sábado, 29 de marzo de 2014

TRES DE LOS MEJORES EQUIPOS DE LA HISTORIA DEL FUTBOL ARGENTINO

LA MAQUINA DE RIVER: La década del 40 es considerada una de las mejores épocas futbolísticas de River Plate, consagrándose campeón en 1941, 1942 y 1945, y subcampeón en 1943 y 1944. Por esta época la delantera de River recibió el nombre de La Máquina. La misma estaba formada por Juan Carlos Muñoz, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau. Dicho apodo ha sumado trascendencia a niveles más bien legendarios, ya aquellos jugadores todos juntos sólo jugaron 18 partidos por campeonatos oficiales. El desborde y centro atrás de Muñoz, los pases en cortada de Pedernera, las gambetas y el despliegue de Loustau y las diagonales de Labruna eran su sello. En 1945, después de ser dos veces subcampeón de Boca, River se convierte nuevamente en campeón, ya sin Moreno y destacándose Labruna (otra vez goleador del torneo con 25 tantos), el volante central Néstor Rossi, adquirido en 1944 y teniendo como capitán a José Soriano. En 1947 River se consagra nuevamente campeón con 48 puntos en 30 partidos y 90 goles, destacándose el arquero Amadeo Carrizo y el delantero Alfredo Di Stéfano, surgido de las inferiores de club, que con sus 27 tantos se convierte en el goleador del torneo. Con este campeonato River cerró uno de sus mejores ciclos.

HURACAN 1973 :El Equipo de los Sueños.
Huracán fue uno de los grandes del amateurismo. Su último título en esa categoría, con el fútbol unificado,
fue en 1928 con un equipo que daba espectáculo. No le fue tan bien en el profesionalismo, aunque tuvo grandes equipos (La Aplanadora de 1939) y, además, fue permanente generador de jugadores de excepcional calidad para la Selección. Tuvieron que pasar nada menos que 45 años para que pudiera dar otra vuelta olímpica en Parque Patricios, el barrio asociado a la poesía, al tango y al olor a glicinas de los patios del barrio Sur. Y en 1973, como lo había sido en el 28, se consagró con un equipo pura fantasía, que respondía al sentimiento popular de los hinchas argentinos. Todo se inició el 2 de mayo de 1971, cuando el presidente Luis Seijo viajó a Rosario para ofrecerle el cargo a César Luis Menotti, cuya única experiencia había sido como ayudante de campo de Miguel Antonio El Gitano Juárez en Newell''s.
Menotti comenzó a delinear el equipo apenas llegó. Incorporó a Omar Larrosa, quien jugaba en Guatemala y que luego se convirtió en un jugador fundamental, goleador del equipo del 73 con 15 goles; Francisco Fatiga Russo, un volante que había pasado por Central Córdoba y Tigre para que fuera el equilibrio de una actitud permanentemente ofensiva; desde Rosario Central llegaron Alberto Fanesi y Jorge Carrascosa y la experiencia de Nelson Pedro Chabay, campeón del mundo con Racing. En el club había un cuarteto de de gran jerarquía: Alfio Basile, Roque Avallay y dos símbolos del barrio: Miguel Angel Brindisi y Carlos Babington.

El Coco Basile aportó su enorme personalidad, Brindisi y Babington la jerarquía de su capacidad individual, la pegada, el ingenio, la imaginación, el talento. Pero tal vez el hecho más significativo de la evolución de un jugador lo logró César Menotti con Roque Avallay. Había llegado desde Newell''s en trueque por Alfredo Obberti. Nadie le podía quitar el rótulo de chocador, cuando jugando para Independiente cayó al pozo perimetral. El entrenador lo convenció que tenía buenos atributos técnicos y fue tomando confianza. Siguió imprimiéndole velocidad a su juego, pero fue tomando sentido de la pausa y se tiró atrás para arrancar con Larrosa, Brindisi y Babington y llegar con poder al arco rival.

En el Metropolitano de 1972 Huracán jugaba un fútbol de alto nivel. La tarde más gloriosa fue frente a Boca, el domin go que Brindisi y Babington llegaron por la mañana a Ezeiza desde Francia (habían jugado un partido amistoso para el Valenciennes), almorzaron y salieron a jugar. Ganaron 5-1, con un baile formidable. Y otro resultado para el recuerdo fue el 3-0 frente a San Lorenzo, su histórico rival, cuando el equipo que dirigía Lorenzo se coronó bicampeón. En 1973 llegó una figura impresionante del fútbol argentino: René Orlando Houseman, a criterio de muchos uno de los jugadores más importantes de todos los tiempos. Sin exageraciones. Con el Loco del Bajo Belgrano quedó conformado uno de los equipos con mayor brillantez de nuestro fútbol. En las primeras fechas golearon y dieron espectáculo. En la décima fecha (frente a Central, en Rosario) aquel 5-0 quedó en la historia como una muestra de hidalguía de la hinchada centralista al aplaudir a sus rivales, inusual en el estadio del barrio Arroyito.
En la segunda rueda tuvo algunos resultados imprevistos, pero jamás renunció a la idea de Menotti de jugar. La declinación se produjo cuando Enrique Omar Sívori citó a varios de sus jugadores para la selección que tenía que jugar la eliminatoria para el Mundial Alemania 74. Sin embargo, el equipo mantuvo la línea y se consagró campeón tres fechas antes del final, aún perdiendo (2-1) con Gimnasia y Esgrima en su propio estadio.
Huracán del 73 fue uno de los grandes equipos del fútbol profesional. A casi treinta años la figura de aquel equipo, de sus grandes individualidades, de la idea obsesiva del técnico por respetar un estilo, se engrandece. Verlo jugar era un deleite. Llenó de fútbol las canchas argentinas y le devolvió la sonrisa después de 45 años a un barrio con cadencia de tango y olor a glicinas en sus patios.
En el 75 logró el subcampeonato en el Torneo Metropolitano desplegó un juego vistoso,Jugaba bien, tenía buenos jugadores.

