martes, 26 de febrero de 2013

MUÑECAS BRAVAS FESTEJAN EL DIA DE LA MUJER EN LA MITICA BOTICA DEL ANGEL

Muñecas Bravas

El Dia internacional de la mujer se celebra el día 8 de marzo y está reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En esta fecha se conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo integro como persona. Es fiesta nacional en algunos países
Patricia Malanca brindará su espectáculo "Mis tangos en el tintero" en La Botica del Ángel, sito en Luis Sáenz Peña 541 a las 21,30hs. El espectáculo contará con Osvaldo Tubino en guitarra y arreglos y Jorge Donadío en Bandoneón. Allí participarán como invitadas Geraldine Trenza Cobre y Gaby "La Voz Sensual del Tango":  MUÑECAS BRAVAS es un show de Tango con tintes humorísticos que reúne al mejor trío femenino de la nueva trova tanguera. Las bellas y talentosas protagonistas son: Gaby "la voz sensual del Tango", Geraldine Trenza Cobre y Patricia Malanca, tres jóvenes cantantes de la música ciudadana actual que se sacan chispas de taco y aguja.
Con estilos bien diferenciados y la producción de José Valle, las damas hacen honor al género femenino y al 2x4 recorriendo tangos de todas las épocas con la frescura, espontaneidad y calidez que las caracteriza.
Muñecas Bravas repasa el papel de la mujer en las letras de tango desde principios del siglo XX hasta la actualidad; con diversidad de estilos, vestuario y voces. El show permite ver la juventud pujante que hoy vive el tango sintiéndolo profundamente y adaptándolo a su tiempo, a la época actual, donde las mujeres han adquirido una posición igualitaria frente a los hombres que ya no pueden considerarse los “dueños” del tango…  contradiciendo al “Negro Cele” y su conocida frase del poema “Por qué canto así”: el tango es macho.

Durante la velada, habrá un momento de reflexión a micrófono abierto para que mujeres y hombres comprometidos con las luchas contra la violencia de género y la igualdad de la mujer, expresen sus adhesiones, anhelos y metas para la integración social.
La animación estará a cargo del artista Agustín López Núñez.
 Al entrar hay una frase muy certera del periodista Alfredo Serra: "Aquí está todo lo que hemos perdido". Es una de los cientos (¿miles?) de frases enmarcadas en primorosos cuadritos que encontrará a su paso quien recorra los abigarrados y fabulosos 33 ambientes, entre cuartos, pasillos, patios, escaleras y recovecos, que componen la mágica Botica del Angel, en pleno barrio de Monserrat. Son nada menos que 1500 metros cuadrados de superficie, con 70 metros de profundidad, que mantienen viva y vital la idea-museo-casa-obra de arte pergeñada magistralmente por ese ser único e irrepetible que fue Eduardo Bergara Leumann.
El lugar es patrimonio en la categoría Monumentos, según disposición de la Legislatura porteña y también fue declarado de interés cultural por la Secretaría de Cultura de la Nación.
Que su exuberante dueño se haya muerto, exactamente el día de su cumpleaños N° 76, el 5 de septiembre de 2008, es a estas alturas ya un detalle menor que casi ni se nota.
Su "ángel" (así, como lo calificó la legendaria actriz María Casares, y Bergara asumió con gusto y gran convencimiento ese rol para siempre) se presiente allí a cada paso. Pero, ahora sí, ya es un ángel, con todas las de la ley, simpático, amistoso y bonachón, muy lejos de los asustantes fantasmas amargos y errantes.
Ese espíritu zumbón, alegre, sensible y de amable cultura se mantiene, sigue flotando. Y ahora es de todos.
La Botica del Angel surgió en 1966 como sastrería teatral en su enclave original de Lima 670. Allí estaba prevista una tarima para probar los modelos. Pero al verla, la gran Lola Membrives decretó que era un escenario y que, como tal, debía usarse. Fue así, cuna del café concert porteño. Allí debutaron, entre otros, Nacha Guevara, Leonardo Favio y hasta Susana Rinaldi, con un vestido pintado por Antonio Berni.
Inmaculadamente de blanco y monumental, Bergara, con unas alitas en la espalda, recibía al público y los actores invitaban con vino y rosquitas, todo muy descontracturado. Eran los felices años 60 del Di Tella y los happenings, con una Buenos Aires bohemia, divertida y psicoanalizada. Las obras empezaban a romper sus fronteras convencionales; las artes se entremezclaban y la fotografía y el video se asomaban con fuerza.
Bergara Leumann temía que a su muerte, la Botica fuera desguasada y por eso en su testamento de hace diez años nominó, en orden de prioridad, a varias eclécticas instituciones que le parecía que podían preservar en el tiempo su rico patrimonio para que la comunidad pudiese seguir disfrutándolo. Primero pensó en Cáritas y después en la Universidad del Salvador (USAL), el Fondo Nacional de las Artes y el Movimiento Argentino de Protección al Animal (MAPA). Cáritas sintió que hacerse cargo de la Botica escapaba a sus funciones habituales y entonces la USAL tomó el compromiso. Bergara estaba familiarizado con esa institución ya que era común que lo visitaran y desarrollaran actividades en su casa-museo estudiantes de escenografía de esa universidad.
La Botica del Angel está en Luis Sáenz Peña 541, entre Venezuela y México, y es la perfecta combinación de una iglesia protestante de fines del siglo XIX, fusionada con un antiguo caserón y un galpón. La casa estuvo cerrada apenas cuatro meses tras la muerte de su propietario y, desde junio de 2009, de a poco, volvió a retomar su actividad habitual: visitas guiadas, presentaciones de libros, homenajes y todo tipo de eventos culturales, charlas de la universidad, exposiciones de pintores y también espectáculos, como el recital de tango que brindará Patricia Malanca, el próximo viernes 13 de julio, durante el cual Blas Eloy Martínez grabará un videoclip.
Edmundo Guibourg solía decir que Bergara Leumann era un "armonizador de las artes" y de allí la feliz amalgama de cruces de todo tipo de disciplinas bajo su techo. El caserón en sí mismo es una gran obra de arte que merece ser conocida, recorrida y admirada. Su artífice la armó de a poco y visitó cuanta demolición pudo para llevar a su museo-hogar rejas, todo tipo de ornamentación y, por cierto, un número incontable de angelitos, una suerte de logo personal que lo acompañó buena parte de su vida.
Así armó, construyó y creó con gran inspiración un asombroso collage escenográfico, una variadísima e inesperada galería de arte donde se mezclan obras de Soldi, Castagnino, Marta Minujín, Roux, Gorriarena y muchos más, con salitas donde se alternan manuscritos de Borges, Sabato y Mujica Lainez, con un cheque firmado por Carlos Gardel, afiches de películas y vestuarios de Libertad Lamarque, Mecha Ortiz y Tita Merello. Hasta los baños y la cocina destilan arte y cantidades de estrellas, con los nombres de personajes del espectáculos y de otras actividades tapizan paredes y hasta techos, debidamente autografiadas por los homenajeados.
En un mundo de mezquindades, envidias y ninguneos, Bergara continuamente agasajaba y reconocía los méritos de distintas personalidades. Un verdadero ángel.


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