boom fue “El Rancho e’la Cambicha”, al que siguió aquella trova que empezaba declarando: Buscaba mi alma con afán tu alma... (Amémonos)
y después, Mis Harapos, La canción del linyera, Merceditas. Y otros no menos resonantes. A tal punto quedó identificado Tormo con los “cabecitas”, que a éstos los llamaban “20 y 20”: veinte centavos para una porción de pizza y veinte centavos para escuchar un disco de Tormo en las moviolas que ilustraban algunos comederos sin pretensiones, con una amplia gama de opciones en tango, música melódica y folklore”.
Félix Luna – Historia Argentina – I. La Argentina era una fiesta-
Año 1946 – 1949. Pag. 467/468

“1950 - Tormo vende millones de discos.
“ En 1950 el cantante Antonio Tormo se convierte en un fenómeno masivo inusitado cuando impone su éxito “El rancho e’la Cambicha”, y alcanza una cifra de venta total de 5 millones de discos. Para ese entonces, está claro, había grabado 200 temas de un repertorio básicamente de tenor folclórico, como Merceditas, Pájaro Chogüí, El humahuaqueño, Desde el alma, Mis harapos o Mama vieja.
(...) El segundo desembarco de Tormo en Buenos Aires (el primero fue integrando la “Tropilla de Huachi Pampa”) coincide con un desplazamiento masivo del interior a la Capital. Ninguna de las otras grandes voces del momento que cantaban aires camperos alcanzaron tanta repercusión como el sanjuanino (...).
Diario CLARÍN - Historia Visual de la Argentina – Siglo XX
CD Nro. 2 – 1931/1955
“Entre Mendoza y San Juan cimentó su triunfo “El cantor de las cosas nuestras”, aquel tonelero que llegó a vender más discos que Gardel”.
“Para los argentinos nacidos en la segunda mitad de la década del’40 la figura de Antonio Tormo se liga estrechamente a los recuerdos de la infancia”.
“Para mi forma infantil de entender el mundo de aquel tiempo, Tormo era tan importante como Chaplin, Laurel y Hardy, Los Tres Chiflados, Luis Sandrini o Perón...”
“...Es que fue Antonio Tormo el primero que me mostró la incalculable belleza del folklore argentino. Con los años advertí que me había “marcado” como a tantos otros que vinieron detrás suyo”.
“Antonio Tormo fue un sembrador del amor por el canto criollo. Muchos que llegaron después ya no están. Otros, muy escasos, siguen como los últimos referentes de aquella siembra. Son los últimos protagonistas de una época en la que el arte popular criollo tuvo un espacio importante y dejó su imborrable paso para la posteridad, a pesar de las prohibiciones y censuras que debió sufrir por el desconocimientos y la incomprensión de funcionarios de turno.”
Diario “LOS ANDES” – Cultura – Gregorio Torcetta
24 de Septiembre del 2000

viernes, 7 de noviembre de 2014

Recordando A don Félix Daniel Frascara

Uno de sus hijos, periodista también, Félix Ricardo, así lo recordaba hace unos meses:
“Era bajo pero erguido, frontal. El peso de la vida lo llevaba adentro, nunca expuesto a ojos ajenos. Los suyos, aquellos chiquitos, gastados prematuramente por la miopía, veían mejor para su interior que hacia fuera. Todos los que se sentaban frente a él, cerca de las luces del ring o los que medían su capacidad para beber cognac, soportaban su mirada fácilmente. O creían que lo hacían, porque él llegaba hasta el fondo, conocía cada detalle del interlocutor y, encontrara lo que encontrara, surgía a la superficie con una sonrisa.
Al quitarse el sobretodo su cuerpo se reducía casi a la mitad; ya el sombrero, de ala medianamente ancha, colgaba en el perchero de su oficina en El Gráfico en Editorial Atlántida. Deslizaba la silla de respaldo alto a listones de madera; abría su atado de Particulares fuertes, ubicaba el cenicero a su alcance, como para que de ahí en adelante el ademán de fumar y volcar la ceniza fuera uno solo, casi; atraía la máquina de escribir hacia sí, insertaba la hoja de papel haciendo coincidir los bordes con prolijidad y echaba a andar un ritual.
Cuando entraba a un estadio, a un gimnasio, se sentía como un conquistador. Y eso que no conoció Estados Unidos, ni viajó a Rusia, Japón o Canadá. No fue nunca a Bariloche ni a Iguazú; no vio al hombre bajar en la Luna ni conoció a sus nietos; no vio volar un Jumbo. No jugó al scrabel –que lo hubiera atrapado en nuestros sábados familiares- ni con el ajedrez electrónico, ni la TV color. Pero lo que vio lo amó.
Mis sobremesas de cenas, más recordables por la carga de curiosidad, emoción, aprendizaje, roce, fueron aquellas que, con mi viejo y su barra, especialmente los sábados a la salida del Luna Park, en el restaurante del Jousten, en la barranca de Corrientes, se juntaban alrededor de Félix pintores, músicos, escritores, actores, señoras ... amigos.
Hijo de un genovés y una vasca inmigrantes, nacido y amante de Barracas, jugador de pelota y eximio tanguero, hincha de Estudiantes de La Plata, gran amigo, por lo tanto, de Lauri, Scopelli, Ferreira, Zozaya y Guayta, “los profesores”, y hermano del alma de Justo Suárez, bohemio de los de antes.”
Don Félix murió en Balvanera el 26 de febrero de 1962. Empezó como periodista en el diario La República y entró en El Gráfico en 1930 hasta que se jubiló tres décadas más tarde. Trabajó en radio y hasta se casó con una compañera de Atlántida, Amelia M. del Valle.
Poco después de la muerte de Félix Daniel Frascara, su colega Alberto Laya, de La Nación, lo definió así: “Y fue un periodista. Lo fue porque sintió su oficio de la única manera que debe sentirse: como una pasión.”