INDEPENDIENTE 1983-1984:
Para el Nacional 82 asumió en el club como director técnico Nito Osvaldo Veiga en reemplazo de Miguel Angel López. La aparición de los juveniles Jorge Burruchaga (adquirido a Arsenal de Sarandí), Carlos Enrique y Sergio Merlini, más las incorporaciones de Claudio Marangoni y José Pepe Castro, le permitieron a Veiga empezar a delinear un equipo competitivo, siempre con la bandera del buen juego como premisa. Para el Metropolitano de ese año se incorporaron Carlos Manuel Morete y Oscar Alberto Ortiz y entonces Independiente recuperó el protagonismo en los torneos de Primera División, como no lo había tenido en años anteriores. Disputó el título hasta la última fecha con Estudiantes, pero se consagró campeón el equipo de Carlos Bilardo. Con el mismo plantel, Independiente encaró el Nacional 83 y llegó hasta la final. Otra vez le tocó definir el torneo con Estudiantes, ahora dirigido por Eduardo Manera. Perdió 2 a 0 el partido de ida en La Plata; y en Avellaneda, en la revancha del 10 de junio, ganó 2 a 1, pero no le alcanzó.
Dos días después de la final del Nacional comenzó el Metropolitano. Independiente empató de local con Central 1 a 1. Fue la despedida de Nito Veiga. Dos días más tarde anunciaba su renuncia: "Yo tengo 54 años, no acepto presiones", dijo antes de irse. Pero también confesó que le habría gustado irse campeón. Los dos subcampeonatos no fueron suficientes. Los dirigentes se tomaron varios días para definir el sucesor. En la 2 fecha, el 21 de junio, ante Platense, al equipo lo dirigió la Subcomisión de fútbol. Recién después asumió José Omar Pastoriza. Su llegada fue el motor que necesitaba el grupo. El debut fue un emocionante 2 a 2 contra Boca. Desde ese partido la actitud del equipo fue otra y también se notó un cambio positivo en Bochini. Ese tarde jugaron Goyén; Clausen, Villaverde, Olguín, Mario Killer; Burruchaga, Marangoni, Bochini; Enrique Sánchez, Merlini (Carlos Enrique) y Percudani. Enseguida llegaron cuatro triunfos consecutivos, que colocaron a Independiente en la vanguardia: Ferro (1-0), Unión (3-2), Instituto (3-1) y San Lorenzo (3-2). Luego perdió el invicto con Newell''s y más tarde sumó cinco empates seguidos. Pastoriza separó del plantel a Morete, y a la falta de gol se sumó la venta de Calderón al Betis de España. Cuando perdió con Vélez 3 a 1 en Liniers, en la 17 fecha, Independiente tenía 19 puntos (igual que San Lorenzo y Vélez), cuatro menos que Ferro. La reacción llegó sobre el final de la primera rueda con triunfos sobre Talleres y Racing. En la segunda rueda solo perdió dos partidos, ante Central y contra San Lorenzo. Sin embargo, el 22 de noviembre —dos días después de derrotar a River en el Monumental— hubo sorpresa cuando Pastoriza anunció su renuncia por las presiones recibidas durante las semanas anteriores. En realidad, el Pato estaba muy molesto porque varios jugadores lo criticaron públicamente. Las miradas apuntaban al indultado Morete (mantenía viejas discrepancias), Mario Killer (se negaba a jugar de lateral derecho) y Mario Olguín. En 48 horas el presidente Pedro Iso arregló la situación y Pastoriza anunció: "Hasta ahora me quedo. Los tres jugadores implicados desmintieron lo que fue publicado". Sin embargo los tres se alejaron luego del título. El torneo se definió en la última fecha. Independiente venció a Racing, ya descendido, 2 a 0 con goles de Trossero y de Giusti.
Ya en 1984 Pastoriza apostó todo al campo internacional, más aun cuando Ferro lo eliminó del Nacional en cuartos de final. En la Libertadores ganó el grupo que también integraban Estudiantes y los paraguayos Sportivo Luqueño y Olimpia. En semifinales eliminó a Nacional de Montevideo y a Católica de Chile. En la primera final logró un triunfo histórico en el Olímpico de Porto Alegre, al vencer a Gremio 1 a 0, con gol de Burruchaga. El 0 a 0 en Avellaneda, el 27 de julio, le permitió obtener la séptima y última Libertadores. La trilogía la completó el 9 de diciembre en Tokio, al vencer 1 a 0 al Liverpool de Inglaterra, con gol de Mandinga Percudani.Con Trossero, Marangoni, Bochini y Burruchaga como columnas más firmes, aquel Independiente estuvo a tono con el paladar exigente de sus hinchas y con un fútbol de toque y lujo llegó a la cima del mundo.


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